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Viajamos hasta Brasil para conocer una de las edificaciones religiosas más grandes del planeta: la Catedral Basílica de Nuestra Señora Aparecida.

La Catedral Basílica de Nuestra Señora Aparecida es una de las edificaciones religiosas más impresionantes que podemos encontrar en todo el mundo. Está dedicada a Nuestra Señora Aparecida, patrona de Brasil, y la podemos encontrar en la ciudad de Aparecida, al suroeste del país.

Muchos son los datos curiosos de esta Catedral Basílica pero, uno de los más conocidos, es que estamos ante la iglesia más grande de toda América. Lejos de que todo quede ahí, se trata de la segunda más grande del planeta, solamente superada por la Basílica de San Pedro que podemos encontrar en la Ciudad del Vaticano.

Esta impresionante Catedral Basílica de Nuestra Señora Aparecida presenta una forma de cruz griega. Por si fuera poco, si hablamos de características, las naves tienen 40 metros de altura mientras que la cúpula mide 70 metros. Uno de los elementos a destacar es, precisamente, su torre con 100 metros de altura.

Catedral Basílica de Nuestra Señora de la Aparecida
Catedral Basílica de Nuestra Señora de la Aparecida | Imagen de Alex costa maciel en Wikipedia, licencia: CC BY-SA 4.0

Pero no todo queda ahí ya que, al contar con una superficie cubierta de unos 18.000 metros cuadrados, hace posible que esta Catedral Basílica pueda albergar a nada más y nada menos que 45.000 personas. Además, es importante saber que el área total de la construcción es de 23.000 metros cuadrados, por lo que el complejo puede acoger a 75.000 personas.

La Catedral Basílica de Nuestra Señora Aparecida, a través de su historia

Para comenzar, debemos tener en cuenta que la historia de la ciudad nos hace viajar al año 1717. En un momento dado don Pedro de Almeida, que era gobernador de la capitanía de São Paulo, se encontraba de viaje hacia Minas Gerais, pasando por el imponente Valle del Paraíba.

En un momento dado, no dudó un solo segundo en pedir a los pescadores de la zona que obtuvieran la mayor cantidad de peces posible. Y todo para poder alimentar a su comitiva. Domingo Martins, Juan Alves y Felipe Pedroso, pescadores de la zona, decidieron pescar en el río Paraíba do Sul.

A pesar de los esfuerzos, no consiguieron su objetivo. Siguieron navegando río arriba hasta que, próximo a Itaguassú, sacaron una figura cerámica de las aguas. Estaba, además, sin cabeza y cubierta de barro. Volvieron a lanzar las redes y consiguieron la cabeza. Acto seguido, se dieron cuenta de que se trataba nada más y nada menos que de la imagen de Nuestra Señora de la Concepción.

Catedral Basílica de Nuestra Señora de la Aparecida
Catedral Basílica de Nuestra Señora de la Aparecida | Imagen de Neospo en Wikipedia, licencia: CC BY-SA 2.5

Prácticamente al instante, consiguieron una gran cantidad de peces. Felipe Pedroso, uno de los trabajadores, decidió guardar esa imagen en casa. Años más tarde, se fue a vivir a la zona en la que la encontró. En 1733, quiso que su hijo Atanasio Pedroso se la quedara. Fue éste quien ordenó construir un oratorio en el que colocó la Virgen sobre un altar. Alrededor de él no solamente se reunía con su familia, sino también con vecinos.

Poco a poco, se fue corriendo la voz de la cantidad de milagros que la imagen concedía a todos aquellos que acudían a verla y a pedirle favores. La pequeña capilla comenzaba a ser insuficiente, por lo que se ordenó la construcción de una más grande en el Morro de los Coqueiros. Un templo que se inauguró a finales de julio de 1745, bajo la advocación de Nuestra Señora Aparecida.

Con el paso del tiempo, el número de fieles aumentó considerablemente y se tuvo que volver a ampliar esa construcción. Estas obras se llevaron a cabo entre 1852 y 1888, pero no fue hasta 1908 cuando el Templo obtuvo el título de Basílica. Otro año a destacar es 1930, cuando el Papa Pío XI declaró a Nuestra Señora Aparecida como Patrona de Brasil. Tan solo 16 años más tarde, se comenzó a construir la basílica que conocemos en la actualidad. Una basílica que, en 1980, fue consagrada por el Papa Juan Pablo II.

Fuente La Sexta


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