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Un nuevo estudio sugiere que las áreas con líquido alrededor de los vasos sanguíneos del cerebro podrían ser un indicador temprano de esa condición. El agrandamiento podría estar relacionado con los problemas de sueño.

(HealthDay News) — Los espacios llenos de líquido alrededor de los vasos sanguíneos del cerebro necesitan una “eliminación” adecuada de los desechos cada pocas horas. Cuando eso no sucede, el riesgo de autismo de un bebé parece aumentar, muestra una investigación reciente.

Es demasiado pronto para decir que los problemas dentro de estos espacios “perivasculares” causan autismo, pero parece ser un marcador temprano de la afección, informa un equipo de la Universidad de Carolina del Norte (UNC).

“Nuestros hallazgos fueron sorprendentes, dado que los neurorradiólogos por lo general ven los espacios perivasculares agrandados como una señal de neurodegeneración en los adultos, pero este estudio lo reportó en los niños pequeños”, anotó la coautora del estudio, Dea Garic, profesora asistente de investigación en el departamento de psiquiatría de la UNC.

“Este es un aspecto importante del desarrollo del cerebro en los primeros años de vida que se debe monitorizar”, añadió Garic en un comunicado de prensa de la universidad. Los hallazgos se publicaron en una edición reciente de la revista JAMA Network Open.

Según Autism Speaks, aproximadamente 1 de cada 36 niños estadounidenses es diagnosticado con un trastorno del espectro autista. Los orígenes exactos del autismo siguen sin estar claros, y una mejor comprensión de la afección podría conducir a una mejor prevención y tratamiento. En el nuevo estudio, el equipo de la UNC se enfocó en los espacios perivasculares dentro del cerebro.

“Fue realmente sorprendente observar una asociación tan fuerte separada por un período de tiempo tan largo durante la infancia”
(Imagen Ilustrativa Infobae)
“Fue realmente sorprendente observar una asociación tan fuerte separada por un período de tiempo tan largo durante la infancia” (Imagen Ilustrativa Infobae)

Debido a que las toxinas llamadas placas amiloides (relacionadas con la enfermedad de Alzheimer) pueden acumularse dentro de estas áreas llenas de líquido, durante mucho tiempo han sido un objetivo de investigación en adultos mayores. Garic y el coautor del estudio, Mark Shen, se preguntaron si también podrían desempeñar un papel en la salud del cerebro muy temprano en la vida.

Como explicaron los investigadores, cada seis horas el líquido cefalorraquídeo (LCR) late a través de los espacios perivasculares del cerebro, eliminando los productos inflamatorios y otros productos de desecho que, de otro modo, podrían obstaculizar la actividad cerebral. Ese residuo incluye la beta amiloide. Este proceso de limpieza cerebral es especialmente activo durante el sueño. Y, dado que el autismo y los problemas de sueño a menudo surgen juntos, el equipo de la UNC se preguntó si los espacios perivasculares podrían explicar por qué.

A partir de estudios en animales y adultos mayores, ya sabían que dormir mal puede desencadenar un agrandamiento poco saludable de los espacios perivasculares. ¿Ocurriría lo mismo con los niños pequeños? Para averiguarlo, los investigadores observaron 870 resonancias magnéticas cerebrales tomadas de niños dormidos a los seis, 12 y 24 meses de edad. Todos estos bebés eran hermanos menores de niños con autismo, lo que significa que ya tenían un riesgo más alto de desarrollar la afección. Sus resonancias magnéticas cerebrales mostraron una correlación entre el agrandamiento de los espacios perivasculares y un diagnóstico posterior de autismo, reportaron los investigadores.

Los niños con espacios perivasculares agrandados en el cerebro antes de los 24 meses de edad tenían 2.2 veces más probabilidades de ser diagnosticados más tarde con autismo, en comparación con los niños cuyas IRM mostraban espacios perivasculares de tamaño normal. En general, el 30 por ciento de los niños que mostraban grandes espacios perivasculares cuando tenían un año de edad recibieron un diagnóstico de autismo, y casi la mitad de los niños diagnosticados posteriormente con autismo mostraron espacios agrandados en sus resonancias magnéticas a la edad de 2 años.

Los espacios llenos de líquido alrededor de los vasos sanguíneos del cerebro necesitan una “eliminación” adecuada de los desechos cada pocas horas (Imagen Ilustrativa Infobae)
Los espacios llenos de líquido alrededor de los vasos sanguíneos del cerebro necesitan una “eliminación” adecuada de los desechos cada pocas horas (Imagen Ilustrativa Infobae)

El agrandamiento de los espacios perivasculares en la infancia también se vinculó fuertemente con los trastornos del sueño entre siete y 10 años después, encontró el equipo de la UNC. “Estos resultados sugieren que los espacios perivasculares podrían servir como un marcador temprano del autismo”, dijo Garic, quien también es miembro del Instituto de Discapacidades del Desarrollo de Carolina.

“Fue realmente sorprendente observar una asociación tan fuerte separada por un período de tiempo tan largo durante la infancia”, agregó. “Pero realmente muestra cómo los espacios perivasculares no solo tienen un efecto temprano en la vida, sino que también pueden tener efectos a largo plazo”.

Una “obstrucción” del líquido cefalorraquídeo dentro de los espacios perivasculares en una etapa temprana de la vida podría tener consecuencias importantes en el cerebro en desarrollo, creen Garic y Shen, y planean más investigaciones sobre este tema. Creen que podría desempeñar un papel en otras afecciones, como el síndrome del cromosoma X frágil o el síndrome de Down.

“En conjunto, nuestra investigación ha mostrado que las anomalías en el LCR en el primer año de vida podrían tener efectos posteriores en una variedad de resultados, incluido el diagnóstico posterior de autismo, los problemas del sueño, la neuroinflamación y posiblemente otras discapacidades del desarrollo”, dijo Shen, profesor asistente de psiquiatría en la UNC.

FUENTE: Universidad de Carolina del Norte, comunicado de prensa, 3 de enero de 2023

* Ernie Mundell HealthDay Reporter


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