Millones que viven bajo la pobreza extrema en un país donde el fenómeno de El Niño ha acentuado la escasez, especialmente en el norte, donde saciar el hambre es posible gracias a la autogestión de comunidades que ven con temor el próximo fenómeno meteorológico global.
En la zona de La Unión, en el departamento norteño de Piura, donde no hay agua ni electricidad, el hambre es solo una parte del problema, pues las calles sin asfaltar se convierten en ríos de barro que arrasan con las precipitaciones.
En esta zona, las comunidades organizan repartos de comida, una práctica que se hizo popular en Perú durante la pandemia y que ha resurgido en zonas gravemente afectadas por las lluvias de El Niño Costero de febrero, marzo y abril.
Las últimas predicciones confirman que a final de año van a llegar de la mano del Niño Global fuertes lluvias y «la comunidad tiene que tener herramientas para afrontarlo porque en el momento de las lluvias sabemos que es muy difícil acceder a esta población», explica la directora de Acción Contra el Hambre en Perú, América Arias.
La oenegé internacional está apoyando la generación de ollas comunes como herramienta comunitaria como preparación a la emergencia que posiblemente se genere por El Niño Global.
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