Imagen de archivo de Evgeny Prigozhin (izq) atendiendo al entonces primer ministro ruso Vladimir Putin durante una cena en un complejo a las afueras de Moscú, Rusia. 11 noviembre 2011. REUTERS/Misha Japaridze/Pool (Pool/)
Las comidas y cenas de Estado, reuniones que juntan a dirigentes de países muy diferentes alrededor de una mesa, un mantel y algunos platos, son el máximo exponente de lo que podríamos llamar gastrodiplomacia. A Wiston Churchill, Nixon o John F. Kennedy se les conocía por su capacidad para convertir comidas y cenas en certeras armas políticas, compartiendo mesa y debatiendo al mismo tiempo con grandes dirigentes de algunas de las mayores potencias mundiales de los últimos siglos.
También en la actualidad, las comidas oficiales sirven como arma, aunque, en ocasiones, simplemente como una de promoción. En España, la Presidencia del Gobierno organiza dos o tres comidas de Estado al año con mandatarios internacionales, ocasiones en las que se sirven productos ‘made in Spain’ con el objetivo de poner en valor la gastronomía española, y en general, proyectar una imagen atractiva del país.
La cocina forma parte de la política, a veces en una medida mucho mayor a la que nos podríamos llegar a imaginar. Aunque sea complicado conocer los gustos, manías y rutinas culinarias de los grandes líderes de nuestra época, el gusanillo de la duda siempre nos va a acompañar. ¿Qué comen Biden, Macron, Lula o Putin cuando nadie les ve?
En lo que se refiere a este último, la dieta del presidente ruso es todo un misterio. El Kremlin publica en ocasiones los menús de sus encuentros con los dirigentes de otros países. En diciembre de 2019, Putin se encontró en Yalta con Aleksandr Lukashenko, presidente de Bielorrusia. Según cuenta el escritor Witold Szablowski en su libro Rusia desde la cocina, ese día se sirvió ensalada de calabaza con tomate y queso, filete de calamar con puré de zanahoria, sopa de guisantes, salmonete con alcachofas y quinoa. El plato principal fue un filete de ternera blanca con puerro asado y de postre hubo sorbete de mandarina y tarta de fresas.
Sin embargo, Viktor Belyaev, presidente de la Asociación Culinaria Nacional de Rusia, confiesa en este mismo libro que a menudo los mandatarios no comen lo que hay en la mesa. En cambio, la verdadera comida la disfrutan una vez hayan acabado los encuentros oficiales.
La lectura del libro Rusia desde la cocina, del escritor Witold Szablowski, nos permite conocer algunos detalles sobre la cocina que ha acompañado a los dirigentes rusos de los últimos siglos. Aunque la dieta de Putin se rodea de un gran secretismo, el autor pudo conocer cuáles son algunos de sus platos favoritos y un postre que no falta jamás en ninguna de sus comidas, especialmente en aquellas que disfruta en soledad.
Tal y como le reveló el presidente de la Asociación Culinaria Nacional de Rusia ,el postre preferido de Putin no es otro que el helado. “¿Qué come Putin cuando nadie lo ve? Belyaev me dijo únicamente que le gustan los helados de forma obsesiva”, escribe Szablowski en su libro. El autor asegura que “en todos los postres que llegan a su mesa hay al menos una bola de helado”.
Eso sí, lo que no ha trascendido es qué sabor concreto le gusta más al líder ruso, aunque diversos medios de comunicación han mencionado la teoría de que su preferido sería el helado de pistacho.
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