Justamente, cuando la situación política en Bolivia se torna crítica, casi insostenible ante el derrumbe del masismo, Santa Cruz se convierte en muestra del enfrentamiento interno más grave y hasta despiadado de que tengamos recuerdo. Como en toda sociedad, los cruceños tuvimos ideas propias y contiendas entre políticos, como en la llamada guerra civil de 1949, que no fue tal; o el tiroteo con muertos de 1971. Se trataba de insalvables posiciones opuestas.
Sin embargo, la institucionalidad cruceña no se vio afectada. Jamás se puso en duda la autoridad camba sobre los destinos de nuestra tierra. Sin siquiera presumir de autonomías, eran el Comité de Obras Públicas primero, y luego la Corporación Regional de Desarrollo (Cordecruz) las instituciones que alcanzaron las principales metas para una ciudad y un Departamento que estaba en pleno crecimiento. Se sucedían uno tras otro los presidentes y gerentes de esas instituciones, se cambiaban los alcaldes y los prefectos, se encumbraban gobiernos constitucionales o de facto en el país, y Santa Cruz seguía esencialmente el espíritu y legado que grandes cruceños ya habían trazado en el Memorándum de 1904. Santa Cruz estaba por encima que cualquier interés personal.
Hoy no podemos decir lo mismo, lamentablemente. Seamos más claros: hoy solo se puede prever un desastre. El cruceñismo está en total enfrentamiento y dispersión. Dirán que los cabildos muestran otra cosa, pero a los cabildos acude el pueblo espontáneamente con enorme entusiasmo, y el desastre lo están armando los políticos. El gobierno departamental está mutilado por el encarcelamiento de su Gobernador que es un opositor; y el gobierno municipal corre por su cuenta, ofreciendo grandes obras y como innegable socio del Estado Plurinacional. Luis Fernando Camacho está preso en Chonchocoro, y, aparentemente, no va a ser liberado, por lo menos hasta que el MAS se vaya del poder. Y Jhonny Fernández está en condiciones de hacer desplantes a la “derecha” y va por su lado como aliado del sector “arcista” del MAS, sin duda con planes de apoyarlo participando en las futuras elecciones generales. Gobernación y Municipio no tienen ninguna relación, en suma.
El problema está en que no existe gobernador, por las razones que sabemos (Santa Cruz sufrió la mayor humillación de que se tiene recuerdo al no defender a Camacho como se debía), pero el vicegobernador Mario Aguilera tampoco asume el mando en el Departamento para no crear más enconos y nos encontramos con que uno de los asesores de la Gobernación, sin haber recibido un solo voto, es quien gobierna por encargo de Camacho. Esto es demasiado confuso y raro. Con el gobernador preso, el vicegobernador relegado, y un asesor gobernando, la situación tiene que ser forzosamente caótica, ya que el gobierno por un lado y la oposición masista cruceña por otro, aprovechan de esa anomalía para sus fines, que se traslucen en recortes presupuestarios y por tanto carencia de obras, y en avasallamientos y bloqueos, que al alcalde Fernández no le afectan y lo mantienen en una cómoda posición de cruceñismo y masismo al mismo tiempo. Mientras Camacho es el héroe camba sacrificado pero silente y lejano, Fernández es el camba-colla al que aplauden los sectores principalmente suburbanos de nuestra capital y quienes van llegando en busca de tierras para ocupar.
¿Qué hacer en estas circunstancias? Recurrir nuevamente a esto que en los últimos años parece un milagro: entenderse. No para buscar un candidato cruceño a la presidencia, que, sabemos, no existe uno que tenga hoy un relieve ganador. Camacho no puede hacerlo desde la cárcel, aunque puede influir en la votación cruceña. Jhonny Fernández podría aspirar a la vicepresidencia con el MAS, pero no más allá. Vicente Cuéllar puede lograr entusiasmar a la gente por su imagen de sensatez y bolivianismo. Agustín Zambrana es un periodista emprendedor que podría ganar algunos votos en el oriente, donde se lo conoce, tal como Gary Añez. Pero, además, existen parlamentarios y asambleístas departamentales de gran nivel a futuro como Zvonko Matkovic, Erwin Bazán, Juan Carlos Medrano, Manuel ‘Mamén’ Saavedra y las elocuentes María René Álvarez, Luisa Nallar, María José Salazar, la combativa Paola Aguirre, Lola Terrazas y otras más. Existe, también, un conjunto de nuevos empresarios que están mostrando una gran capacidad y que podrían animarse a incursionar en política.
Pero que tengamos unos políticos jóvenes y capaces no nos salva hoy. No podemos, de momento, ofrecer candidatos para que vayan a mandar al Palacio Quemado o a la Casa Grande del Pueblo. Salvo si se produjera un fenómeno tipo Milei que nos dejara a todos con la boca abierta. Tenemos que ser conscientes que por ahora a lo que aspiramos no es a gobernar Bolivia, sino, a gobernar Santa Cruz. Y en eso no podemos ceder. No es posible que el poder nos ponga la pata encima en temas que son de entera incumbencia nuestra, como el tema de las áreas protegidas (AP) por citar uno solo entre muchos ejemplos.
Necesitamos un gobierno nacional amigo y mejor si compartido desde luego, que gane con nuestra votación para que cogobierne con Santa Cruz; para eso se necesita unidad de criterios en cuanto a lo que deseamos la mayoría. Requerimos salvarnos de lo que nos espera si se repite otra victoria del MAS, con esas votaciones engañosas que nos dejan paralogizados. Otros cinco años del MAS – sean Morales o Arce – y vamos a pasarla muy mal como región. Por lo menos el enfrentamiento entre Arce y Morales nos hace pensar que el MAS está camino de su final. Pero, si no trabajamos intensamente, pueden llegar a gobernarnos incontrolables residuos masistas, más radicales todavía, que tratarían de avasallarnos con mayor rigor aún.
El ofrecimiento del ex gobernador Rubén Costas de poner en busca de la unidad cruceña y nacional su partido político, es una excelente señal. Costas mismo ha afirmado que no aspira ser candidato a nada, pero que ahí está su partido, con estructura nacional y experiencia, para que se reúnan quienes quieran hacer un gran frente. Si llegamos a entendernos entre cambas y sabemos utilizar nuestra votación junto a la de los desesperados compatriotas collas que detestan al MAS, podría ser que se lograra una victoria como la de Daniel Noboa en Ecuador y la que esperamos que se produzca en Argentina.
Además, habrá que reunirse en el Comité Cívico, que es nuestro ente matriz, que nunca aceptará el centralismo y que está en un perfil bajo, pero sabemos que trabaja intensamente en plasmar el mandato del cabildo de enero pasado, cuando Rómulo Calvo recibió como orden plantear una nueva relación de Santa Cruz con el Estado Plurinacional, relación que se calificó de “tóxica”. Esto lo vamos a desintoxicar solamente con un gobierno realmente respetuosos de las leyes.
Fuente de esta noticia Diario El Deber Bolivia.
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