Dicho de otro modo, ese sentido de la vida, ese sentido de pertenencia a nuestro pueblo, sumado a sus formidables dotes artísticas, es lo que lo ha mantenido firme en el difícil camino de la permanencia a través de los años y de los sucesivos reemplazos generacionales.
Vale entonces en esta primavera de 2023 reiterar conceptos que ya hemos vertido en otras oportunidades. Y lo volvemos a hacer con la convicción de que siempre será poco lo que se pueda decir acerca de las nobilísimas cualidades humanas y artísticas de este gigante cantor popular. Y asimismo porque con el paso del tiempo nuevas generaciones se suman al devenir – dicho esto en el sentido filosófico- de la sociedad uruguaya.
Reiteramos entonces que Guerra es sin duda alguna uno de los artistas mayores de nuestra cultura popular. Cuando uno escucha esa voz tan cálida y portentosa, tan representativa de un modo de ser uruguayo, de inmediato lo reconoce. Si se es un auditor atento, la densidad o el espesor que le otorga a sus canciones, por su calidad estética y conceptual, por la generosa expresividad de su registro impar, hacen de éstas un verdadero placer para los sentidos. Pepe Guerra posee un majestuoso poder de convicción, una sensibilidad exuberante y también como autor una línea compositiva que raya la excelencia.
Y a pesar que a esta altura de su imponente trayectoria parezca ser reiterativo, bien vale la pena recordar que José Luis Guerra nació en la ciudad de Treinta y Tres y su único oficio fue siempre el de cantor popular. Sin olvidar nunca su origen humilde, logró sin proponérselo que en Uruguay su nombre se fuera haciendo sinónimo de la música del pueblo, sintetizando en sus cantares el sentir y los ritmos de su gente. Un dato contundente es que no existe ningún uruguayo dentro o fuera de fronteras que no sepa quién es Pepe Guerra, el cantor que nació junto al río Olimar.
Junto al también treintaitresino Braulio López Integró Los Olimareños, legendario dúo que con cuarenta y cuatro discos editados recorrió el mundo entero obteniendo innumerables distinciones. Los Olimareños por su repertorio, por la excelente calidad en que se amalgaman sus voces y tal vez por lo que siempre permanecerá como un misterio indescifrable es y será una formación que permanece viva en la memoria colectiva de todos los uruguayos como un punto referencial, ya que más que un conjunto de canto popular, sigue siendo un fenómeno social irrepetible
Desde 1978 Guerra vivió en el exilio cantando por el mundo con el dúo, residiendo en España y México, volviendo definitivamente al Uruguay en 1984. En 1990 inició una brillante labor como solista, recorriendo un nuevo y sólido camino, demostrando en los escenarios su potente comunicación con el público.
Su guitarra tiene un toque exclusivo, inconfundible en sus trémolos, y la voz de Pepe Guerra -y el letrista no se olvida- es reconocida en las canciones populares como una de las características uruguayas desde la década de los años 60 de siglo XX a la fecha.
Y reiteramos que cada una de sus presentaciones ante el público tienen el sello de la emoción lo cual es, por cierto, una señal contundente de la trayectoria siempre en ascenso y a la vez fecunda de un irrepetible. Una trayectoria que desde el vamos ha apuntado hacia la emotividad, hacia la belleza y siempre, siempre a la tarea de ser espejo de la sociedad en la cual le ha tocado vivir. Armado de un manojo superlativo de canciones definidas por su hondura y por un humanismo a prueba de fuego, este emblemático cantor, que ha sabido acompasarse al paso del tiempo sin por ello ceder un ápice en su modo de plantarse en el escenario así como en la vida, ha forjado e interpretado mucho más que un abanico de bellas canciones. Pepe Guerra ha planteado su modo de andar. Lo que ofrece es el compartir una manera de interpretar la vida, un modo de interpretar la comarca y el mundo desde el sentir popular a través de su yo particular, ese yo particular que en su voz deviene en arte.
Se trata pues -al decir de Bertolt Brecht- de un imprescindible, de un hombre con una trayectoria en la que ha habido un continuo desarrollo de ideas, una evolución intuitiva permanente, que, sin embargo, no ha sido obstáculo para mantenerse fiel a sus raíces, a sus principios, a sus orígenes de humilde cantor de pueblo chico. Eso, junto a su inconfundible voz, es lo que lo ha situado en la admiración, en el cariño y en el respeto de la sociedad que lo engendró y que lo erigió como uno de sus mayores referentes artísticos.
Guerra, noble espejo e intérprete de las alegrías y dolores de nuestra tierra, esa atadita con alambre en el campo y la ciudad, cantándole a los de abajo donde está su corazón, donde las ansias se juntan por una patria mejor.
Por la lucha y la esperanza de esa Patria para Todos es que sigue al servicio su canto, su guitarra, su legado y su canción. Feliz cumpleaños querido Pepe.
Fuente de esta noticia Diario LARED21 Digital Uruguay.
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