“Con los moros no tenéis cojones”; “Marlaska, julandrón, quítanos el dron”; “España es cristiana y no musulmana”; “La Constitución destruye la nación”; “Felipe, masón, defiende tu nación”. Son solo algunas de las proclamas que se han escuchado en los últimos días en las manifestaciones ante las sedes de los socialistas en protesta —teóricamente— por la ley de amnistía y la investidura de Pedro Sánchez, pero cuyos mensajes dejan claro que va mucho más allá. También los cánticos, con el Cara al Sol como protagonista, entonado por los manifestantes más ultras.
En la ofensiva contra el partido del puño y la rosa están participando la derecha neonazi y la falangista, la empresa Desokupa y el difusor de bulos Alvise Pérez, el teórico de la conspiración Luis del Pino y los ultracatólicos de Hazte Oír, entre otros grupos e individuos. El sociólogo Guillermo Fernández-Vázquez, autor de Qué hacer con la extrema derecha en Europa. El caso del Frente Nacional (Lengua de Trapo, 2019), pone el foco en uno de ellos denominado colectivo 711 —en referencia a la fecha de la llegada de los musulmanes a España— que está enarbolando un “movimiento identitario naciente” a través de campaña de acción directa al estilo de Greenpeace. “Están soñando con hacer su propio 15M“, resume a infoLibre Fernández.
La principal formación política que está impulsando estas concentraciones es Vox a través de su asociación juvenil, Revuelta. El sociólogo explica que la formación de Santiago Abascal está “en una situación delicada” porque el resultado del 23J no fue bueno y ha dejado de tener el apoyo de la derecha mediática. “En Vox lo ven como una oportunidad de marcar el paso al Partido Popular y movilizar a sus bases, generando una cierta épica para no quedar orillado”, subraya. Aunque el partido ultra se ha exculpado de los altercados más violentos, el experto cree que no están realmente preocupados y que se trata de un “bautismo” para “sus simpatizantes más jóvenes”.
Sin embargo, Fernández no cree que las consignas racistas u homófobas puedan tener un apoyo mayoritario en nuestro país. “Vox está en una pelea por liderar el antisanchsimo, donde el carril central es la amnistía y la oposición a la izquierda y al socialismo, lo demás es lateral”, opina. Aun así, el sociólogo sí que identifica como una de las proclamas más asentadas el “antifeminismo” que, a su vez, está amplificado por sus satélites e influencers y trata de dar una explicación al resto de los gritos escuchados en las concentraciones de los últimos días.
La hostilidad hacia los migrantes —especialmente a los de origen árabe, aunque no exclusivamente— envuelta en el celofán de la lucha contra la delincuencia y la preservación cultural, es una de las banderas de la ultraderecha. Hay estudios que documentan que España es, junto con Irlanda, el país de la Unión Europea donde hay un mayor porcentaje de población con sentimientos favorables a la inmigración de fuera del Viejo Continente. Sin embargo, el cáncer contra el diferente sigue estando bien presente y es lo que trata de explorar Vox.
Fernández asegura que las frases criminalizando a los menores no acompañados o que afirman que la Policía es menos dura con los extranjero, además de no ser ciertas, componen “el pensamiento típico de la base militante de Vox y de sus dirigentes” aunque “no necesariamente de su electorado” que es “más diverso”. En campaña electoral la formación ultra se valió de datos falsos para sostener que estos menores recibían 10 veces más dinero que un jubilado.
Junto a la seguridad, el otro valor a proteger para Vox es la identidad, cobertura del discurso antimusulmán en Hungría, Polonia, Italia, Holanda, Francia y los países nórdicos. Se trata de defender eso que Abascal llama nuestros “valores occidentales”, y que serían los valores cristianos. Se trata de una consigna explotada por otras extremas derechas como la francesa, desde Le Pen padre a Le Pen hija, ha tenido en la idea de una defensa de los valores occidentales frente a la islamización su columna vertebral.
El sociólogo explica que, a diferencia de algunos grupos neofascistas que en los años 70 y 80 enarbolaron en Francia “una especie de paganismo contra el cristianismo” que tuvo cierta aceptación y que “hacían culpable al cristianismo de la extensión de ideas igualitaristas mientras ellos defendían un elitismo de los mejores”, en España estas proclamas “se hacen en nombre del cristianismo” pero en contra del Papa Francisco porque “les parece un traidor, un quintacolumnista dentro de la Iglesia, un Papa anticristiano”, ironiza Fernández. Según recientes estudios del CIS el catolicismo ha perdido fuelle social y la cifra de ateos, agnósticos y quienes sienten indiferencia hacia la religión se sitúa en su máximo histórico, con un 38,7%.
España fue la cuarta nación del mundo que legalizó el matrimonio homosexual —julio de 2005, con el socialista José Luis Rodríguez Zapatero en Moncloa— y es también uno de los países más tolerantes con el colectivo LGTBI. Aunque no todos los datos son positivos. En 2021, según las estadísticas oficiales sobre delitos de odio recopilados por el Ministerio del Interior, se registraron un total de 477 hechos conocidos –entendidos como el conjunto de infracciones penales y administrativas que contabilizan las autoridades– en los que el autor del delito asentaba sus motivaciones en la orientación sexual o la identidad de género de la víctima.
Los gritos atacando al ministro del Interior por su condición sexual se repiten en cada concentración. Según Fernández, en los movimientos de carácter identitario hay una homofobia “muy expresa” en la que la palabra ‘maricón’ se utiliza “sistemáticamente como insulto”: “Todas las cosas malas y traiciones siempre se producen por esa especie de lobby gay”, resume. Sin embargo, no cree que este tipo de ideas consigan calar en la población general, que más bien reacciona con rechazo.
En una de las pancartas más visibles de la concentración se aseguraba que “la Constitución destruye la nación”, lo que supone una novedad frente a una derecha que siempre ha defendido el documento ratificado en 1978 a fuego. Sin embargo, el sociólogo consultado asegura que se trata de una consigna “típica” del nacionalismo identitario y de la extrema derecha por la cual la Constitución y la nación “son totalmente independientes”. “Argumentan que la nación no nace de un pacto político, sino que es una entidad preexistente, una esencia a la que pertenecen los individuos nacionales y la misión de los individuos es preservarla”, subraya.
Sucede del mismo modo con el monarca, Felipe VI. Se trata de una figura que la derecha ha patrimonializado frente a una izquierda crítica con la monarquía y los privilegios de sangre. Pero la principal crítica de estas organizaciones no cuestiona su legitimidad, sino que le ataca porque considera que debería oponerse de manera tácita a los planes de Pedro Sánchez y no proponerlo como candidato ni aceptarlo como presidente del Ejecutivo.
Otro dato llamativo de estas protestas es que están siendo ellos —y no ellas— los que salen de manera masiva a la calle a protestar. También son ellos los que se ponen al frente de las protestas más violentas. Aunque destaca esa falta de paridad no es inusual si nos atenemos a los datos. Las formaciones ultra se apoyan mucho más en el voto de los hombres que de las mujeres. Se trata de un fenómeno general desde la década de los ochenta descrito por primera vez como “brecha de género de la derecha” por la investigadora estadounidense Terri Givens.
Esta brecha de género es fuerte en la mayoría las extremas derechas europeas a nivel de voto —a excepción de Marine Le Pen y Giorgia Meloni, ambas mujeres, que sí que reciben más apoyo de los hombres pero la diferencia no es tan grande como en otros casos— y Fernández asegura que también se aplica en el caso de España sobre todo, a nivel de militancia.
A todos estos elementos se le suman los cánticos franquistas, las banderas preconstitucionales, la propagación de teorías de la conspiración como la del 11M, que afirma que en realidad ETA estuvo implicada y una ferviente oposición al presidente del Gobierno en funciones, al que quieren enviar a prisión por dar un “golpe” a la democracia.
El sociólogo cree que Sánchez es el enemigo a batir frente a una desdibujada Yolanda Díaz. “Una muestra de su invisibilización es la omisión de los enemigos del Gobierno, que no la consideran relevante”, subraya. A su juicio, esto supone un “problema para Sumar” y demuestra que la figura de Díaz “es muy dependiente de su papel dentro del Gobierno” lo que le dejaría en una situación muy complicada en caso de repetición electoral.
Fuente de esta noticia: https://www.infolibre.es/politica/homofobia-racismo-masculinidad-cara-sol-regreso-espana-hiela-corazon_1_1636437.html
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