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Sáb. Nov 23rd, 2024
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A principios de semana, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un escalofriante vídeo en su cuenta de X. En él se ve a un médico de la organización filmándose a sí mismo en el hospital Al-Aqsa, en el centro de la Franja de Gaza. Entre la multitud de refugiados que se arremolinan en los pasillos, un niño, Ahmed, de 9 años, yace en el suelo, rodeado de personal médico. Le están dando un sedante “para aliviar su sufrimiento mientras muere”, dice el hombre que se graba a sí mismo, con chaleco antibalas.

Ahmed fue víctima de un impresionante ataque israelí cerca del campo de refugiados de Al Maghazi, donde vivían muchos civiles. El primer recuento de muertos del Ministerio de Sanidad palestino fue de 70. Dos días después, la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF), presente en el hospital de Al Aqsa, anunció que había recibido 209 heridos y 131 personas ya fallecidas, “principalmente mujeres y niños”, añade Guillemette Thomas, coordinadora de operaciones de MSF en Gaza, contactada por Mediapart.

El día del ataque, el primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, de visita en Gaza, anunció que “intensificaría” los ataques. En la actualidad, se están produciendo intensos combates terrestres en el norte, así como en el centro del enclave, donde las líneas del frente se están acercando peligrosamente a los hospitales, como en Jan Yunís, donde los combates ya están a 600 metros de la entrada del centro de salud. En el sur, se han llevado a cabo numerosos ataques en los últimos días para “preparar el terreno” para una próxima operación terrestre, según el ejército israelí.

“Los heridos que llegan a los servicios de urgencias son atendidos en el suelo, entre charcos de sangre. Guillemette Thomas recuerda que actualmente hay 10 sanitarios para 500 pacientes en los 9 hospitales que siguen abiertos en Gaza. “Cuando hay una afluencia de heridos graves, como tras el bombardeo de Al-Maghazi, es imposible tratar a todos”, prosigue.

Gran parte del personal médico de MSF se ha ido a refugiar a Rafah, junto con el millón de palestinos desplazados. “Los que quedan llevan dos meses y medio sin apenas dormir y tienen que salir regularmente a buscar comida y agua para sus familias, lo que puede llevarles un día entero”, explica la cuidadora.

Desmembramientos, quemaduras extensas, mutilaciones, metralla por todo el cuerpo y, más recientemente, heridas de bala: los pacientes que llegan a los hospitales necesitarían cinco o seis médicos para una operación “en condiciones materiales y estériles favorables”, prosigue la coordinadora. Así que es imposible tratar a todos los heridos cuando llegan docenas tras un bombardeo. En resumen, un herido grave en Gaza no tiene hoy “prácticamente ninguna posibilidad de sobrevivir”, admite.

Los equipos de MSF están presentes en siete centros de salud del centro y el sur de la franja. Todos ellos informan de una situación caótica en los hospitales, donde se amontonan miles de refugiados que hacen difícil la identificación de los heridos y donde están aumentando las infecciones debido al hacinamiento y la falta de agua potable.

Guillemette Thomas quiere señalar que las cifras del Ministerio de Sanidad palestino (que contabiliza casi 21.000 muertos desde el 7 de octubre) no tienen en cuenta a todas las personas que estaban en los hospitales antes del 7 de octubre: “Hoy tenemos personas que mueren anónimamente de enfermedades que normalmente son curables, como la diabetes, porque ya no pueden ir al hospital”, afirma. “Esas personas pasan desapercibidas y no tenemos estadísticas”.

En el norte de la Franja de Gaza ya no funciona ni un solo centro de salud. La zona, escenario de los combates terrestres más encarnizados, ha sido abandonada por todas las ONG y no puede llegar la ayuda humanitaria.

A principios de noviembre, Jan Younís, una ciudad del sur que albergaba a muchos desplazados del norte, se convirtió en el epicentro de los bombardeos. Según Tamara Alrifai, directora de relaciones exteriores de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), “el ejército israelí ha hecho todo lo posible para desplazar a la población hacia el sur bombardeando zonas consideradas seguras, como Jan Yunís y, más recientemente, Deir el-Balah”.

El 26 de diciembre, el New York Times publicó un vídeo que mostraba que Israel había lanzado casi 200 bombas pesadas en zonas declaradas “seguras” para los civiles, la mayoría de ellas en el municipio de Jan Yunís.

Además de los bombardeos, las ONG se enfrentan a una gran dificultad, utilizada por el ejército israelí: el “black-out”, es decir, los cortes generalizados y muy frecuentes de la red. Ayer por la mañana, la Media Luna Roja Palestina anunció en X que había perdido todo contacto con sus equipos médicos sobre el terreno, cuya sede en Jan Younís también había sido alcanzada por el fuego de artillería, dañando su otro sistema de comunicaciones.

Lo mismo ocurre con MSF, cuyos cortes en la red les impiden llegar hasta los heridos, que ya no pueden pedir ambulancias. “Un arma de guerra como otra cualquiera”, denuncia Tamara Alrifai, que insiste en que estos apagones hacen “muy difícil” la respuesta humanitaria, incluida la distribución de productos de primera necesidad.

El pasado viernes, tras una semana de negociaciones, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó una resolución en la que pedía la entrada “a gran escala” de camiones de ayuda humanitaria en la Franja de Gaza, que actualmente se encuentran bloqueados en los pasos fronterizos egipcios.

La UNRWA declaró a Mediapart que quiere recibir “al menos 500 camiones al día”, el nivel de antes de la guerra, ahora bloqueados. “Este es el número mínimo que nos permitiría ayudar a todos los desplazados”, dice Tamara Alrifai.

En un viaje a Rafah la semana pasada, esta diplomática vio las consecuencias del millón de desplazados que se agolpan cerca del paso fronterizo egipcio. “Ahora mis colegas de la UNRWA ya no pueden distinguir entre los que están en nuestros refugios, como al principio de la guerra, y los que no.”

En la actualidad se agolpan 400.000 gazatíes en las calles que rodean los refugios de Rafah, y el personal humanitario ya no puede introducir mercancías en su interior.

Guillemette Thomas, por su parte, considera que esta operación es un esfuerzo inútil: “Aunque llegue ayuda suficiente, mientras no haya alto el fuego será imposible hacerla llegar a quienes la necesitan”. Este llamamiento fue reiterado por la UNRWA y una docena de ONG, como Human Rights Watch y Amnesty International, en una conferencia de prensa celebrada en París el 18 de diciembre. Para ellos, el cese de los combates es esencial para que la ayuda humanitaria llegue a toda la Franja de Gaza, especialmente al norte.

Traducción de Miguel López

Fuente de esta noticia: https://www.infolibre.es/mediapart/herido-grave-no-posibilidades-sobrevivir-pacientes-gaza-son-atendidos-suelo-charcos-sangre_1_1675796.html


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