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Con el ascenso de Gabriel Attal a primer ministro, Emmanuel Macron ha conseguido al menos atraer la atención de los medios de comunicación, en particular de la prensa extranjera. Su juventud (34 años, el primer ministro más joven de la V República) y su homosexualidad han sido destacadas por los principales medios anglosajones.

The New York Times titula: “Francia tiene su primer ministro más joven, y el primero abiertamente gay”. El hecho de que un ocupante de Matignon sea gay y no lo oculte es mencionado por CNN, Politico, Associated Press y Reuters, entre otros.

El medio de comunicación americano LGTBIQ+ The Advocate celebra el nombramiento de un “millennial gay” como jefe de gobierno. Incluso ofrece a sus lectores dieciocho fotos de Gabriel Attal que les harán “querer aprender francés”.

Con este nombramiento, “Francia se suma a varios otros países europeos liderados en los últimos años por figuras LGTBIQ+, como Elio Di Rupo en Bélgica, Leo Varadkar en Irlanda y Xavier Bettel en Luxemburgo”, señala AFP. Otros ejemplos son es de Islandia con Jóhanna Sigurðardóttir, primera ministra lesbiana en 2009, el de Serbia con Ana Brnabić, primera ministra lesbiana desde 2017, y el de Estonia, que el pasado verano eligió a un presidente gay, Edgars Rinkēvičs.

“Para Macron, este nombramiento es un golpe de efecto político”, comenta Bruno Perreau, profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y autor de varios libros sobre la política de las minorías, entre ellos Sphères d’injustice, publicado recientemente por ediciones La Découverte. “Entre otras cosas, porque hace que la izquierda examine todas sus deficiencias: ¿qué discursos sobre las minorías produce la izquierda, en lugar de disculparse por ello?

En un país donde los cargos políticos han ocultado a menudo su homosexualidad, y diez años después de la aprobación de la ley de matrimonio para parejas del mismo sexo, que desató una ola de homofobia incluso en los escaños de la Asamblea Nacional, este nombramiento no es baladí. Aunque otros ministros de Macron también salieron del armario, como Clément Beaune, Franck Riester, Sarah El Haïry y Olivier Dussopt… en pleno movimiento social contra la muy impopular reforma de las pensiones que éste último defendía como ministro de Trabajo.

Durante mucho tiempo, en un entorno político viril en el que admitir ser gay podía verse como una debilidad de la que podían aprovecharse los adversarios políticos, los cargos políticos LGTBIQ+ prefirieron guardar silencio. Y no les faltaba razón, como demuestra la odiosa trama de chantaje homófobo con un vídeo sexual contra Gilles Artigues, ex teniente de alcalde de Saint-Étienne, revelada por Mediapart.

Para la visibilidad de las personas LGTBIQ+, este nombramiento tiene un significado. ¿Hasta el punto de celebrarlo? El ensayista Frédéric Martel, autor de Le Rose et le Noir. Les homosexuels en France depuis 1968 (edic. Points Seuil, 2008), lo considera una “victoria simbólica para la causa LGTB“. Libération detecta en el nombramiento “una señal de que Francia progresa”.

“La visibilidad es como el orgullo: performativa”, escribe la revista comunitaria Têtu. “Cuando una persona de un grupo minoritario alcanza una posición social antes inaccesible, es una buena noticia en sí misma”.

Sin embargo, como señala Bruno Perreau, “ser minoritario en materia de sexualidad, o en otros aspectos, no es en sí mismo una virtud”. Además esas victoriosas felicitaciones son rebatidas por muchas voces LGTBIQ+, que apuntan sobre todo al historial político del macronismo, del que Gabriel Attal fue uno de los primeros compañeros de viaje allá por 2016, cuando aún era un joven asesor de la socialista Marisol Touraine en el Ministerio de Sanidad.

“El nombramiento de Attal es una venda gay (y sin lentejuelas) sobre un autoritarismo abierto”, escriben Léane Alestra y Apolline Bazin en Manifiesto XXI. “Muchas comunidades LGTBIQA se niegan a ser utilizadas como garante moral; como píldora rosa para tragarse una línea política racista, liberticida y antidemocrática“.

“Del mismo modo que Élisabeth Borne fue un ejemplo perfecto del acantilado de cristal utilizar a una mujer en primera línea para gestionar una crisis, y luego cesarla, el uso de las minorías en política sólo es bienvenido cuando sirve a los intereses de la mayoría”, añaden.

“No esperamos nada de este Gobierno”, escribe el colectivo queer y anticapitalista Inverti-e-s. “Conocemos su mini-balance en el Ministerio de Educación: fue el artífice del pánico islamófobo de septiembre, al controlar el largo de los vestidos de las alumnas. Contra el acoso, hizo detener a un alumno en un aula por las cámaras, pero ‘al mismo tiempo’ cerró la investigación administrativa abierta tras el suicidio de Lucas, de 13 años, víctima de acoso homófobo.”

En la red social X, Trung Nguyên Quang, doctorando en sociología, va más lejos. “Alegrarse del nombramiento de Gabriel Attal porque es gay es ser cómplice de todos los horrores racistas, clasistas y cisheterosexistas que su homosexualidad hará posibles”, denuncia. “Este gay es un hombre blanco, cis y de clase alta, cuyas últimas hazañas son: votar a favor del proyecto de ley de inmigración, una de las leyes más racistas de la V República; criminalizar la vestimenta de las colegialas musulmanas; e ignorar el suicidio de un niño gay de 13 años. Así que este gay es el modelo de gay que la heterosexualidad está dispuesta a aceptar, el gay que más se le parece, y que se comporta en interés de la heterosexualidad blanca de clase alta, votando leyes que la favorecen.”

Según el sociólogo Hugo Bouvard, autor de una tesis de próxima publicación sobre “gays y lesbianas en política” en Francia y Estados Unidos, no sorprende esta diversidad de reacciones. “La visibilidad LGTB es una causa con historia, construida por periodistas, activistas y políticos. Pero otras partes del movimiento LGTBIQ+, radicales y queer, critican esa política de representación”.

A Bouvard, coautor del libro de reciente publicación sobre las luchas homosexuales “Lesbianas, maricones, dejemos de escondernos. Luchas y debates de los movimientos lesbiano y homosexual” (edic. La Dispute), le llama más la atención la forma en que Gabriel Attal ha “publicitado” su homosexualidad.

Según este investigador, el nuevo primer ministro se inscribe en un “esquema bastante clásico en la escena pública francesa, forjado en el seno del Partido Socialista, del que Gabriel Attal era militante”, desde que el ex alcalde socialista de París, Bertrand Delanoë, saliera del armario en televisión en 1998.

Es una “delgada línea” que hay que recorrer en el contexto del proclamado universalismo de las instituciones francesas, donde es importante no dar la impresión de reivindicar derechos para el propio grupo minoritario.

Hugo Bouvard explica a Mediapart: “La política gay en Francia tiene dos limitaciones. No se puede ocultar, porque ocultarlo se percibiría como una falta de transparencia, y te expondría a amenazas de delación, que es lo que le pasó a Gabriel Attal. Pero tampoco se puede ‘reivindicar’ ni hacer ‘ostentación’, lo que también está estigmatizado”.

En este sentido, “Gabriel Attal asume su papel sin reivindicar nada”, prosigue Bouvard. “No lo oculta, pero se mantiene discreto. Incluso si no ha rehuido posicionarse sobre las cuestiones LGTB, como cuando dijo que estaba personalmente a favor de la gestación subrogada ética.” Según él, otros cargos políticos, como la senadora ecologista Mélanie Vogel, o los diputados macronianos Raphaël Gérard o Laurence Vanceunebrock, se han mostrado más radicales, defendiendo los derechos de las personas LGTB en tanto que gais o lesbianas.

En 2017, Mediapart preguntó a Gabriel Attal, entonces recién elegido diputado por Hauts-de-Seine, si aceptaba salir del armario en un artículo. En aquel momento, no ocultó su homosexualidad a sus entrevistadores, ni siquiera su relación con Stéphane Séjourné , ex asesor de Emmanuel Macron que fue uno de los primeros en acompañarle en su candidatura presidencial, hasta ahora presidente del grupo Renew en el Parlamento Europeo y secretario general del partido presidencial (que por cierto acaba de ser nombrado ministro de Exteriores, nota del traductor).

“No quiero ocultar que soy gay”, respondió el actual primer ministro en un SMS. “Pero no quiero hacer ninguna reivindicación, ni dar la impresión de que me he hecho diputado para defender la causa gay”. Y añadió que “me importan otras cosas” y advirtió del riesgo de “quedar mediáticamente atrapado en eso”. “No me entusiasma la idea de hacer una entrevista sobre el tema, especialmente al principio de mi mandato”, explicó, rechazando la propuesta.

Un año después, fue “destapado” en un libro por su antiguo compañero de clase, el abogado Juan Branco.

Gabriel Attal finalmente habló de su homosexualidad en un perfil publicado en Libération. En noviembre de 2023, tras su nombramiento como ministro de Educación, también declaró en el programa “Sept à huit” sobre el acoso homófobo que había sufrido.

El martes 9 de enero, pocas horas después de su nombramiento en Matignon, se planteó en BFMTV el tema de la homosexualidad del primer ministro. La mayoría de los invitados y editorialistas elogiaron la forma en que él habla de su homosexualidad. “No esconde nada sin ser ostentoso”, dijo Christophe Barbier.

“La gente ha comentado su edad, pero su homosexualidad no es realmente el tema principal”, dijo Bruno Jeudy. “No es en absoluto activista y creo que […] la forma en que habla regularmente de ello de forma bastante abierta significa que es bastante seguro de sí mismo al respecto, lo vive bien, lo asume”, resumió Patricia Chapelotte, directora general de Hopscotch, presentada como “amiga” de Gabriel Attal. “El tema está zanjado con la mayoría de los franceses […] Lo que no les gusta a los franceses es que se les oculten las cosas.”

Conclusión: mientras la homosexualidad no sea “militante”, es aceptable.

Los hechos demuestran que ya es posible un primer ministro gay en Francia. A condición, claro está, de que haga pocas reivindicaciones en materia LGTBIQ+ y que tampoco sepamos demasiado de su vida privada. “Su sexualidad está presente sin ser omnipresente”, analiza Bruno Perreau. “A veces se critica a las minorías que lo que les caracteriza sea demasiado dominante, y que eso les supere o les haga desleales con el Estado.”

Gabriel Attal, el hombre que prohibió la abaya en las escuelas y que ahora ha sido encargado por el Presidente de la República del “rearme cívico” de la nación, no puede ser sospechoso de amenazar la autoridad del Estado con reivindicaciones minoritarias. En esas condiciones, las puertas del poder le están abiertas de par en par.

Traducción de Miguel López

Fuente de esta noticia: https://www.infolibre.es/mediapart/primer-ministro-frances-gay-no-sociedad-viril_1_1685901.html


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