“Alemanes del este contra la extrema derecha”. Los pasquines que reparten Ringo y sus amigos no pueden ser más claros. En ellos se lee, al igual que en la gran pancarta que él porta, una señal de rechazo absoluto a Alternativa para Alemania: “El fascismo tiene que estar en la cárcel, no en el parlamento”.
Ringo forma parte de la asociación Unentdecktes Land – o “un país por descubrir”–, una organización de otrora ciudadanos de la extinta República Democrática de Alemania (RDA) con reivindicaciones políticas como la que Ringo y compañía dejaban ver esta semana en la manifestación contra Alternativa para Alemania (AfD) organizada frente a la entrada del Ayuntamiento de Berlín.
Frente al monumental edificio decimonónico del centro berlinés, cientos de personas se agolpaban para manifestar su indignación tras haber sabido que políticos de AfD y de la Werte Union – agrupación de los democristianos más conservadores – se reunieron con extremistas de derechas, incluido un activista e intelectual austriaco con pasado neonazi como Michael Sellner. La plataforma de periodismo de investigación Correctiv hizo público el encuentro.
Esa cita fue una especie de evento a puerta cerrada, en una casa de huéspedes apartada entre Berlín y Potsdam, en el que se hablaron de cosas como la deportación masiva de refugiados, inmigrantes y, grosso modo, cualquiera que no se ajuste a lo que ha de ser un ciudadano según la extrema derecha. A esto Sellner y compañía lo llaman ‘Remigración’.
‘Reemigrar’ irónicamente a los ultraderechistas es lo que quería hacer un grupo de jóvenes asistentes a la manifestación del miércoles que portaban un cartel que decía: “¡Nazis a la luna, porque allí no vive ninguno!”. En alemán la frase rima: “¡Nazis auf den Mond, weil da keiner wohnt!“.
Ringo observaba estas pancartas como esa con particular cara de satisfacción. Su organización de “alemanes del este contra la extrema derecha” lleva ya tiempo militando en las calles y tratando de quitarse el estigma de ser del este germano. En el este alemán es precisamente donde AfD es más fuerte políticamente. “La gente cree que AfD es sólo un problema en el este de Alemania, pero no es así. De hecho, es un problema que viene del oeste de Alemania, todos los responsables del partido importantes vienen del oeste”, reivindica Ringo.
En el contexto actual, “mucha gente ha salido a la calle al ver el tipo de reuniones que tiene gente de AfD, pero también de la CDU”, expone Ringo a infoLibre. “Ya ha quedado claro que no existe un cordón sanitario entre la extrema derecha y un partido conservador como la CDU”, abunda, señalando a los políticos de la Werte Union que fueron a escuchar a Sellner. En su organización también señalan por conservadora de más a la Unión Social Cristiana (CSU) de Baviera, un partido hermanado a la CDU. Ambos forman en el Bundestag el principal grupo parlamentario de la oposición. Conviene saber que, dentro de la CDU/CSU, hay debate sobre echar de la democracia cristiana a los integrantes de la Werte Union.
De un tiempo a esta parte, en el debate público y político ha ganado peso la idea de lanzar una iniciativa que lleve a la prohibición de AfD. Un diputado democristiano, Marco Wanderwitz, es el responsable de una iniciativa que prohibiría al partido ultra pero que aún se hace esperar. Manifestantes de Berlín, como Ringo el miércoles, o como muchos de los 10.000 que según la policía abarrotaron el domingo la Plaza de París, frente a la puerta de Brandeburgo, están a favor de la prohibición del partido.
Nunca hubo un clamor mayor contra AfD en las calles. En la capital, nunca se gritó de forma tan recurrente en manifestaciones eso de “¡Todo Berlín odia a AfD!”. De hecho, las manifestaciones contra AfD se suceden por toda la geografía alemana desde que Correctiv hiciera pública la reunión de Sellner y compañía. En la próxima semana hay al menos una veintena de movilizaciones de protesta por todo el país. En ellas se han dejado ver, como ocurría el pasado domingo en Potsdam, hasta el canciller Olaf Scholz y su ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock.
Scholz y compañía sacaban adelante este jueves una nueva ley en el Bundestag que permitirá acelerar las expulsiones de los demandantes de asilo cuyas solicitudes sean rechazadas por las autoridades. Es un paso más allá en el endurecimiento de la política de inmigración que siguen desde hace tiempo. Solo hay que ver las cifras: este tipo de deportaciones han crecido un 27% en 2023 respecto a 2022, según datos del Ministerio de Interior.
Quieren en el Ejecutivo teutón que las expulsiones al año lleguen a las 17.000. En 2023 fueron 16.400, cifras algo alejadas de las 20.000 anuales que llegó a poner en marcha Alemania en tiempos de Angela Merkel, antes de la pandemia de covid-19, según datos que recoge la prensa germana. “Vamos a ocuparnos de que las personas que no tengan derecho a estar aquí deban dejar nuestro país más rápido”, ha dicho la socialdemócrata Nancy Faeser, ministra del Interior de Scholz.
Políticamente, a AfD nunca le fue tan bien en las encuestas de intención de voto. Que ahora haya tanta gente en la calle contra AfD es una paradoja de lo que Nils Diederich, politólogo de la Universidad Libre de Berlín, llama en una conversación con infoLibre un “extraño clima político”. Hay que saber que, según encuestas recientes, a AfD se le atribuye una intención de voto del 22%. Es la segunda fuerza política de los sondeos, sólo superada por la CDU (31%).
Mal que pese a Ringo, en los tres länder del este que votan el próximo mes de septiembre, AfD opta por la victoria. En Brandeburgo, ganaría con un 28%, según las encuestas actuales. Igual pasaría en Turingia (31%) y en Sajonia (34%).
“Ahora mismo el clima político en Alemania se está calentado por muchos motivos. Todavía pesa la pandemia, la crisis migratoria y la decisión del Tribunal Constitucional contra el plan de gasto del Gobierno de coalición supone muchos disgustos para la población”, plantea Diederich.
A su entender, las revelaciones de Correctiv constituyen “una buena ocasión para que el resto los partidos políticos marquen distancias con AfD y lo rechacen por ser un partido extremista”, plantea este politólogo. “Un encuentro como ese sobre el que se ha informado abre la puerta a todo tipo de suposiciones”, abunda Diederich, aludiendo a las informaciones de Correctiv.
Más que suposiciones, Hajo Funke lo que tiene son certidumbres sobre AfD. Este hombre se dedica desde hace décadas a investigar la extrema derecha de Alemania. Ahora es profesor emérito de la Universidad Libre de Berlín. “Lo que ha revelado Correctiv demuestra que AfD no es un partido democrático, sino un partido con tendencias neonazis que, con Björn Höcke al frente, quiere deportar a millones de personas”, señala Funke a infoLibre . Alude al líder de AfD en Turingia, Land que va camino de convertirse en un auténtico bastión para AfD. Funke considera a Höcke “el líder, de facto, del partido”.
AfD está liderado oficialmente por la dupla que componen Tino Chrupalla y Alice Weidel. Desde la dirección del partido, en vista de la reacción popular generada por las revelaciones de Correctiv, han querido desvincularse de la reunión de sus políticos con Sellner. Defienden que el encuentro fue una iniciativa “privada”.
Sea como fuere, AfD en Turingia está considerada como “un caso seguro extremista de derechas” por la Oficina Federal para la Protección de la Constitución, nombre que reciben aquí los servicios secretos del Ministerio del Interior. A nivel nacional, las autoridades sospechan de que toda AfD sea tan radical como en Turingia, Sajonia-Ahnalt y Sajonia. En esos otros dos Länder del este también es AfD “un caso seguro extremista de derechas”.
Sin embargo, esas alarmantes designaciones oficiales hace ya tiempo que dejaron de funcionar como repelente para los votantes. Al menos esto es lo que muestran las encuestas, donde “lo realmente relevante es que el descontento con el Gobierno de Scholz no es algo que beneficie a la CDU, sino a AfD”, apunta Diederich desde la Universidad Libre de Berlín.
A Funke lo que alarma es que la idea de ‘Remigración’ sólo se puede implementar con violencia. “La de AfD es una estrategia para llevar a un país a la guerra civil, para destruir la democracia”, sostiene este experto. “Esto es precisamente lo que no queremos y por lo que sale la gente a la calle. Hay que saber que entre un 70% y un 80% de la población dice querer defender la Constitución frente a estas ideas”, abunda.
A su entender, AfD “ya es un partido que podría prohibirse”. “Pero yo avisaría de que un proceso de ilegalización es algo que no traería consigo resultados, porque estos procesos son largos, duran años. Lo que puede pasar es si empieza es un debate sobre si este partido es o no neonazi. Esto habría que discutirlo abiertamente”, sostiene Funke.
Diederich, su colega en la Universidad Libre de Berlín, también cree que partidos como AfD, “hay que combatirlos políticamente”; no con procedimientos de ilegalización como el que le gustaría ver ya a Ringo y a los miembros de Unentdecktes Land.
Fuente de esta noticia: https://www.infolibre.es/internacional/pasando-ultraderecha-alemania-senalen-neonazi_1_1692062.html
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