Por Rafael Sagárnaga López
Cuentan los yacuibeños mayores que cuando eran niños la quebrada que marca la frontera argentina se inundaba. En determinados momentos hasta se podía tomar un baño agradable, pero también podía haber peligrosas crecidas que afectaban a los barrios cercanos. Hoy la quebrada permanece casi seca todo el año, pero experimenta otro tipo de inundación que se extiende a toda la ciudad: un incesante trasiego de mercadería ilegal. La percepción generalizada es que se experimenta un frenético boom del contrabando que desbordó todo control.
“Prácticamente toda la ciudad vive de esto”, dice Paulo Gómez (nombre ficticio). Como varios de sus colegas, este taxista también ejerce de guía comercial capaz de ubicar proveedores en el lado argentino y transportadores bolivianos. Desde el mirador de esta urbe de más de 100 mil habitantes, Paulo describe la incesante maquinaria comercial. Empieza en humildes carretillas y concluye, sobre todo, en los tráileres y buses de pasajeros de más de 30 toneladas de peso. Puede involucrar a tres desconocidos en un negocio circunstancial o a 20 en un equipo muy bien organizado.
La frase “todo pasa” puede tener diversos significados en esta zona. “Sí, se puede pasar todo, llevar o traer cualquier cosa, responde Paulo a la consulta. Por África (nombre popular del barrio ubicado al sur de la quebrada) es más fregado, por ahí pasan, desde ganado hasta droga al menudeo, y pasan cosas graves. Por este lado (Barrio Nuevo), pasan los comestibles, bebidas, productos de limpieza, comida para mascotas… Todas estas casas pueden usarse como pasos, pero hay unas cinco o seis que son las más conocidas”.
Paso binacional de 50 segundos
Es la consecuencia de un rebalse urbano internacional. Yacuiba creció hasta la plena línea de frontera, se ha fusionado con Pocitos. Allí se alinean decenas de casas virtualmente binacionales a lo largo del accidentado vértice fronterizo. En una de ellas, en medio de una especie de patio que cruza la quebrada, aparece el propietario. Sin mayor trámite que pagar dos bolivianos (también es librecambista), en contados 50 segundos, llegamos caminando a Salvador Mazza, ya en territorio argentino. Es tan intenso este paso de peatones, que en los dos lados de la frontera hay vendedoras de comida.
El singular ingreso a la ciudad argentina colinda con un galpón donde varios estibadores, con gatas y carretillas, acumulan dinámicamente cajas de aceite, vino, cerveza… Curiosamente, a unos 300 metros hacia el sur, está el paso internacional de frontera, allí trabajan los gendarmes federales y funciona la aduana integrada. Paradójicamente, en esos ambientes el ingreso migratorio y de mercadería tarda 10 veces más. Cada cual en lo suyo. Algunos gendarmes, en un respiro de sus actividades, conversan mientras toman un café y miran con total naturalidad ingresos y salidas paralelos e ilegales.
Cóndores contrabandistas
El abierto sistema yacuibeño se activa ahí, luego de comprar la mercadería elegida. Según el caso, se puede optar por servicios en los pasos más frecuentados. El contrabando hormiga apela regularmente a estos corredores que tienen nombres curiosos: “los baños”, “la federal” o “el bateón”. Allí se paga, por ejemplo, un boliviano por caja de cerveza dejada en custodia y dos por caja puesta al otro lado de la frontera. Cada paso cuenta con su cajera y sus veloces bagalleros. Desde allí, un taxi o un minibús trasladan la mercadería hasta el bus, con cuyo conductor se hizo previamente la negociación.
Por su parte, los pasos conocidos como “la cascada” y “la bombonera” sirven para el contrabando de grandes volúmenes de carga. Entonces interviene uno de los emblemas regionales: “El cóndor”. Un cóndor llega hasta el límite argentino y otro “cóndor” espera en territorio boliviano. Se trata del camión mediano, fabricado por una conocida empresa japonesa, que pareciera haber sido hecho a pedido expreso de los contrabandistas bolivianos.
Veloces, compactos, altamente maniobrables y capaces de cargar hasta 20 toneladas, se encargan de llevar “equipos”, es decir, bloques de 2.500 latas de cerveza o 200 quintales de maíz, soya u otras mercaderías, hasta tráileres o buses. Buses de transporte de pasajeros, claro está.
Yacuiba es una urbe que no duerme. Bagalleros y “cóndores” tienen intensa actividad desde la madrugada. Por las noches, buses y tráileres se despliegan por prácticamente toda la ciudad. Debe ser una de las ciudades más transitadas por buses que, repentinamente, “desaparecen” cerca de canchones, galpones o almacenes. Luego recién, en medio de las sombras, se orientan rumbo a la terminal de pasajeros.
Servicio especializado
No sólo los pasos de frontera tienen organizado su servicio. Quienes buscan menos ganancia, pero más seguridad, también en el Barrio Nuevo, tienen empresas de piloteros que garantizan la llegada de la carga a destino. Están especializadas en diversos rubros de carga. Claro, el primer encuentro implica miradas esquivas, frases incompletas, preguntas incómodas. Luego el diálogo fluye, siempre con frases breves y casi codificadas.
“Depende de la cantidad, puesto en Santa Cruz, ¿no?”, responde el ejecutivo pilotero, en medio de uno de los galpones que caracterizan a estas empresas. En algunos, bien podrían ingresar hasta 10 camiones de alto tonelaje, en otros, como aquí, dos o tres. En cada caso es posible observar una secretaria, estibadores y otros funcionarios.
“Porque también hacemos llegar a Tarija y La Paz, explica el pilotero. Por ahí alcanza para flota, entonces va en el bus. (…) Tráiler es más caro, pero todo va garantizado. Tenemos contactos, seguridad en la ruta, con camionetas. De esto vivimos, pues”.
La seguridad implica el alquiler de dos a tres camionetas donde van vigías del tráiler o el bus. Se asegura que viajan armados y con intercomunicadores. Si advierten algún movimiento de las autoridades, dan la alerta y se procede a buscar escondites; pero si no es posible esa medida, se opta por el enfrentamiento. Según Paulo, se paga 300 dólares por el servicio de cada camioneta de “campanas” o “loros”, y ellos cuidan a más de un vehículo. Recorren rutas alternativas alternándolas con tramos de la carretera pavimentada. Una camioneta se adelanta media hora al motorizado que lleva la mercadería; otra, 15 minutos, la tercera va como escolta.
“Hay pasos no autorizados, ilegales, dice René Rollano, dirigente de los productores agrícolas de la región. Por Cañón oculto, por D’orbigny’, por ahí nadie controla, prolifera el contrabando, mucha gente ya se dedica a eso. Todo el contrabando pasa como si nada. Muy rara vez han detenido vehículos de alto tonelaje, especialmente los cargados con maíz y soya. La mayor parte logran pasar y, según denuncia permanentemente la gente, porque los contrabandistas se acostumbraron a comprar consciencias de quienes deben frenar esta labor”.
Trancas originarias
Rollano coincide con otras fuentes consultadas que describen esa combinación entre rutas alternativas y controles tolerantes. Freddy Santos (nombre ficticio), comerciante que recorre la región desde hace cinco años, explica que los tráileres sólo ingresan a carretera asfaltada en la zona de Abapó. Es decir, evaden controles a lo largo de 348 kilómetros de los casi 550 que unen a la ciudad fronteriza con Santa Cruz. Cuenta detalladamente cómo en esas rutas paralelas existen trancas organizadas por grupos indígenas que cobran “peaje” a los contrabandistas bajo rudas amenazas: “A los que se avivan los bloquean, saquean y hasta el chófer tiene precio que debe pagar el dueño”.
“En Abapó ya no se puede agarrar ruta paralela, hay un retén aduanero”, explica Freddy. “Antes de ahí lo que han organizado es un transporte basado en “toritos” (los triciclos motorizados). Descargan en varios “toritos”, estos recorren una senda de unos cuatro kilómetros y los esperan al otro lado de la carretera. Es como un sindicato de “toritos” que opera ahí para los tráileres y también para algunos buses”.
Según las fuentes, el negocio directo funciona especialmente con diversos policías, quienes en varios casos, hasta cobran en especie. Múltiples anécdotas de vecinos yacuibeños, villamontinos o de otras poblaciones recuerdan cómo algunos uniformados se acercaron a casas o tiendas y ofrecieron discretamente mercadería barata. “Un día, a una tía que vive en el barrio Florida un policía le preguntó si compraba cebollas, cuenta Paulo. Parece que pescaron a un volquetero que no tenía plata y les pagó con un bolsón de cebollas, otras veces andan ofreciendo cajas de cerveza a 30 bolivianos”.
“La tarjeta verde”
Tal cual cita Rollano, al parecer, hay acuerdos a otro nivel que funcionan con otras instituciones. Así como en pasadas décadas funcionaban las “tarjetas blancas de Durán” o “rojas de Vaca Diez”, hoy varias voces mencionan los “pases verdes”. Aluden a intermediarios que, una vez hecho el acuerdo, se encargan de visitar los retenes por donde pasarán sin mayores problemas buses y camiones. Así sucedió, por ejemplo, entre la noche de este martes 21 y la madrugada del miércoles 22 de noviembre.
“Sólo quedan tres espacios, escoja entre los que no están marcados”, decía la responsable de una de las empresas de buses en horas de la mañana, mostrando el diagrama del bus. Al parecer una delegación había comprado el resto de los asientos. Pero en la noche, al partir, parecía un bus fantasma, apenas viajábamos seis pasajeros.
Era un misterio el contenido del interior del bus. El vehículo y su delegación espectral transitaron sin mayores contratiempos los 171 kilómetros que separan Yacuiba de Entre Ríos, en la ruta a Tarija. Allí los funcionarios del Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag) realizaron un singular decomiso.
“No queremos problemas”, dijo uno de los funcionarios. “Si los pasajeros hacen problemas, entonces se queda el bus en el canchón, así que, por favor suban al bus y esperen”. El operativo continuó sólo a nivel del buzón. Algunas decenas de cajas, a manera de porcentaje de cada producto, fueron decomisadas, el resto continuó viaje con sus seis pasajeros y la delegación fantasma.
Contrabandista afectado
Horas antes algo parecido sucedió con el bus de otra flota en la vía a Santa Cruz. Llevaba más pasajeros vivos en la cabina y probablemente carga fantasma en el fondo. Pasó sin mayores revisiones prácticamente toda la ruta. El ambiente se tensionó cuando se produjo una inspección policial en Río Seco, a 32 kilómetros de Abapó y casi 380 de Yacuiba. Tras intimidantes preguntas y solicitudes de documentos a los viajeros, sólo hubo un afectado: un jovencito que traía dos mochilas consigo, algunas bolsas en el buzón y viajaba escuchando un seminario mexicano sobre cómo triunfar en los negocios.
“Es para mi novia, oficial”, le explicaba al uniformado. “Yo me ambulo en el mercado con eso, oficial. No tengo más que eso, oficial…”. “Doscientos pesos me ha sacado el desgraciado”, nos confesaba cuando el vehículo retomó viaje. El resto de los pasajeros y los fantasmas, bien gracias.
Los reclamos de los productores nacionales se han multiplicado ante el tsunami de mercadería ilegal argentina. Rollano lamenta que, por ejemplo, los precios del quintal de maíz tengan un costo de 90 bolivianos mientras que el contrabandeado raye en los 50. Se sabe que una conocida empresa avícola cruceña pasó de comprar a productores nacionales, a contratar piloteros y, luego, a contrabandear, con tráileres propios, grano. El desbalance de precios se amplía, especialmente, a los casos de la soya, el vino y la cerveza.
Las amas del negocio
El fenómeno alcanza tal intensidad que decenas de reportajes de prensa y televisión identificaron a diversas empresas de buses con los mentados pasajeros fantasma. Es más, en Yacuiba hasta se habla de personalidades icónicas implicadas en el negocio. Resulta conocido el caso de “Doña Soliz” de quien se dice que mandaba hasta dos flotas por día cargadas de contrabando. Es frecuente la mención de la “suegra del huevo” a quien se atribuye la propiedad de una empresa de buses “que lleva y trae carga”. Y se habla de inversiones de personas aún más poderosas.
“Hay muchas empresas o choferes que, en vez de llevar pasajeros, llevan contrabando” reconoce el Viceministro de Lucha Contra el Contrabando, Pedro Vargas, quien asegura que se ha trabajado una estrategia gubernamental contra el problema. “Varias personas dedicadas al contrabando ven más fácil contratar una flota que como tal pasa las diferentes trancas. El contrabando también se da modos, es toda una organización, ni mira solamente una situación. Hemos detectado también cisternas (…) El contrabando se vale de todo”, enfatiza la autoridad.
Vargas reconoce que la zona más crítica constituye Yacuiba. Las cifras muestran la dimensión de este tsunami comercial. Según la Cámara Nacional de Industria (CNI), el contrabando movió en 2022, 3.300 millones de dólares en Bolivia, es decir, más del 7 por ciento del PIB. Ello implica un crecimiento del 233 por ciento desde 1999. Paralelamente, las ganancias de las 500 empresas más grandes de Bolivia cayeron en 12,5 por ciento. Más de 38 mil industrias nacionales y a 600 mil empleados fabriles resultan los más afectados.
Viceministro Pedro Vargas: “El contrabando se vale de todo”
El contrabando en Bolivia mueve una economía paralela que equivale al 7,96% del Producto Interno Bruto del país, es decir, los intereses económicos que maneja son muy grandes. Ante las tareas de interdicción del Estado Boliviano, los contrabandistas desarrollan nuevas formas de continuar con el trasiego ilegal de mercaderías. Pedro Vargas, Viceministro de Lucha contra el Contrabando, habla en esta entrevista sobre las nuevas formas que presenta este ilícito.
— ¿Qué nos puede contar sobre las nuevas formas de operar que tiene el contrabando?
— Justamente, a partir de la gestión 2022 hemos ido identificando que el transporte de pasajeros interprovincial e interdepartamental se convirtió en un medio para transportar mercancías de contrabando de todo tipo. En Desaguadero es el transporte interprovincial, pero lo que más se ha localizado en el interdepartamental es en la Ruta Nueve, que une Yacuiba con Santa Cruz.
Acomodan la mercadería en compartimientos que han sido acomodados para este tipo de ilícito. Hubo, recurrentemente, alrededor de cinco flotas que no transportaban pasajeros, iban llenas de mercaderías de contrabando. Fueron llevadas intactas, flota y mercancía, a instalaciones de la Aduana en Yacuiba. Pasó lo mismo, en diferentes puntos de control que tiene la Aduana, por ejemplo, Suticollo en Cochabamba. En Santa Cruz, la Policía halló a estos vehículos de transporte llenos de mercadería.
Hay gente que ya se dedica a contratar directamente a las empresas o a conversar con los choferes. En la pasada gestión, el Ministerio de Obras Públicas ya observó esta situación y sacó una normativa en la que hay una sanción: 200 UFV y, una máxima de quitarles su certificado de funcionamiento. Con la Autoridad de Transporte y Telecomunicaciones (ATT) ya hicimos operativos en diferentes terminales, como Santa Cruz y La Paz y El Alto.
La ATT comprobó que en los lugares que son asientos para las personas y en los pasillos se lleva mercadería. Ya han ido las sanciones y esto ha motivado una reunión con los dirigentes de la Federación del Choferes de Bolivia e iniciamos una campaña de prevención.
— ¿Qué tan vigente está la norma que emitió el Ministerio de Obras Públicas?
— Mandamos un reporte de las flotas que están incurriendo en este delito con todo el detalle: empresa, número de placa, nombre del chofer y tipo de mercancía que estaba transportando. La ATT tiene ese registro y procede. Hay una recurrencia total, hay varias empresas que comenten este tipo de irregularidades. Vamos a seguir interviniendo.
—¿Será posible conocer esa lista de las empresas que son recurrentes en esta práctica?
— Hay una reserva para no comprometer a las empresas porque podríamos generar ciertas repercusiones. Pero hay una lista de alrededor de seis empresas que incurren este delito constantemente y hay más de 100 que se ha identificado que lo cometieron.
— ¿El contrabando se volvió una actividad tan lucrativa que las empresas optan por llevar carga en vez de pasajeros a diferencia de lo que pasaba antes?
— Sí. Y esto también ha generado que varias personas, dedicadas al contrabando, prefieran las flotas. Como las autoridades ven el letrero de flota, ya no revisan y pasan las trancas de Tránsito, Aduanas, etc.
Vemos también que el contrabando se da modos. Es toda una organización. Hemos detectado también cisternas. ¿Quién puede pensar que una cisterna donde dice “Peligro combustible” esté llevando dentro contrabando? Hemos visto, comprobado, en cuatro oportunidades que adentro había cerveza, harina, etc. Lo más preocupante son las modificaciones que hacen a sus vehículos. Hace una semana, en el Desaguadero, vimos cómo debajo del chasis había una gran cantidad de línea blanca, negra, etc. El contrabando se vale de todo y en eso está también el transporte.
Fuente de esta noticia Diario El Deber Bolivia.
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