El Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Lima (Sedapal) informó el sábado, 16 de setiembre, que “los trabajos de limpieza de sedimentos” ejecutados por la multinacional Enel en la central hidroeléctrica de Huampaní, situada en la carretera Central, podrían generar desabastecimiento de agua potable en Lima y Callao.
A través de un comunicado, la empresa estatal indicó que el caudal del río Rímac, que alimenta la instalación, “se verá afectado por pérdidas, a causa de la contaminación generada por infiltración, así como la captación de las bocatomas V”. Consecuentemente, “la producción de agua para la ciudad de Lima se verá en riesgo”.
“Ante los niveles críticos de los estanques reguladores, donde se almacena el agua tras el proceso de pretratamiento, Sedapal solicitó a Enel la reprogramación de los trabajos […], ya que podría afectar el abastecimiento de agua potable a los usuarios. No obstante, la empresa” optó por realizar las labores, precisó.
Agregó que, debido a la contaminación en el caudal, también “se ha interrumpido la captación de agua, lo cual afecta directamente a la producción y distribución del líquido elemento en Lima y Callao”. Frente a este panorama, Sedapal ha activado un plan de contingencia “para asegurar la continuidad del servicio” e invocó “a la población a hacer un uso responsable hasta que esta situación sea solucionada”.
Enel aclaró, en cambio, que sus acciones forman parte de un plan preventivo del que tenía conocimiento, incluso, la Autoridad Nacional del Agua (ANA). “Entre las labores que se realizarían [estos días] se encuentra el retiro de rocas y descolmatación del Rímac para evitar su desborde en caso de incremento del caudal”, se lee en un pronunciamiento en réplica a la firma estatal.
Mencionó, además, que las labores iniciaron a las 6:00 horas, aunque cuatro horas después recibió la solicitud de Sedapal para suspenderlos. “Ante su pedido, procedimos inmediatamente a detener las actividades y lo informamos […] Debemos indicar también que en estos momentos existen diferentes entidades que, como nosotros vienen, realizando actividades de limpieza en el cauce del río. Todas estas son necesarias acciones de preparación ante el próximo Niño”, continuó.
En agosto pasado, el presidente del directorio de Sedapal, Héctor Piscoya, advirtió que la capital padece un estrés hídrico debido a que las lluvias se redujeron de este año en comparación a períodos anteriores por el fenómeno climático.
“Vecinos de Lima y Callao, les pido que ahorren el agua porque después podría ser tarde con consecuencias que no queremos”, dijo en una entrevista con el dominical Punto Final. También señaló que las lagunas que proveen de agua a Lima, como Huascacocha y Marcapomacocha, han enfrentado una reducción de su capacidad en un 30%.
Según Sedapal, en un año ideal, todas las represas lograrían almacenar alrededor de 331 millones de metros cúbicos de agua. Sin embargo, a la fecha, solo se ha conseguido almacenar el 70% de esa cantidad. Por su parte, el jefe de Centro Nacional de Estimulación, Prevención y Reducción de Desastres (Cenepred), Miguel Yamasaki, recordó que Lima es la segunda ciudad más grande del mundo ubicada en un desierto, y remarcó la importancia de gestionar el recurso de manera eficiente.
Alberto Cairampoma, profesor de la Universidad Católica y autor del libro Los servicios públicos de agua potable y saneamiento en el Perú, señaló a Infobae Perú que la situación, incluso sin El Niño, es preocupante.
“En Lima hay más de 635 mil personas (6% de la población) que no tiene agua potable”, de modo que se ve en la necesidad de comprar agua de camiones cisterna, “a veces a un precio superior”, dijo.
La historia revela que cada vez que se producía el fenómeno, con abundantes lluvias, las civilizaciones sufrían e incluso desaparecían, arrastradas por los huaicos y la destrucción económica y social que estos causaban.
Ahora, varias de las mayores obras de infraestructura en marcha buscan precisamente llevar el agua de la vertiente oriental de los Andes, que alimentan los grandes ríos amazónicos y en donde ese recurso es muy abundante, a la zona desértica.
La presión demográfica también ha llevado a la gente a ocupar las zonas próximas a ríos, cañadas y desagües naturales más susceptibles de inundarse o ser arrasados por las riadas y deslizamientos, lo que multiplica los efectos y daños ante las precipitaciones.
Fuente de esta noticia Infobae
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