Fueron anulados los torneos del fútbol profesional boliviano. La decisión corresponde al Consejo Superior de la Federación Boliviana de ese deporte. Borrar de un plumazo lo avanzado y empezar de cero, pero sin garantías de que la corrupción sea eliminada. Al parecer, la solución no es suficiente y perpetúa un problema muy grave.
El presidente de la Federación Boliviana de Fútbol, Fernando Costa, pateó el tablero y lanzó la denuncia. Después explicó que la acusación inicial corresponde a un árbitro, quien dijo que el presidente de un club del norte del país le ofreció tres mil dólares para cobrar un penal y hacer que este equipo gane con tres goles en el primer tiempo. A poco de la primera sindicación, un jugador de fútbol que había sido señalado admitió que le hicieron la propuesta para hacer trampa en un partido, pero que no aceptó.
Las acusaciones, los audios y las sospechas se convierten en un tsunami que deja muy mal parado al fútbol profesional boliviano. La denuncia ya fue presentada al Ministerio Público, que tiene en sus manos el análisis de las pruebas y definir si abre proceso por estafa agravada y asociación delictuosa. La sindicación apunta a seis jugadores, dos dirigentes y réferis. Entretanto, el Consejo Superior tomó la decisión de destituir a los miembros de la comisión de árbitros.
La reunión del martes era crucial y probablemente la más delicada de los últimos tiempos. Sin embargo, llamó la atención la ausencia de los máximos dirigentes de varios clubes, que enviaron emisarios para tomar una decisión tan importante como la anulación de un campeonato. En medio de esta coyuntura, se conoció que el presidente de Vaca Díez de Pando, Marco Rodríguez, pidió licencia temporal y es uno de los acusados de esta práctica ilegal y vergonzosa.
Fueron cuatro las resoluciones tomadas por el Consejo Superior. La primera es anular los torneos de Copa y Liga, eso significa que los resultados logrados no valen nada porque hubo amaño; sin embargo, se trata de una sentencia sin pruebas de que todos llegaron a donde llegaron de manera fraudulenta. Dos clubes votaron en contra. El primero es The Strongest, que se resiste porque estaba puntero con amplia ventaja; y el segundo es Wilstermann porque teme que deba devolver otra vez seis puntos de una sanción correspondiente al año pasado. Hubo una abstención.
La segunda resolución habla de un campeonato exprés, como borrar todo de un plumazo y volver a empezar. ¿Y cómo se lo hará si las acusaciones no han sido esclarecidas? Habrá que saber si los clubes tendrán a los mismos jugadores, qué pasará con los árbitros y qué garantías hay de que dirigentes señalados no influyan otra vez en el amaño de partidos. En realidad, parece una burla, como si hacer alboroto fuera suficiente para limpiar el fútbol de la corrupción. Esta decisión está sujeta a la validación de la Conmebol.
Lamentablemente, la corrupción tiñe el fútbol en puertas de los partidos de eliminatorias al Mundial de 2026. Hay que asumir que las noticias impactarán en la selección nacional y generarán revuelo internacional sobre lo que ocurre en Bolivia.
En este torbellino de noticias sobre el amaño de partidos las sospechas son el plato principal. Hay futbolistas, árbitros y dirigentes señalados. Hay que preguntar cuál es el método que ha ideado la FBF para hacer una limpieza profunda y cómo salvará a los honestos de esta historia.
Ya es bastante que el fútbol profesional tenga manchas; pero es el colmo que se encienda el ventilador sin saber siquiera cómo se va a transparentar la situación. Bolivia, que palpita con el fútbol, merece que la dirigencia sea responsable y coherente; de ninguna manera se merece que todo esto sea un show.
Fuente de esta noticias es El Deber: Leer más
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