Generic selectors
Busca exacta
Busca Simples
Buscar todo
Post Type Selectors
Filter by Categories
DIRECTORES Y REPRESENTANTES
Enlace Iberoamericano
Enlace Sudamericano
EVENTOS
Podcast
RADIO
TOP 10 Music
Sáb. Nov 23rd, 2024
Comparta nuestras noticias

Sergio Massa rompió el sello de inmovilidad con que la sociedad identificó al Gobierno y se lanzó a disputar el centro del ring con un torrente de anuncios de alto impacto para contener el efecto de la devaluación, al tiempo que señalizó el camino que tomará si gana las elecciones.

Ya había anunciado el aumento de suma fija de 60 mil pesos a trabajadores, jubilados y pensionados, más beneficios impositivos a monotributistas y pequeñas empresas. Y el mismo día que se conocía la cifra demoledora de la inflación de agosto, anunció la quita del impuesto a las ganancias a los trabajadores, el retiro del IVA a los productos de la canasta básica, se anunció la creación del registro para la distribución de tierras fiscales que habían solicitado los movimientos sociales, así como la aplicación de un impuesto del 15 por ciento de sus ganancias a las transnacionales y empezó la discusión sobre la reducción de la jornada laboral.

Algunas tendrán efecto inmediato, otras a mediano plazo y otras son temporales, pero el impacto de los anuncios logró mover trabajosamente esa impresión de quietismo ante una crisis persistente de alta inflación mensual que estresó a la sociedad y malquistó a sectores de capas medias bajas.

Los condicionamientos del oneroso préstamo que comprometió Mauricio Macri con el Fondo Monetario Internacional marcaron los tiempos de estas medidas. La razón principal fue que Massa necesitaba alargar los plazos de revisión de metas y que el Fondo adelantara los 7500 millones de dólares para apuntalar unas reservas que no soportaban la mínima presión devaluadora.

El Fondo apoyó a Mauricio Macri en el 2019 y ahora juega para otras candidaturas. Puso como condición que el gobierno devaluara el cien por ciento. La negociación fue dura y se alargó más de lo que hubiera querido Massa porque se le venían encima los plazos de la campaña electoral. Las primeras semanas se fueron en esa tensión permanente, Massa pagó con yuanes, consiguió financiamiento de la CAF y de Qatar y ganó tiempo. Consiguió el adelanto y la postergación de la revisión de metas, pero a cambio debió devaluar el peso en un 22 por ciento.

Con las manos más libres, el ministro diseñó su batería de medidas para frenar la caída del salario y la permanente transferencia de riqueza de pobres a ricos que se acentuó sin freno con el gobierno de Macri y la posterior pandemia.

La oposición reaccionó con desconcierto, acostumbrada a la posición más defensiva que tuvo hasta ahora el oficialismo. Incluso se habían atrevido a proponer algunas de las medidas que lanzó Massa, como el retiro del impuesto a las ganancias. Uno de los caballitos de batalla de Macri en las elecciones de 2015 fue el retiro de este impuesto. No solamente nunca cumplió esa promesa, sino que, además, cuando terminó su mandato, pagaban ese tributo el doble de trabajadores.

Ahora, cuando Massa se propuso cumplir la promesa que incumplió Macri, acusaron al ministro de Economía de demagogo y, en un acto que desnudó la demagogia de ellos, anunciaron que votarán en contra del proyecto cuya aplicación había prometido Macri.

Para argumentar su negativa, se apropiaron de argumentos que se volcaron en la discusión interna del oficialismo. Durante el gobierno de Cristina Kirchner, se subió el piso de Ganancias, pero no se lo quiso retirar, a pesar del reclamo de los gremios. Se argumentó que se trataba del impuesto más progresivo, porque paga más el que más tiene. El argumento de los gremios, por el cual se planteó ahora el retiro de esa carga fiscal, fue que el salario no es ganancia, sino retribución.

El macrismo, cuyo objetivo ha sido siempre reducir los impuestos, pero no de los trabajadores, sino de los empresarios, a los que califica de “impuestos a la producción”, se aferró al primer argumento kirchnerista para anunciar su voto de rechazo.

Dentro del peronismo, esa discusión tenía un sentido, en el contexto de un sistema fiscal injusto, donde los trabajadores pagan por el IVA y por impuesto a las ganancias lo mismo que las corporaciones o más, porque éstas encuentras formas de evasión. El macrismo y Javier Milei se hacen eco de las quejas del sector empresario contra los impuestos. Y los medios hegemónicos que les son afines publican estadísticas falsas sobre una supuesta carga fiscal extraordinaria.

La relación entre PBI y recaudación en Argentina, según los datos del Fondo Monetario y la Heritage Foundation, está por debajo del promedio mundial. Sobre un total de 180 países, Argentina está en el puesto 43, con un ratio del 27 por ciento. Está debajo de Uruguay, adonde algunos empresarios macristas se fueron para no pagar en Argentina. Prefieren hacerlo allí, que en su país.

El otro argumento para oponerse ha sido que es una medida desesperada para dejar sin fondos al que gane las elecciones. Para evitar esa falta de fondos, el titular de la AFIP, Carlos Castagneto, anunció que con el proyecto de Presupuesto que entrará al Congreso, irá una separata para la creación de un impuesto establecido por la Organización Mundial del Comercio, (OCDE), y que se aplica en 138 países, para que las multinacionales paguen el 15 por ciento de sus ventas y así evitar las tácticas de evasión impositiva.

El titular de la Dirección General de Aduanas (DGA), Guillermo Michel, indicó que “la tasa efectiva que las multinacionales pagan sobre las ventas es del 2,44 por ciento” porque “aplican ajustes por inflación y quebrantos de manera incorrecta, y esa tarea de fiscalización es muy compleja porque requiere mirar empresa por empresa”.

Frente a situaciones extraordinarias como es esta crisis mundial, que en Argentina tiene características más agudas con la alta inflación, es lógico que ante situaciones extraordinarias haya que tomar medidas extraordinarias. La batería de medidas que está anunciando día tras día el gobierno busca estabilizar la economía sin que la carga más pesada recaiga sobre los sectores más vulnerados. Son medidas que buscan la defensa del salario y el sostenimiento de la actividad económica.

Ninguna de estas medidas son del agrado del Fondo ni se encuadran en las exigencias de sus cuadros técnicos. No las hubiera podido aplicar en medio de la negociación. Pero son medidas que hubieran tenido que aplicarse antes para acortar el sufrimiento de la mayoría. La única salida es por ese lado, pero no es inmediata. Tiene que frenar la caída y después empezará a subir. Los tiempos electorales y las presiones del Fondo acotaron el calendario y los resultados globales recién se podrán medir después de las elecciones. Los demás candidatos proponen el camino contrario: defender el bolsillo del sector empresario y que el peso de la crisis recaiga en la mayoría del pueblo. Lo dicen a los gritos y con amenazas.

En ese sentido, el ritmo incesante que le dió Massa a los anuncios concretos restó protagonismo al histrionismo de Milei y las amenazas de Patricia Bullrich. Instaló agenda para el debate y pasó a la ofensiva. Entre Bullrich y Milei habían convertido a la campaña en una película de terror con reivindicaciones de la dictadura, amenazas de aniquilamiento del adversario, de instalar la libre venta de órganos o de niños o de regalar las Malvinas a sus ocupantes. Se podrá estar de acuerdo o no con Massa, pero por lo menos habla de temas discutibles y no del reino del absurdo y lo desopilante. Milei y Bullrich hablan de un país esperpéntico, con los peores atributos del pasado.

Fuente de esta noticias es del Diario Pagina 12 Argentina :  Leer más


Comparta nuestras noticias
Contacto
Envíe vía WhatsApp
Social Media Auto Publish Powered By : XYZScripts.com
×