Jerusalén, 7 ene (EFE).- Mientras la atención internacional se centra en la Franja de Gaza por la guerra entre Israel y el grupo islamista Hamá, en zonas como Jerusalén Este ocupado se incrementan los proyectos de asentamientos judíos.
“Miles de viviendas han sido proyectadas desde el comienzo de la guerra”, subraya a EFE Yonatan Mizrachi, de la organización no gubernamental Peace Now, que contabiliza la construcción de colonias judías en territorio palestino desde 2012.
Aunque esto no es nuevo en el largo conflicto entre israelíes y palestinos, los colonos “están aprovechado este momento” de la ofensiva militar israelí en el enclave palestino, pues “es una oportunidad enorme para ellos”, comenta el activista.
Los datos de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, en su sigla en inglés) muestran que en Jerusalén Este se destruyeron el año pasado 229 “estructuras” de palestinos, provocando que más de seiscientos residentes tuvieran que desplazarse. En 2022 habían sido 144 la construcciones demolidas.
Si se suma Cisjordania ocupada, las cifras de 2023 alcanzan las 1.128 construcciones derribadas y los 2.249 desplazados para dar paso en un futuro a asentamientos israelíes.
Frenar esta política es muy complicado, advierte Mizrachi. Sobre todo en Jerusalén Este, considerada por los israelíes como su “capital indivisible”, mientras los palestinos esperan que la parte oriental de la urbe sea la capital de su futuro Estado.
“No, es nuestra tierra, te dicen los israelíes”, comenta el activista.
Amparada en el derecho internacional, la ONU considera ilegales todos los asentamientos israelíes en Jerusalén Este y Cisjordania, pero Israel considera que las colonias que se han establecido con ciertos procedimientos burocráticos son legales.
Peace Now no desfallece de su batalla legal contra planes urbanísticos que denuncia que se saltan no ya la ley internacional contra la ocupación de territorios, sino incluso la israelí, y recientemente el Tribunal Supremo de Israel aceptó una petición suya para investigar asentamientos ilegales.
Pero no es suficiente para detener planes urbanísticos como varios aprobados a finales de 2023 que prevén 1.829 viviendas en Jerusalén Este para asentamientos judíos.
“La única manera de pararlo es un cambio político, y es lo que estamos intentando ahora”, asevera el activista, en referencia al gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu, apoyado por ministros ultraortodoxos y ultranacionalistas que son colonos antiárabes.
Mientras siga este Gobierno, Mizrachi está convencido de que “solo hay una persona que pueda parar” la expansión colona: Joe Biden, el presidente de Estados Unidos, principal aliado de Israel.
“La presión que ejerza Europa no es la de América, Israel depende de América”, sentencia.
Mientras, en barrios como Har Homa, proliferan las banderas israelíes en edificios que han surgido de esos planes urbanísticos.
Desde que hace tres meses estalló la guerra en Gaza, los proyectos “van cada vez más y más rápido”, concluye el activista de Peace Now.
El Gobierno de Israel, el más derechista de la historia del país, ha implementado desde el año pasado una política de expansión de asentamiento judíos.
Una estrategia fuertemente criticada entre la comunidad internacional, incluyendo la ONU e incluso Estados Unidos, por considerar que anula la posibilidad de llegar a una resolución del conflicto palestino-israelí a través de la solución de dos Estados.
Luis Ángel Reglero
Fuente de esta noticia Infobae
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