Así lo afirma una investigación británica com más de 40.000 pacientes. La extensión de los telómeros en los glóbulos blancos baja el riesgo de la enfermedad arterial coronaria y de la insuficiencia cardíaca. Cardiólogos argentinos analizaron el estudio británico.
Los telómeros son los extremos de los cromosomas. Son regiones de ADN no codificante, altamente repetitivas, cuya función principal es la estabilidad estructural de los cromosomas en las células eucariotas, la división celular y el tiempo de vida de las mismas.
Son tapas protectoras al final de los cromosomas que se acortan progresivamente con cada división celular. Su desgaste es un marcador del envejecimiento biológico y puede aumentar la susceptibilidad a enfermedades relacionadas con la edad.
La longitud de los telómeros generalmente se mide en los leucocitos. Y la última evidencia científica vincula la longitud más corta de los telómeros de los leucocitos (LTL) con el riesgo de enfermedad arterial coronaria (CAD) e insuficiencia cardíaca. En cambio, si son más largos, se asocia con una mayor masa ventricular izquierda (MVI) y un tamaño ventricular global más grande, así como con una mejor función cardíaca y un menor riesgo de insuficiencia cardíaca (IC).
Esto se comprobó en un estudio científico publicado la semana pasada en JAMA Cardiology realizado por expertos del Instituto de Investigación William Harvey, y la Escuela de Medicina y Odontología de Londres de la Universidad Queen Mary en, Reino Unido.
El estudio incluyó a 40.459 participantes con una edad media de 55,1 años del Biobanco del Reino Unido, es decir una gran cohorte de población. Los investigadores accedieron a datos de un subconjunto de participantes que se sometieron a exploraciones de resonancia magnética cardiovascular (CMR), que proporcionaron mediciones de la estructura y función cardíacas, y de su reciente medición a gran escala de LTL en los participantes que identificaron variantes genéticas.
Usando ADN de leucocitos de sangre periférica, los investigadores midieron LTL como la proporción del número de copias repetidas de telómero en relación con el de un gen de una sola copia, y estratificaron a los participantes del estudio. Después de tener en cuenta las diferencias en edad, sexo, altura y peso, hubo una asociación positiva entre LTL y la masa ventricular izquierda (LVM).
De manera similar, un telómeros de los leucocitos más largo se asoció con un volumen ventricular global más grande, un tamaño ventricular global más grande basado en el modelado de la forma, un volumen sistólico del ventrículo izquierdo más alto, un volumen sistólico del ventrículo derecho más alto, un volumen máximo de la aurícula izquierda más grande y un volumen de vaciado de la aurícula izquierda más alto. El ajuste para la presión arterial sistólica, la diabetes, la dislipidemia, el tabaquismo y el nivel de actividad física atenuó ligeramente los tamaños del efecto, pero mantuvo la significación estadística.
El destacado cardiólogo Martín Lombardero, miembro de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) explicó a Infobae el alcance del estudio y el significado para mejores tratamientos a futuro.
“Los telómeros son ‘capuchones’ o ‘tapas’ protectoras que se encuentran en el extremo de los cromosomas. A medida que la célula se va dividiendo (y esto tiene que ver con el inexorable paso del tiempo) se acortan progresivamente y vamos envejeciendo. Haciendo una simple alegoría, podríamos comparar al telómero como el capuchón de una lapicera de pluma. Esta lapicera tiene la propiedad de crear unas cuantas lapiceras iguales a la original. Pero a medida que va generando más lapiceras, el capuchón que protege la pluma se va acortando progresivamente. Ya en las últimas copias, la delicada pluma de la lapicera queda al descubierto, el capuchón es muy corto y la lapicera no sirve más”, detalló el experto.
“En las células ocurre lo mismo, la delicada pluma es el extremo de cromosoma, y el capuchón es el telómero. Cuando los telómeros alcanzan una longitud crítica, las células no se duplican más (entran en estado de senescencia) y muerte celular (apoptosis). En términos más científicos, medir la longitud del telómero es una forma de ver y evaluar la capacidad e historia de replicación o división celular. Por más que no nos enfermemos, tenemos un tiempo de vida ya programado (en realidad no podríamos vivir más de 120 años, por ahora). En términos prácticos, la longitud de los telómeros es un marcador envejecimiento, variable entre cada uno de nosotros, y que depende de la genética que traemos, y de cómo nos cuidamos”, agregó el experto.
En tanto, el cardiólogo Mario Boskis afirmó a Infobae que el presente estudio relaciona la longitud de los telómeros de los cromosomas con datos de morfología y función del corazón.
“Encuentra que a mayor tamaño de los mismos hay un corazón que tiene mayor cantidad de músculo contráctil y eyecta un mayor volumen de sangre, aumentado la eficiencia del miocardio, asemejando, por ejemplo a los cambios benéficos que vemos en alguien con buen entrenamiento físico, un deportista o un atleta. No solo eso, sino que encuentra también una asociación positiva entre telómero de mayor longitud y la disminución de la aparición futura de insuficiencia cardíaca. Si bien es un estudio observacional, con una población muy seleccionada y hay que definir si existe una relación causal indiscutible en los hallazgos, es interesante destacar que este estudio utiliza herramientas como la inteligencia artificial y los conocimientos derivados de la biología de los telómeros para extraer conclusiones que pueden llevar a abrir nuevos caminos en la ciencia del envejecimiento y el tratamiento de la insuficiencia cardiaca”, sostuvo el especialista.
Y agregó: “La ciencia médica se encuentra especialmente abocada en los últimos años a preguntarse por qué y cómo envejecemos y más aun, cómo podemos intervenir para retrasar el reloj biológico. Creo que en el futuro no muy lejano, la biología molecular será capaz de generar nuevos tratamientos que ayuden a tratar las enfermedades crónicas como la insuficiencia cardiaca y la enfermedad coronaria, primera causa de muerte hoy a nivel global, con la consiguiente prolongación substancial de la expectativa de vida. Mientras tanto mi recomendación es seguir controlando los factores de riesgo cardiovascular y especialmente mantenerse activo físicamente aun en edades avanzadas. Esta nuestro alcance hoy en día y está demostrado que nos ayuda a vivir más y mejor”.
Para Lombardero, el trabajo británico es muy interesante, abre nuevas hipótesis y es único en cantidad de individuos evaluados. “Midieron al longitud de los telómeros de glóbulos blancos (donde habitualmente se mide) y lo compararon con clásicas mediciones de tamaño y geometría del corazón, como son los volúmenes de las cámaras cardíacas (ventrículos y aurículas), el peso del corazón en gramos, y la cantidad de sangre que se expulsa del corazón (volumen de eyección), utilizando una técnica de imagen cardíaca que es el patrón de referencia en este tipo de mediciones: la resonancia cardiaca. Y lo midieron en el increíble número de 40.000 individuos (extraída de una enorme población reclutada entre 2006 y 2010) con participantes de 40 a 69 años, pero sepamos que, por el nivel socio cultural, es una población algo más sana que la población británica general”, precisó el experto cardiólogo.
Y señaló: “Ellos demostraron que una mayor longitud de los telómeros (es decir, una mayor protección del cromosoma en la división celular) se asoció con una condición del corazón muy favorable y hasta “similar” a la adaptación fisiológica (normal) del corazón del deportista. Este hallazgo fue reflejado en el aumento de volúmenes cardiacos, mejor eyección ventricular y aumento del peso global (suponemos que, sin aumento patológico de la pared ventricular, en términos de hipertrofia de pared).
”Estos hallazgos concuerdan con lo que los cardiólogos vemos en los estudios con ecocardiografía, y que ya fue demostrado por el Dr. Richard Deveraux (EEUU) en la década del 80: un menor volumen ventricular, es decir una cavidad del ventrículo izquierdo más chica (llamado remodelamiento concéntrico del ventrículo izquierdo), que a su vez es frecuente de ver en pacientes añosos e hipertensos, tiene peor pronóstico a largo plazo (independientemente de la hipertensión arterial), con mayor posibilidad de insuficiencia cardiaca. Pero no sabíamos de la relación del menor volumen ventricular con el mayor acortamiento de los telómeros”, sostuvo Lombardero.
“Lo interesante del trabajo de Aung, es que asocian menor longitud del telómero con la posibilidad de tener un corazón que eyecta menos sangre (insuficiencia cardiaca) que la que mi cuerpo necesita. Es decir, si le mido la longitud de los telómeros a un glóbulo banco en un individuo de 50 años, podría interpretar que esta medida está asociada con peor o mejor función cardiaca. Pero lo más interesante seria ver si, tal como expresan los autores en el artículo (respaldados por un sofisticado y muy prolijo método estadístico) que el acortamiento del telómero es causa directa de alteración cardiaca y, consecuentemente, de insuficiencia cardiaca. La telomerasa es la enzima responsable del mantenimiento de la longitud de los telómeros. Como hipótesis, si pudiéramos actuar optimizando esta enzima, se frenaría el acortamiento de los telómeros, y se podrían mejorar las variables cardiacas y la función cardiaca previamente deteriorada”, concluyó el especialista.
Y finalizó con un contundente mensaje a la población: “Este trabajo abrirá futuras investigaciones para responder a estas, y otras interesante hipótesis. Mientras tanto, sepamos que la única manera de frenar el acortamiento de los telómeros (y disminuir el envejecimiento) es teniendo hábitos sanos con una nutrición “global” consciente (hablo no solo de nutrición en términos de alimentos sanos y estar en el peso adecuado, sino también de “nutrir” nuestro cuerpo con ejercicio físico moderado y constante, utilizar herramientas de relajación mental, no fumar, respira aire puro lo más que podamos y tener menor exposición a pantallas digitales. Nuestros telómeros nos lo van a agradecer”.
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