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Gonzalo Sánchez y Miguel Salvatierra

Roma, 16 nov (EFE).- Últimamente Roma se despierta con más jaleo de lo habitual, que no es poco, convertida en una gran obra a cielo abierto para embellecerse ante el Jubileo de 2025, con trabajos en cada esquina que costarán millones de euros y que intensifican el caos, casi congénito, de la Ciudad Eterna.

Los papas ofrecen aproximadamente cada cuarto de siglo el perdón de los pecados pero, para ello, los peregrinos deben acudir a Roma y cruzar la Puerta Santa. El próximo Jubileo será en 2025 y la Santa Sede espera a unos 30 millones de pecadores en busca de indulgencia.

Pero los romanos ya han empezado con su penitencia, viendo cómo sus barrios se llenan de obras que deberán adecuar calles, plazas y jardines, a menudo sumidas en el descuido, cuando no el abandono.

“Hay mucha confusión. Venir al centro con el coche es prácticamente imposible. O coges una moto o el metro”, dice a EFE Sandro, un joven romano que vive en las afueras de la ciudad y que trabaja en un restaurante en Vía Borgo Pío, junto al Vaticano.

Los turistas también han comenzando a expiar sus pecados, como Ana y Teresa, dos jóvenes españolas que han sufrido las obras en sus dos días de visita a la capital italiana: “Hay bastantes y a la hora de ver monumentos fastidia un poco”, además de que es “más peligroso” caminar por las ya de por sí complicadas calles romanas.

El plan urbanístico por el Jubileo, que incluye 184 obras por valor unos 2.000 millones de euros, está orquestado por el alcalde romano, el progresista Roberto Gualtieri, y una comisión integrada por el Gobierno italiano y el Vaticano.

En el saco hay dinero para todo: 15 millones para la plaza de San Juan de Letrán, la histórica catedral romana; otros 7 millones para adecuar las maltrechas aceras del centro y cuantiosos fondos para dar lustre a las inmediaciones de San Pedro, entre otras obras.

También se ha desplegado el plan “Roma hace camino”, con 300 millones de euros para arreglar 800 kilómetros de calzadas y 700 calles de la capital sobre las que fluye el 65 % de su tráfico.

El trajín de las obras resuena en la Plaza Pía, al final de la Vía de la Conciliación, la avenida que desemboca en la Plaza de San Pedro, para desesperación de quien se mueve en coche, y la cercana Vía del Corridori en breve se empezará a pavimentar con adoquines o, como se les llama en Roma, “sanpietrini”.

Allí, Raffaello, que trabaja como encargado en un restaurante que ha visto mermado drásticamente el número de clientes, considera las obras una “calamidad”.

“Cuando estaba el pasaje abierto -entre el Castillo de Sant Angelo y Vía de la Conciliación- teníamos la oportunidad de atraer gente, porque éramos los primeros. Ahora, cuando llegan, han pasado por miles de locales antes”, cuenta a EFE resignado.

Por no hablar del centro histórico de la ciudad, con la Plaza Venecia, una enorme explanada en el corazón mismo de Roma donde confluye el tráfico desde dieciséis calles sin semáforos, representando como ningún otro lugar el misterioso orden que reina en el caos romano.

Las obras han convertido esta zona en un punto negro para el tráfico romano, como explica a EFE Alessandro, que lleva 14 años trabajando como taxista y relata cómo su sector se ha visto especialmente afectado.

“Plaza Venecia es un problema porque, en hora punta, puedes pasar 15 o 20 minutos parado esperando a que se mueva el tráfico”, “el doble” del tiempo que tomaba antes cruzar este emblemático lugar.

La plaza, a los pies del monumental Altar de la Patria y junto a los Foros Romanos o la Columna de Trajano, estará rodeada de verjas al menos durante una década por la construcción de una parada de la futura línea de metro que cruzará el centro.

Se trata de un desafío de la ingeniería: el túnel se excava a 85 metros de profundidad y la estación emergerá entre las incontables ruinas que esconde el suelo romano, pues entre 2007 y 2010 se hallaron muy cerca los restos del auditorio de Adriano, del siglo II d.C.

Por todos estos tesoros enterrados, nadie se atreve a apostar que las obras terminen en el plazo fijado.

“La realización de esta estación es una de las más difíciles del mundo por la composición del terreno y su estado arqueológico”, asumió el concejal romano de Movilidad, Eugenio Patanè, en la apertura de estas obras, que costarán 700 millones de euros. EFE

gsm/ms/mr/jac

(foto) (video)

Fuente de esta noticia Infobae


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