No hace tanto parecía que Los Verdes alemanes iban camino de convertirse en un partido de masas, un sustituto del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) en el progresismo germano. En los últimos compases de la era Merkel, había quien se aventuraba incluso a predecir que Los Verdes serían el gran partido del centro-izquierda de Alemania.
Pero luego llegaron las elecciones generales de 2021 y, junto al tortazo que supuso para los conservadores de la derrota de la conservadora Unión Demócrata Cristiana (CDU), también hubo desilusión en los ecologistas germanos. No fue buena la campaña de su aspirante a canciller, Annalena Baerbock, hoy ministra de Asuntos Exteriores de Olaf Scholz. Él y su SPD se erigieron triunfadores de 2021.
Tal vez en esa mala campaña se registró la primera traición que Los Verdes han perpetrado, una traición que tiene que ver con las expectativas. De expectativas fallidas pueden hablar mucho los ecologistas. Porque tras llegar al poder gracias al acuerdo de coalición que firmaron hace justo dos años socialdemócratas, ecologistas y liberales, Los Verdes se han visto obligados a reorientarse mucho. Tal vez demasiado.
Los problemas de la compleja realidad internacional han obligado al partido a tomar y apoyar medidas que parecían imposibles en tiempos de aquella decepcionante campaña de Baerbock. De resultas, Los Verdes se han reorientado tanto desde que están en el poder que ahora hay miembros del partido que se han quedado desnortados. Están en busca del norte político que tan claro parecía estar antes de 2021, cuando el partido parecía iba a dejar al SPD en la irrelevancia del centro-izquierda.
Antes del último gran congreso que Los Verdes celebraban en Karlsruhe (centro germano), una reunión organizada a finales del pasado mes de noviembre, una iniciativa crítica recogió firma de un buen millar de firmas de miembros del partido opuestos a la marcha de la gran formación ecologista germana con Ricarda Lang y Omid Nouripour como presidentes y con Baerbock y Robert Habeck de ministros estrella. Habeck es el vicecanciller y ministro de Economía y de Protección Climática. A todos ellos, esos militantes les pedían en una carta abierta: “volvamos a Los Verdes”. Entre otras cosas, pedían a la dirección trabajar para frenar el distanciamiento entre la base del partido y sus instancias de decisión.
Ha ocurrido que, por ejemplo, Robert Habeck, con apenas unos meses en el cargo, ha tenido que tomar decisiones “malas para la atmósfera” por suponer ingentes emisiones de dióxido de carbono. Así describía en junio de 2022 su decisión de permitir que las centrales térmicas que usan carbón dejaran de estar en la “reserva” del país para contribuir a la producción de energía eléctrica. Eso ocurrió apenas un par de meses después de que el país dejara de producir energía nuclear.
El apagón nuclear ha sido uno de los grandes objetivos políticos de Los Verdes de siempre. Para los ecologistas, conseguir el apagón ha sido una victoria histórica. Sin embargo, apenas han podido celebrarlo. Porque entre las consecuencias de la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania figura el cierre del grifo del gas ruso que procedía del país de Vladimir Putin. Esto es un drama para Alemania. Porque hasta el 55% del gas que compraba Alemania procedía de Rusia en 2021.
En 2022 hubo que encontrar otros proveedores, más caros y cuyos hidrocarburos exigían, además, poner a disposición del país terminales móviles para gas natural líquido impopulares entre los militantes de Los Verdes. En 2023, la de Alemania es la única gran economía de la OCDE que habrá caído en recesión, sufriendo una contracción de su PIB del 0,4%.
Cierto es que el Ejecutivo de Scholz Habeck y compañía se esfuerzan en impulsar las energías renovables. De hecho, datos oficiales de este mes dan cuenta de que por primera vez en la historia, en la primera mitad de 2023, las energías renovables suponían más del 50% de cuanto de había producido en el país. El porcentaje era del 52%.
Aún así, incluso en días de mucho viento en todo el país y se recogen grandes cantidades de energía eólica, el país sigue emitiendo hasta seis veces más dióxido de carbono que Francia, país al cual se le sigue compra energía eléctrica, un recurso del que Alemania se ha hecho este mismo año importador neto cuando antes lo exportaba. Las altas emisiones de dióxido de carbono germanas se explican por el significativo peso que aún tiene el uso en el mix energético alemán el carbón y el gas, que suman grosso modo del orden del 45%, pero el ritmo actual de transformación está generando insatisfechos.
A las administraciones germanas les falta ligereza a la hora de aprobar la instalación de parques eólicos, por ejemplo. Las empresas del sector, por otro lado, se han visto golpeadas por las turbulencias económicas que han dejado la inflación y la crisis energética, entre otras cosas. Además, aún está por ver cómo afecta a los planes del Ejecutivo el que el Tribunal Constitucional declara anticonstitucional el uso de 60.000 millones de euros. Ese dinero iba a estar destinado a la transformación climática del país. Pero en origen, se había aprobado como medida económica para ayudar en la lucha contra la COVID-19. Dedicarlo a otra cosa es lo que el alto tribunal ha considerado ilegal.
Cuando Ricarda Lang, la co-lideresa del partido, dice eso de que ella y su compañía en las altas instancias del partido buscan “soluciones pragmáticas” a los problemas del país, en la militancia dicen que esa búsqueda trae acuerdos negativos. De lo contrario en la citada carta abierta firmada por los militantes no habrían reprochado a la dirección de noviembre el haber convertido el partido en “una agencia de publicidad de malos compromisos”.
No solo la realidad de la crisis energética ha obligado a Los Verdes a reorientarse. Ya la ilegal guerra de Rusia contra Ucrania, de cuyo inicio va camino de cumplirse dos años, había convertido a Los Verdes, prácticamente, en el partido con más ardor guerrero del Gobierno alemán. Habeck, de hecho, ya era partidario de enviar “armas defensivas” a Ucrania en mayo de 2021, mucho antes de que comenzara la invasión rusa. Aquello le enfrentó a Baerbock, quien después como ministra de Exteriores ha sido una de las voces germanas más decididas a ayudar para que el país de Volodímir Zelenski pueda defenderse con armas alemanas. Con Los Verdes en el poder, las exportaciones de armas de Alemania acordadas por el Ejecutivo baten récords. Hasta 11.710 millones de exportaciones de armas se han acordado este año, un 40% más que el año anterior.
La defensa de Israel en su guerra contra Hamás, desde el pasado 7 de octubre, también ha sido uno de los elementos que muestran cómo Los Verdes han perdido la orientación pacifista que solían tener. El derecho a defenderse de Israel ha sido una de las máximas de la política alemana que también han seguido figuras como Baerbock, quien ha apelado, eso sí, al “respeto del derecho internacional”. Robert Habeck, además, ha utilizado sus redes como vicecanciller y ministro para criticar antisemitismo en la izquierda post-colonial o anticolonialista. “El anticolonialismo no debe llevar al antisemitismo. Esta parte de la izquierda debe reconsiderar sus argumentos y no fiarse de la narrativa de la resistencia”, decía Habeck. “Hamás es un grupo de terroristas asesinos que está a favor de la disolución de Israel y que lucha por la muerte de todos los judíos”, abundaba el vicecanciller ecologista.
La orientación pacifista que siempre caracterizó a Los Verdes ha desaparecido en el gran partido ecologista, visto lo visto. Con Los Verdes en el poder, las exportaciones de armas de Alemania acordadas por el Ejecutivo baten récords. Hasta 11.710 millones de exportaciones de armas se han acordado este año, un 40% más que el año anterior.
En virtud de cambios así, la periodista, autora y columnista del diario berlinés Die Tageszeitung, Charlotte Wiedemann, ha escrito que “la evolución que han experimentado los Verdes (y la socialdemocracia mucho antes) significa que la política progresista radical ya no tiene una voz organizada”. Para ella, hubo un tiempo en que Los Verdes se identificaron con el eslogan “otro mundo es posible”. Pero ya no es así. “La protección intransigente de los derechos humanos, una ética universalista de la justicia y la convicción de que otro mundo es posible ya no tienen cabida en Los Verdes”, ha escrito Wiedemann en Die Tageszeitung, un periódico, a priori, de línea editorial cercana al partido ecologista del Gobierno de Scholz.
Ayuda a entender a esa comentarista el que a finales de este año se haya escuchado a Ricarda Lang hablar de que el país necesita más ritmo a la hora de expulsar a inmigrantes sin opciones de quedarse en el país para no lastrar así a unos municipios que se dicen “saturados”. Lo mismo ocurre cuando ahora Los Verdes participan de los acuerdos entre los partidos en el poder para salir del caos presupuestario del Ejecutivo, que acata sin rechistar la decisión del Tribunal Constitucional. Eso implicará ahorros y lo que en el Frankfurter Rundschau, otro periódico afín a Los Verdes, ha llamado “un cambio político estructural asocial”.
Ya sea en su carrera hacia el poder en 2021 y, después, con sus correcciones en política energética y climática, internacional, y ahora social, Los Verdes alemanes no están donde muchos de sus seguidores y militantes les esperan o, mejor dicho, les esperaban. En los sondeos, la intención de voto al partido ecologista ha bajado respecto del casi 15% cosechado en las elecciones generales de 2021, en las que Los Verdes fueron la tercera fuerza más votada. Encuestas recientes sitúan a Los Verdes como cuarta fuerza, con un 12% de los votos, por detrás de SPD (15%), la ultraderechista Alternativa para Alemania (23%) y la CDU (32%).
Fuente de esta noticia: https://www.infolibre.es/internacional/mundo-posible-alardeaban-verdes-alemania-alejan-vez_1_1676340.html
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