Cuando las finanzas empiezan a fallar, los síntomas que se manifiestan en una economía familiar, o de un país son evidentes. Por ejemplo, los ingresos empiezan a caer, se empiezan a usar los ahorros y se incrementan los créditos o préstamos. Lo que pasa en la economía boliviana es preocupante, las señales están dadas. Ahora estamos en puertas de un déficit en la balanza de pagos.
El año 2010, se observó la primera señal de debilidad del “modelo económico” cuando el gobierno del MAS tuvo un intento de eliminación de la subvención al combustible, por ello promulgó el 26 de diciembre de ese año el DS 748 con la finalidad de ajustar los precios del combustible a los movimientos del mercado. Vanos fueron los intentos del ajuste, ya que la población no aceptó y prefirió que las subvenciones continúen. Actualmente, de acuerdo con el Presupuesto General del Estado del 2023, las subvenciones programadas son 8.079 millones de bolivianos equivalentes a 1.160 millones de dólares, de los cuales 1.097 millones de dólares corresponde a la subvención de hidrocarburos y 63 millones de dólares a los alimentos.
El año 2014, la economía de Bolivia lanza una segunda señal estructural y visible, mostrando así de que la sostenibilidad económica no estaba garantizada, ésta se visualiza en el déficit fiscal de 3.36%, producto de la caída de los ingresos por la venta de gas a Brasil y Argentina. Este indicador desde ese año hasta el 2022 fue negativo. Por su parte, el gobierno en vez de controlar el gasto público prefirió financiar el déficit fiscal con el señoreaje. Para que éste último sea efectivo, realizó una campaña fuerte de bolivianización del sistema financiero y ante cada déficit fiscal de los años siguientes, fue aumentando la emisión monetaria para capturar una parte de su poder adquisitivo.
El año 2022, el mercado internacional nos envía una tercera señal, Bolivia sale a la busca de capitales y se encuentra que los bonos soberanos ya no son más atrayentes para los inversionistas y en lugar de traer 2000 millones de dólares solo atrae 918 millones de dólares, curiosamente comprados por las AFPs de Bolivia, afectando de esta manera los recursos de los jubilados sin que la población se manifieste al respecto. Esta vez, estos recursos eran necesarios para cumplir los compromisos asumidos el año 2012.
Este mismo año, la cuarta señal viene dada por la caída abrupta de las Reservas Internacionales. Bolivia acumuló Reservas Internacionales hasta 15.123 millones de dólares el 2014, pero a partir de ese año fue reduciendo a razón de 1.415 millones de dólares por año, hasta llegar a 3.796 Millones de dólares el 2022. A fin de recuperar las Reservas, el gobierno promulga la Ley 1503, destinada a comprar oro, y así aumentar las reservas del BCB; sin embargo, el BCB vendió más oro (17tn) que comprar (0.068 tn), o sea redujo las reservas en vez de aumentar, para pagar compromisos de deuda externa. Esta cuarta señal, se hace evidente en la población con la escasez de dólares que empieza a lidiar con un tipo de cambio paralelo (no oficial) que llegó hasta 7.9 Bs por cada dólar cuando el oficial es de 6.96.
Ante la necesidad de liquidez, el gobierno boliviano empieza a deshacerse de más activos y envía una quinta señal sobre la situación económica, y se da a través de la venta de Derechos Especiales de Giro (DEGs). según un reporte del Fondo Monetario Internacional -FMI- se devela que Bolivia cambió sus DEGs por dólares, pasando a poseer de 394 millones DEGs (equivalentes a 538 millones de dólares) a sólo 39 millones de DEGs (equivalentes 53 millones de dólares), usando así el 90% de los recursos que Bolivia disponía en ese organismo. La necesidad de liquidez para pagar compromisos de deuda externa se hace cada vez más inminente.
Para terminar, si bien la escasez de dólares continúa en la economía, la aproximación de un déficit en la balanza de pagos, que es la imposibilidad de pagar todas las importaciones y la deuda externa, es una presión mucho mayor para obligar a un ajuste en el tipo de cambio, esto desde un punto de vista de la racionalidad económica. Este análisis no incorpora variables de la economía subterránea. Las señales se fueron dando, las alertas de economistas y analistas se fueron mencionando; sin embargo, el gobierno del MAS prefiere mantener el gasto público elevado, mantener el déficit fiscal y sostener su “modelo económico” con publicidad estatal superflua y engañosa.
Fuente de esta noticias es El Deber: Leer más
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