Miles de panameños no tienen suministro de agua potable y dependen del servicio de camiones cisterna con el que llenan cubos y garrafas.
Panamá vive un periodo de sequía que afecta las actividades del Canal, una de las mayores fuentes económicas del país y punto clave del comercio internacional de mercancías.
Sin embargo, el país padece desde hace tiempo otra crisis del agua que no es atribuible a la escasez de lluvias ni a las restricciones del Canal implementadas sobre los barcos que lo atraviesan: miles de panameños no tienen agua potable de manera regular en sus casas.
Y aunque el Canal se encarga de proveer de agua al 55% de la población del país, las restricciones, según la autoridades, no van a afectar a ese suministro a la ciudadanía.
“Históricamente nunca se ha racionalizado el agua que va a nuestros hogares y siempre se ha entregado la cantidad de agua contratada”, le dijo a BBC Mundo Erick Córdoba, gerente de agua de la Autoridad del Canal de Panamá.
Pero entonces ¿a qué se debe que en la economía latinoamericana que más creció durante 2022 haya tantas personas que apenas ven salir agua de sus grifos?
Carmen Rose, una vecina del municipio de Arraiján, que limita con el Canal y la capital del país, se las ingenia para sacar adelante su empresa de fabricación de jugos teniendo desde hace años poco más de 8 horas de agua durante las noches.
Sebastián Moscoso
Durante el día, de los grifos de Carmen Rose no sale una gota de agua.
“Es injusto, triste y lamentable que en un país donde se ostenta tanto y se generan tantos recursos económicos tengamos que vivir así. Y esto afecta a todos: aquí hay gente de estrato social alto que pueden pagar, pero es que ni el dinero es suficiente para tener agua como es debido”, critica rodeada de algunas de sus trabajadoras, que llegan cada día a las 5:00h. de la mañana para recoger agua con cubos.
El residencial la Arboleda, en la vecina La Chorrera, es un claro ejemplo de que el problema no solo atañe a la población de escasos recursos económicos. En la entrada junto al puesto de vigilancia, un cartel colocado por los vecinos da cuenta de los problemas de agua en esta urbanización.
Su conflicto fue aún peor durante los primeros meses del año, cuando no tenían servicio en toda la semana. Pero una protesta vecinal con la que cortaron el tráfico en la carretera el pasado abril hizo que las autoridades les prestaran atención y les restablecieran el servicio, aunque solo de lunes a viernes.
Sebastián Moscoso
En la entrada de Las Arboledas alertan de su problema con el agua para que no afecte a nuevos compradores.
Cubos y camiones cisterna
Al margen de la actual sequía acentuada por el fenómeno de El Niño, la falta de agua en las casas panameñas no se debe a la escasez de precipitaciones. De hecho, Panamá es uno de los países del mundo donde más llueve y cuenta con unos 500 ríos.
“Puede caer toda el agua que quieras del cielo, pero si los responsables de que nos llegue no hacen su trabajo… Eso depende de las autoridades (…). Aquí hay una desigualdad bien evidente porque estamos a menos de una hora de la capital, y mire”, insiste la empresaria Rose.
Es decir, en Panamá hay agua para el consumo humano. La cuestión es que no existen las infraestructuras necesarias para tratarla y hacerla llegar a una población que, además, ha crecido de manera exponencial y desordenada.
El Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales de Panamá (IDAAN), responsable de suministrar agua al 76% de la población del país que vive en localidades de más de 2.000 habitantes, reconoce que la demanda supera ampliamente a la oferta.
“En el área urbana oeste [que limita con la capital], por ejemplo, la población se ha casi duplicado en los últimos 15 años de 350.000 a casi 600.000 personas, pero en este tiempo no han entrado nuevas infraestructuras por lo que el agua producida sigue siendo la misma”, señala su director, Juan Antonio Ducruet.
En entrevista con BBC Mundo, admite que “hay una necesidad evidente” de que el Estado destine recursos al sector. “No se trata de lluvia, sino de inversión en infraestructura para crear las condiciones adecuadas y que no haya dos tipos de panameños, dependiendo de en qué barrio naciste”.
En efecto, la provincia de Panamá Oeste, creada oficialmente hace menos de diez años tras un acelerado aumento de su población que en muchos casos se desplaza a diario para trabajar en la vecina Ciudad de Panamá, es una de las más afectadas.
Es difícil concretar cuántas personas sufren carencia de agua en sus hogares en el país, dado que los datos del nuevo censo están próximos a salir y el último se publicó en 2010.
El IDAAN estima que no sería superior al 5% del área urbana periférica a la capital, mientras que la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos (SPIA) eleva el cálculo hasta el 20% del área metropolitana de Ciudad de Panamá.
Ante este panorama, miles de panameños se las arreglan para sobrevivir almacenando la poca agua que sale de sus grifos en cubos o, quien puede permitírselo, en tanques de reserva.
En el peor de los casos, 75.000 personas —según cifras del IDAAN— dependen exclusivamente del reparto de agua en camiones cisterna porque su suministro es inexistente.
Es el caso de Juleidy Higuera, una vecina de Arraiján que reconoce ser privilegiada por haber podido invertir más de US$500 en sus tres tanques para almacenar agua que el cisterna le trae cada ocho días. También gasta más de US$5 cada dos días en un bidón de agua potable.
“En vez de ir adelante, vamos para atrás”, critica. “Lo que pasa es que aquí hay un negocio entre los cisterna y el IDAAN con el que se ganan millones de dólares, por lo que prefieren que dependamos siempre de los camiones y creo que jamás nos llegará el agua a casa”, dice mientras comienza a hacer ruido la bomba que instaló para repartir el agua por su casa.
Sebastián Moscoso
Juleidy Higuera reconoce que no todo el mundo puede permitirse comprar tanques de reserva y dependen de los cubos que alcancen a llenar del camión cisterna.
Esta visión pesimista sobre el futuro y la creencia de que las autoridades prefieren apostar por el uso de camiones fue compartida por gran número de panameños con los que habló BBC Mundo.
Pero el IDAAN lo niega tajante.
“Eso no es así. En Chilibre, por ejemplo, estamos construyendo más de 70 km de redes en lugares donde se van a eliminar rutas de carros cisterna. Me gustaría decir que algún día se podrán eliminar todos, pero mientras haya gente que invada terrenos o crezcan de manera informal en lugares sin infraestructura, será difícil”, pronostica Ducruet, del IDAAN.
Dos semanas sin agua
Uno de esos asentamientos informales que surgió hace unos 18 años es la comunidad Altos de Nueva Luz, en Arraiján. Aunque está en proceso de legalización por parte del gobierno, las cerca de 400 familias que lo habitan aún viven sin apenas servicios básicos.
Hasta el pasado mes de mayo, muchas de ellas tenían agua gracias a las “telarañas” o tuberías informales conectadas al suministro de residentes cercanos que pagan su servicio. Pero estos se quejaron y las conexiones informales fueron desinstaladas. Desde entonces, un camión cisterna les trae agua cada semana.
Iris Gómez, una de sus pobladoras más antiguas, asegura que no quieren “nada gratis”, sino que piden tener agua y luz legal sin perjudicar a los “clientes legales”.
Sebastián Moscoso
Los vecinos de Altos de Nueva Luz esperan cada semana la llegada del camión cisterna para llenar sus recipientes con agua.
Es sábado y toca reparto del camión cisterna. Las calles sin asfaltar de la comunidad se llenan de cubos de colores traídos por los vecinos que se acercan desde sus humildes casas, la mayoría construida con sus propias manos.
Esta vez hay aún más interés por conseguir agua porque la semana pasada el cisterna no pudo acceder a la comunidad. Las lluvias recientes hicieron que sus empinadas cuestas se llenaran de lodo y el camión ya no se arriesga después de estar a punto de volcar en dos ocasiones semanas atrás.
Eso quiere decir que vecinos como Arabela Saúndres llevan dos semanas sin abastecimiento. “Sobrevivimos este tiempo gracias al agua de lluvia, que la recogimos y a mí me alcanza porque vivo sola con mis dos niños”, dice sin perder la sonrisa mientras carga con dos de sus cubos hacia casa bajo un sol abrasador. Aún le tocará hacer más viajes.
Juan Antonio Espina es uno de los supervisores del IDAAN para el reparto en estos camiones por la zona. “Si a veces no podemos venir porque alguien está enfermo, la gente se desespera, y eso lo entendemos. Pero ellos también nos suelen entender”, afirma.
Sebastián Moscoso
Arabela Saúndres tuvo que esperar dos semanas hasta que el camión cisterna regresara con agua.
Medidas vs. tarifas y derroche
Para revertir estas graves carencias, el IDAAN trabaja en planes de inversión y proyectos como la construcción de una potabilizadora en Arraiján y la ampliación de la planta de Mendoza en un 50% su capacidad.
El director del IDAAN, de hecho, se muestra muy optimista respecto al futuro. “Con el funcionamiento de estas nuevas infraestructuras, esa brecha entre la oferta y la demanda debería estar cerrada ya hacia 2024”, asegura.
Aracelis Arosemena, coordinadora de la Comisión de Agua de la SPIA (Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos), cree, sin embargo, que con eso no basta.
“Hoy tenemos mucha infraestructura obsoleta, y eso lo puede uno observar en las múltiples fugas que hay en la red de agua potable (…). Cuando estas nuevas plantas entren en operación, entregarán más agua a una red que está tan deteriorada que tendremos más fugas de agua de las que ya vemos. Es un contrasentido, es como tirar el agua a un colador”, le dice a BBC Mundo.
Sebastián Moscoso
Según cifras oficiales, 75.000 personas dependen del reparto de camiones cisterna de agua en Panamá.
Por si fuera poco, la experta pone sobre la mesa otras dos cuestiones que agravan la situación. Por un lado, el hecho de que para el IDAAN sea difícil destinar recursos a nuevas inversiones dado que “sus ingresos están muy por debajo de los costos de producir agua”.
Arosemena apunta como uno de los principales motivos al hecho de que las tarifas de agua potable no se hayan actualizado en Panamá desde 1982, por lo que el metro cúbico de agua que al usuario residencial promedio le vale US$0,21, al IDAAN le cuesta ya producirlo en la actualidad US$0,80.
“Obviamente, actualizar la tarifa es un tema impopular y podría tener un coste político, lo que creo que es el motivo por el que el tema no se ha abordado hasta el momento”, opina.
Y por otro lado, la continua escasez se ve afectada por el derroche de agua potable por parte de la población panameña.
Según un informe publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo en 2020, Panamá es el primer país de América Latina y cuarto del mundo con mayor consumo de agua per cápita: 507 litros por habitante al día, más de 2,5 veces el promedio mundial.
Sebastián Moscoso
Panamá es uno de los países que más agua consume en el mundo.
Así, según Arosemena, el precio del agua es tan bajo que no hay ningún incentivo para que la población haga un uso racional, especialmente durante la estación seca.
“Es tan barato que no nos hace ver que el agua que yo derrocho es la que no puede usar el que vive en la periferia. Es una lección que los panameños deberíamos tener”, dice.
Que el agua potable no llegue al 100% de los hogares no es, en absoluto, un asunto que solo suceda en Panamá.
“En América Latina hay países que tienen situaciones comparables en la limitación del suministro, pero en otros casos los han superado. No hay que normalizar una situación que es incorrecta: Panamá es un país con abundancia de recursos hídricos y lo que ocurre es que no lo sabemos administrar bien”, argumenta la experta de la SPIA.
Sebastián Moscoso
En Panamá hay agua suficiente para la población pero no se sabe gestionar de manera eficaz, apuntan especialistas.
Por su parte, el administrador del Canal de Panamá, Ricaurte Vásquez, defiende que la mejor estrategia para que la infraestructura que dirige pueda seguir cumpliendo con su doble función es dejar de depender únicamente de los dos lagos que la abastecen actualmente, y más ante la previsión de que las lluvias “continuarán en declive” en los próximos años.
“El Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE.UU. indicó [en un informe] que la reserva que se requerirá para cubrir las demandas de agua durante los próximos 50 años, tanto de la operación del Canal como del creciente consumo de la población, deberá ser satisfecha con la creación de un nuevo embalse de agua denominado Río Indio”, contestó este martes a preguntas de BBC Mundo.
“Pero esto es algo para lo que necesitamos la aprobación del Congreso, para modificar la legislación que limita las posibilidades del Canal para construir estos embalses. Y esto es actualmente parte de la conversación que se lleva a cabo aquí en Panamá”, concluyó.
BBC
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Fuente de esta noticias es El Deber: Leer más