México, catalogado como uno de los países con mayor actividad sísmica, enfrenta constante riesgo debido a la interacción de cinco placas tectónicas: la del Pacífico, la de Cocos, la de Norteamérica, la del Caribe y la de Rivera.
Este fenómeno coloca a la nación en una posición vulnerable frente a los terremotos, un desafío para la seguridad y la infraestructura de la región.
La placa de Cocos, desplazándose bajo la placa de Norteamérica a través de un procedimiento conocido como subducción, acumula una fuerte carga energética que, al liberarse, provoca significativos movimientos telúricos.
Este proceso es responsable de varios de los sismos más importantes registrados en el país. Adicionalmente, fallas activas como la de San Andrés complementan el panorama sísmico al poder generar temblores por movimientos a nivel local.
Ante esta realidad, México prioriza la preparación sísmica y la construcción de infraestructuras resistentes a estos eventos.
Estas acciones son fundamentales para aminorar los efectos destructivos de los terremotos, reforzando la importancia de las medidas de seguridad y protocolos de emergencia como pilares en la prevención de desastres.
Fuente de esta noticia Infobae
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