La Vicepresidenta analizó con su entorno más cercano el resultado de las primarias. Apostaba a que Unión por la Patria lograra instalar al ministro de Economía como el candidato más votado individualmente.
¿Por qué lo votarían? Por miedo. Pero la estrategia del oficialismo de presentar a Sergio Massa como el garante de mantener lo conseguido hasta el momento -aunque no alcance- no funcionó. El peronismo hizo el domingo la peor elección de su historia y se pregunta ahora cómo remontar siete puntos, ubicarse nuevamente en su piso de 35% y meterse en el balotaje. La tiene difícil: para algunos, imposible.
Cristina Kirchner está colérica. Volvió el lunes de Santa Cruz, donde había permanecido el fin de semana analizando el resultado de la elección con su entorno más cercano. Si bien esperaba un resultado electoral adverso, apostaba a que Unión por la Patria lograra instalar al ministro de Economía como el candidato más votado individualmente.
La última semana, trabajos de campo realizados por militantes de La Cámpora encendieron las alarmas. Encuestas cualitativas avisaban que Javier Milei cosechaba adhesiones en sectores populares del Conurbano. Esos estudios no erraron. El libertario fue el segundo candidato más votado en muchos distritos del Gran Buenos Aires. “El Dipy”, su postulante en La Matanza, consiguió casi el 24% de los votos. Si se analiza el origen de esos votos matanceros, no surgen de los sectores medios del distrito, como Ramos Mejía o San Justo, sino de los más postergados: Virrey del Pino, González Catán y Laferrere.
¿Qué indica esto? Que contrario a lo que se podría pensar en un primer y superficial análisis, Milei no le quita votos solo a Juntos por el Cambio sino también -y sobre todo-, al kirchnerismo. El líder de La Libertad Avanza fue a “pescar” en la pecera donde se concentra el voto duro de Cristina, que ahora no es candidata.
Pero Milei no es el único ni principal problema del oficialismo. También está Patricia Bullrich. El domingo, al menos el 47% de la sociedad expresó que no quiere progresismo, diálogo, ni kirchnerismo. El 30% de Milei y el 17% de Bullrich muestran un giro a la derecha en la demanda electoral. Si a ese 47% se le suman los votos de Horacio Rodríguez Larreta, se asciende a casi un 60% del electorado que está demandando un cambio en la administración del Estado.
El kirchnerismo va a trabajar para meterse en el balotaje y para hacerlo necesitan por lo menos dos millones más de votos. Y vuelta al principio: ¿De dónde podrían salir votos? Máxime cuando, como pidió el FMI, el Gobierno, con Massa como Ministro de Economía a la cabeza, aplica una devaluación del 22% del tipo de cambio oficial que pegará de lleno en la inflación de agosto. Eso, sin contar el impacto del incremento de las tarifas y la caída del salario real.
En Unión por la Patria no se dan por vencidos y debaten estrategias. Confían en que pueden recuperar parte de los votos que se fueron a Milei en los sectores más vulnerables y algunos de los que terminaron en Larreta de los sectores medios. Pero sobre todo, se enfocarán en ir a buscar y convencer a los que no fueron a votar.
La participación en la elección del domingo, el 69,7% del padrón, está entre las más bajas de la serie histórica para las PASO, pero por arriba del 67% que votó en las primarias legislativas del 2021. Tanto oficialistas como opositores descuentan que la participación aumentará para las generales, pero no se animan a poner porcentajes. Si sumaran 10 puntos más, es decir si lograran que fueran a votar el 79% de los argentinos, se agregarían cinco millones de votos. No es poco. La pregunta es cómo se distribuirán y si en efecto la participación crecerá en esa magnitud.
Cambios en la estrategia de campaña de Unión por la Patria
El oficialismo debate también un cambio en la campaña. Y aquí, una vez más, hay diferencias. Algunos ya venían discutiendo las estrategias planteadas por el asesor catalán, Antoni Gutiérrez-Rubí, que impulsó una campaña centrada en la gestión y sin “actos políticos”. Con los números de las PASO, esas críticas se agigantan y toman consistencia.
Varios insisten en que es necesario contar simple y claro qué quieren hacer, virar hacia una campaña propositiva en la que se le explique a la gente por qué Massa, según ellos, está mejor preparado para manejar la economía que Milei y Bullrich. Y se entusiasman, inclusive, con que los dos debates presidenciales previstos por ley ayuden al candidato oficialista a mostrar su superioridad respecto del conocimiento del manejo del Estado y los resortes del futuro de la economía.
Sin Cristina Kirchner en las listas y con un Milei fortalecido por la validación que le dieron las urnas frente a las proyecciones de los medios y encuestadores, que lo ponían en torno a los 20 puntos, el escenario del peronismo es adverso. Todo indicaría, además, que la Vice se va a mantener al margen y seguirá “sin ponerle el cuerpo” a la campaña. Solo queda prenderle una vela a Axel Kicillof en la Provincia, que celebra el triunfo de Néstor Grindetti sobre Diego Santilli.
Sin embargo, debería primar la cautela: Kicillof ganó las PASO por el 36,4% de los votos, apenas cuatro puntos más que los candidatos de Juntos por el Cambio sumados. Si la inflación se acelera, el dólar crece y la inseguridad cobra relevancia en el conurbano, Bullrich podría crecer en la provincia y derramar sobre su candidato a gobernador. Sin ir más lejos, en las primarias, Milei convirtió a Carolina Píparo en la segunda candidata a gobernadora más votada, detrás de Kicillof.
Dependerá, una vez más, de la performance que logre hacer Massa en territorio bonaerense; de alguna manera, el refugio kirchnerista. No hay que olvidar que, ya en abril, CFK avisaba en el Teatro Argentino de La Plata que el peronismo tendría una elección adversa. Tanto, que sorprendió y hasta enojó a algunos cuando habló de una elección de tercios. Lo que nunca imaginó Cristina es que, en ese escenario, el último tercio sería del peronismo. Es tarde para repartir culpas y ya no tiene caso señalar al presidente Alberto Fernández como el responsable del desastre.
Massa, el candidato de CFK, sacó este domingo apenas un puñado más de votos que los que cosechó en 2015, cuando compitió solo (como candidato de UNA), por fuera del peronismo, que llevaba a Daniel Scioli. En esa elección, Massa sumó 4.639405 votos; en la de este domingo, 5.070.689. En aquella misma PASO, la fórmula Scioli-Zaninni consiguió ocho millones de votos; en las primarias de este domingo, Massa y Grabois juntos no llegaron a los seis millones y medio.
La comparación es todavía más dura si se la hace contra la última elección presidencial. En las PASO de 2019, la fórmula Fernández-Fernández obtuvo poco más de 12 millones de votos contra algo más de 8 millones de Macri-Pichetto.
Las PASO fueron una sorpresa y un cachetazo al sistema político tradicional, pero que le pegó de lleno al peronismo. Tanto que cuesta imaginar hoy al kirchnerismo entrando a una segunda vuelta. El sociólogo y director de Poliarquía, Eduardo Fidanza, lo expresa así: “No veo un escenario en el que Milei pueda ganar en primera vuelta ni al Gobierno entrando a un balotaje. Pero sin el peronismo en esa segunda vuelta se genera un déficit de representación. Quizá Bullrich lo resuelve, veremos”.
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