Ecuador, tiene muchas tradiciones, y al finalizar el año, les contaré sobre una de las grandes obras hechas por artesanos Guayaquileños, Los “Años Viejos” en la famosa calle 6 de marzo, se exponen miles de estos monigotes en grandes cantidades, no es solo una exposición, es un museo itinerante de verdaderas obras de artes.
Una tradición Guayaquileña que data desde el año 1895 que da comienzo por la fiebre amarilla que azotó la ciudad, esto provocó que la población tomara medidas de asepsia y quemaran la ropa de sus seres queridos fallecidos, juntaban todo y encima ponían atados de paja y ramas, esto se realizó el último día del año como símbolo de alejar la angustia, la desesperación, la peste y el pasado triste que pasaron y dar paso a algo nuevo en el año que vendría.
Esto dio origen, a que el ritual, se repita y los guayaquileños, optaran la acción usando en este caso, ropa vieja que ya no se usaba de algún pariente o ser masculino de la casa, lo llenaban de aserrín o paja, para representar y recordar lo que fue ese año de tristeza, y que al quemarlo represente el pasado y dejar atrás lo malo y atraer cosa nuevas.
Desde ese entonces, se extendió a otras ciudades de la Costa y Sierra y Amazonía, y en pocos años, se comenzaron a confeccionar muñecos con pantalones y camisas mangas largas llenas de aserrín y una media utilizada, como cabeza que era pintada con ojos boca y cejas, años después, artesanos de esta cuidad confeccionaron caretas de papel pintadas con rostros y cabellos.
Los Años Viejos, como fueron llamados estas confecciones se quemaban sin ruido, hasta que se comenzó a lanzar, sal en grano, que asemejaba ruidos como del canguil al unirse con el fuego, para darle entre tristeza y algarabía típica de la gente costeña.
Fue tanta la acogida, que se extendieron por todas las ciudades del país, pero fue décadas después que en esta misma ciudad, artesanos se reunieran en la calle 6 de marzo y comenzaran a hacer muñecos con palos y papel periódico, al poco tiempo por el costo de la madera, comenzaron a realizar verdaderas obras de artes, con moldes, papel, almidón (sustancia blanca que se diluye en agua y se hace pegamento) pintura y mucha creatividad, que han logrado que en el mundo, sean reconocidos y “alcen su sombrero de paja toquilla” como gesto de respeto y admiración, de verdaderas obras magistrales.
Estas obras de arte en la ciudad de Guayaquil en esta calle emblemática, ya es tradición en Ecuador, por la masiva cantidad de gente que los visita, prensa extranjera, turistas de todo el mundo, y ciudadanos residentes, para tomarse fotos en familia o para comprar uno, cuyos costos oscilan entre los $5 hasta los $300 dólares, según la calidad y el tamaño, a pocos días de que termine el año, se suele cerrar las calles aledañas.
Una de las tradiciones que se mantiene por generaciones, es el gesto de unión y amor en el último día del año, donde se reúnen la familia, los amigos, y se escucha una voz icono de nuestra bella Perla del Pacífico, la despedida del año en voz de un radio-difusor de la mejor emisora del Ecuador, Radio Cristal, tradicional despedida del Sr. Armando Romero Rodas (+), que aunque falleció hace muchos años, los hogares escuchan la radio para el tradicional conteo regresivo del término del año, que termina en abrazos, lágrimas, alegría, mientras los varones toman los años viejos, y los aglomeran en la calle para quemarlos.
Otra de las tradiciones que hablaremos después en otro reportaje, es la galería de monigotes gigantes, que se hacen en algunas zonas periféricas de la Perla del Pacifico, y que son visitadas por miles de ciudadanos propios o extranjeros
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