Con sonrisas y maquetas el gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) presentó una nueva empresa estatal, cuyas características anuncian que no solamente será otro fracaso, sino el más absurdo de los errores. El D. S. 5040 crea la Empresa Pública Productiva Laboratorio Industria Farmacéutica Boliviana (LIFAB) para producir medicamentos de “base química, natural y tradicional”.
El periódico “El Pueblo” adorna la noticia con una fotografía que parece del desierto marciano, con un cielo nublado, unas colinas con contados arbustos y en medio una fantástica maqueta gris y blanca. Galpones, ingresos y pasadizos, ventanitas, un inmenso parqueo donde por el momento sólo dibujaron un camioncito, un gran letrero verde: “Industria Farmacéutica Boliviana”, a un lado una tricolor sin flamear y al otro una wipala cuadrada.
Esperé que las organizaciones locales y nacionales de los empresarios y de los industriales publiquen una protesta firme y contundente a este nuevo engendro, pero solamente hubo quejas aisladas del sector y algunos comentarios de prensa.
La empresa depende del “Servicio de Desarrollo de las Empresas Públicas Productivas” (SEDEM) y quedará en Cochabamba (Santivañez y Sacaba). El presidente Luis Arce anunció, sonrisa amplia, que la funda considerando los “conocimientos y saberes ancestrales de nuestros pueblos”.
El Tesoro General de la Nación entregaría más de tres mil millones de bolivianos para la iniciativa. El ministro de Desarrollo Productivo y Economía Plural Néstor Huanca justificó la iniciativa por el costo de la importación de medicamentos y la escasez durante la pandemia. Otros medios estatales o paraestatales destacaron la obra como parte de la política oficial de “industrialización y sustitución de importaciones”.
¡Qué impostura! ¡Qué ignorancia!
En primer lugar, basta recorrer los titulares de hace 18 años cuando Evo Morales aseguraba que la hoja de coca sería industrializada para producir mates, píldoras, champús, detergentes. Ni siquiera las investigaciones privadas, anteriores al MAS, consiguieron buenas ofertas. El único resultado fue más polvo blanco. Morales quiso armar un laboratorio farmacéutico que escondía un plan para traer “científicos” cubanos.
En segundo lugar, como repiten los expertos con cifras y datos duros, las empresas estatales sólo sirvieron para cortar cintas, tomar trago y sacar fotos. Ninguna es exitosa y menos es confiable.
La industria farmacéutica es compleja, necesita expertos no buscapegas. Es delicada porque juega con la salud de la población. No es lo mismo crear puestos para ignorantes en la cancillería que conseguir titulados que trabajan en delicadas investigaciones y pruebas. No será posible hacer farras como ocurre en los ministerios.
Esta es una de las industrias bolivianas más prestigiosas y emblemáticas. La población confía en ellas y siente orgullo por varios de sus productos. Hace 30 años que me interesé por estas empresas por esas características; están en La Paz, en Cochabamba, en Santa Cruz, cubren el mercado nacional y también exportan.
Los grandes laboratorios del mundo científico controlan las cadenas de producción de sus pares bolivianos, desde el ambiente impoluto, la construcción adecuada, la vestimenta especial para cada obrero, el control de calidad en cada paso. Un suero, un algodón, una gasa, una gragea, un jarabe tienen que ser perfectos, con todo el detalle explicado, con prospectos preventivos, con fechas de vigencia.
También hay laboratorios que producen medicamentos con base en plantas como la manzanilla o la equinácea. Incluso hay farmacias que preparan pomadas externas o medicamentos genéricos sencillos, todo bajo estricto control.
¿Por qué el presidente Arce quiere meter dinero a otro elefante negro? ¿cuál es la verdadera razón? ¿Crear algo para contentar a municipios cochalas y contrarrestar al Chapare? ¿Traer rusos y chinos o iraníes como en el hospital alteño? ¿Aumentar el número de funcionarios públicos que aportan al partido y van a cabildos? ¿Hacer creer que hay industrias estatales?
¿O quiere hundir a la iniciativa privada?
¿Qué laboratorio se atreverá a tener planes para nuevas inversiones, ampliar sus plantas, crear sucursales, de buscar mercados externos si enfrenta la competencia desleal y nociva de este bluf?
En vez, Arce, que no fue solamente cajero sino burócrata formado en la aplicación de las políticas de estabilización, podría apoyar más a la industria boliviana que crea empleos estables, paga los impuestos que financian sus sueldos, las universidades, los proyectos sociales.
Ojalá que los empresarios no bajen la cabeza y reclamen con fuerza contundente, antes de que sea tarde.
Lupe Cajías es periodista, historiadora y escritora boliviana.
Fuente de esta noticia Diario El Deber Bolivia.
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