Columnista -Opinión : Carlos Fajardo
“Fastidiardo” @CarlosFajardila
La Fiscalía General de la Nación ha pasado de ser, cuando menos en los periodos de sus 2 últimas cabezas, de ente acusador a ente omisivo, engavetador o simplemente defensor sin rubor alguno de algunos figurones de la política, del derecho y del empresariado duramente cuestionados y claramente indiciados de actuaciones reprochables que cubren un espectro que va desde actos de corrupción, apropiación de recursos de Estado, hasta uso abusivo del poder, proximidad, complicidad y financiación de grupos violentos.
La suspicacia y escepticismo de la ciudadanía poco a poco ha cubierto como hiedra la fachada otrora imponente de esta criatura de la constitución de 1991.
Los escándalos y las sospechas abundan desde su creación, historias de asociaciones non sanctas con narcotraficantes, tráfico de influencias y coimas para garantizar la selección de un determinado aspirante, pago de favores con cargo a la nómina, persecución a fiscales que actúan en derecho, pero en contravía de los intereses de altos funcionarios de esa importante entidad, indicios, rumores…
En los últimos meses son varias las situaciones que han generado incertidumbre, por decir lo menos, entre la ciudadanía, dado que, de ser un componente fundamental técnico de la justicia, ha pasado a ser una entidad con agenda política y en franca contradicción con el gobierno.
Para resaltar algunas de las situaciones en las que la Fiscalía ha tenido un exagerado e innecesario protagonismo parto de la situación que se presentó con el robo de unos dineros pertenecientes a Laura Sarabia, se supo después que se habían presentado filtraciones desde el órgano acusador hacia la Revista Semana y que ésta, basada en esas filtraciones y agregándole algunos elementos de su propia venenosa imaginación generó un escándalo donde las víctimas resultaron convertidas en victimarios y la persona implicada en el robo toda una heroína.
En ese contexto Semana, haciendo gala de un ejercicio espurio, infame y calumnioso de lo que ellos entienden por periodismo, empezó a decir que de una suma de seis mil dólares que una mucama habría sustraído, el valor, según sus fuentes anónimas, había llegado a 300 millones y, posteriormente a tres maletas con más de tres mil millones que ya no eran de Laura Sarabia, sino que eran producto de coimas que había recibido el propio Presidente…
Fue tal la presión de los medios estercoleros que la fiscalía empezó a llamar a funcionarios de seguridad de la Presidencia, situación que llevó a que uno de ellos, el Coronel de la Policía Oscar Dávila, un oficial con una brillante trayectoria a lo largo de sus años de servicio, tomara la fatal decisión de quitarse la vida.
No contentos con eso la dupla difamadora Semana –Fiscalía difundió sospechas de que el Coronel había sido asesinado y, con sólo esa sospecha, algunos líderes de la oposición llevaron el asunto al punto de incriminar al propio presidente de la República. Días después, en una de las tristes manifestaciones de la derecha hirsuta, mendaz y corrupta, se atrevieron a pedir la renuncia del mandatario y aseguraron sin escrúpulo alguno que Petro era el asesino del Coronel Dávila.
Pocos días después la propia Fiscalía tuvo, muy a su pesar, pero con todos los bombos y platillos, transmisión en horario triple A por prensa, radio y televisión, que confirmar que en efecto el Coronel Dávila se había suicidado.
Silenciado quedó el daño y la revictimización a los familiares y amigos del Coronel, el uso canalla de un evento luctuoso y doloroso para atacar al presidente de la República.
Hace unas semanas el turno le correspondió al hijo mayor del Presidente y su exesposa. Enfrascados en una disputa en el marco de su separación, salieron a relucir algunas maniobras pecaminosas del hijo del mandatario y la manera como, aprovechándose de su cercanía con el Dr. Gustavo Petro y de su posición y responsabilidad en la campaña presidencial del 2022, el joven Nicolás se había apoderado, en conjunto con su entonces esposa, de algunos recursos no de pequeña cuantía con los que había comprado propiedades a diestra y siniestra por valores que no se podían justificar con sus ingresos como miembro de la Asamblea departamental.
Quién dijo miedo. Sin esperar al desarrollo de las investigaciones, la prensa estercolera nuevamente empezó su espectáculo de luces y de flashes, entrevistas a los implicados, sus cercanos y hasta a los transeúntes desprevenidos, con preguntas capciosas, direccionadas, con las que buscaban enlodar a la campaña y al propio Presidente de la república en asuntos tales como financiación ilegal, violación de los topes de gastos para la campaña, lavado de activos, entre otras cosas.
El asunto no les resultó de la manera que esperaban, por más presión que le hicieron al primogénito y su exesposa no consiguieron una prueba, ni siquiera una declaración que implicara al Presidente.
A los pocos días la noticia fue la realización de una fiesta en el marco de la campaña Presidencial en Casanare, en la casa de un narcotraficante extraditado. En esta ocasión no fue la vocera del clan Gnecco, sino el periodista de Caracol Ricardo Calderón quien sacó a pasear el infundio sin hacer las constataciones pertinentes.
Luego de las declaraciones de los directivos de la campaña, desmintiendo y refutando la calumnia, el huracán de categoría 5 pasó a ser una simple llovizna bogotana…
Todavía le quedan unos meses para continuar urdiendo mentiras, el andamio de falsedades se le cae una y otra vez, la calidad de su discurso pasó de diatriba a berrinche, como lo demostró con su infame oratoria en el congreso de la ANDI. Su mechón a lo Clark Kent encanece…
En la última asamblea de la ANDI, Asociación Nacional de Industriales, la figura sin lugar a dudas fue el Doctor Francisco Barbosa, actual Fiscal General de la Nación, quien se permitió hacer uso de ese púlpito para hacer algunas acusaciones, admoniciones y reproches dirigidas con nombre propio al Presidente Gustavo Petro, habló de caos administrativo, de conducta omisiva frente a algunas amenazas contra su vida a las que se refirió en un comunicado oficial como Fiscal General hace algunos días.
En respuesta a los reproches del señor Fiscal, el alto gobierno recientemente difundió un comunicado en el que una comisión de expertos en inteligencia y altos funcionarios que incluyen al Ministro de Defensa, el Director General de la Policía entre otros, desmintieron el previo comunicado de la Fiscalía y manifestaron que no se tiene evidencia de la existencia de clase alguna de preparativos para un atentado en contra, no sólo del Fiscal, sino también de la Senadora María Fernanda Cabal y el General retirado Enrique Zapateiro.
Palabras más, palabras menos, lo que la citada comisión asegura es que todo lo denunciado por el Fiscal es simplemente una mentira, conclusión edulcorada posteriormente por el propio Presidente cuando afirma en un trino: “Un alto funcionario del estado se ha dejado engañar. Siempre personalmente le he ofrecido mi apoyo para la seguridad que requiere, como es mi deber, y lo seguiré haciendo”
Reproches basados en una mentira que ha repetido hasta la saciedad, nuestro Clark Kent ha recorrido el mundo con dineros públicos repitiendo sin cesar su historia de víctima, prepara su salida del cargo justificando desde ya su negligencia en presuntos persecución y atentado…
Se le cae otra mentira, no obstante lo cual, el patético e histriónico fiscal más inteligente, fotogénico, preparado y sexy del universo obliga a sus subalternos a sacar un comunicado contraevidente en el que menciona 3 testimonios al mejor estilo de la vocera del clan Gnecco.
Su discurso, con un claro tinte político pretende llenar el vacío de la oposición, viola el artículo 127 de la Constitución que prohíbe a funcionarios públicos participar en política. Pero no hay límite que no sobrepase el fiscal, aforado y a cargo de la comisión de absoluciones.
Está clara su intención de generar antecedentes para justificar ante sus amigos de la caverna un relato de persecución, mata así varios pájaros: Entraba las investigaciones que se le vienen, justifica su salida del país, deja encargado a un cómplice y soporta su campaña 2026…
Es evidente que se encuentra desesperado, desde ya empieza a experimentar la orfandad del poder, pero, además, siente pasos de animal grande, el periodo de Barbosa llega a su fin, el problema es que sin esa protección tendría que responder ante la justicia por las acusaciones engavetadas de corrupción, uso abusivo y fraudulento de recursos oficiales y podría pasar de ser cazador a presa…
Desde su patético ejercicio de un poder languideciente, con el sol abrasador quemándole la espalda, el cada vez más ínfimo fiscal le hace monerías y carantoñas a los que aún se creen los dueños del país, triste espectáculo que, unido al reciente hallazgo de una impunidad de más del 94% en los asuntos a su cargo, confirma la necesidad de reformar la justicia…
Su tiempo en el cargo que obtuvo por arte de los oficios de su condiscípulo devorador de salchipapas y una corte afín con el sometimiento de la justicia al arbitrio de la derecha para garantizarle la impunidad y el oxígeno a fin de que, llegado el momento, pudieran huir, se agota: No hay plazo que no se venza ni deuda que no se pague.
Lerda, ciega y coja, la Justicia se le acerca implacable, la hora de responder por sus actos fraudulentos y la manera como ha desviado, aplazado y engavetado investigaciones permitiendo el imperio de la impunidad se anuncia. Ya no podrá convertir la Fiscalía en bufet de defensa de corruptos.
Al igual que Néstor Cianuro, su caso llamará más temprano que tarde la atención de la justicia de una nación donde ésta sí funciona y entonces ya no habrá guaridas de su talla ni justicias a su medida…
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