Se trata de un trastorno que es más frecuente en mujeres y que se incrementó con el impacto de las redes sociales. La opinión de tres expertos sobre el temor irracional a la imperfección.
Luego de ser expulsada de Barbieland por no ser una muñeca suficientemente perfecta, Barbie parte hacia el mundo humano para encontrar la verdadera felicidad. Este es el argumento de la película que hoy arrasa en los cines, protagonizada por Margot Robbie y Ryan Gosling y dirigida por la cineasta Greta Gerwig.
El filme redefine la muñeca más famosa de la historia como un ícono feminista y el tema de la exigencia de una imagen impecable es uno de sus leitmotiv. Lejos de los roles que ligan a este casi mítico y popular personaje, la trama explora el tema de la perfección y el miedo a no ser suficiente, conocido como atelofobia.
Los especialistas lo denominan “síndrome de Barbie” o atelofobia, una palabra que proviene del griego y significa «atel», imperfecto, y «phobos», temor. Barbie, en el nuevo filme, sufre fobia a la imperfección.
Durante años, la muñeca rubia, de ojos azules, con medidas 90-60-90, mansión, descapotable, pareja y distintas profesiones (mucho antes que las mujeres reales lo fueran) se asoció con la perfección. Por eso, su nombre define a las personas que buscan la excelencia.
La licenciada Gabriela Martínez Castro, psicóloga especialista en Trastornos de Ansiedad y directora de Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad(CEETA), definió la atelofobia: “Es un temor al fracaso persistente, se manifiesta porque las personas que lo padecen tienen un temor irracional a no poder cumplir con las expectativas propias relacionadas con el éxito, ya sea en lo físico, en lo educacional o académico, en lo laboral o en lo social. Todo este temor tan irracional lleva a que las personas eviten situaciones en donde son desafiadas para alcanzar ese éxito”.
Además, aclaró que aunque puede afectar a ambos sexos, es más frecuente en las mujeres “porque tenemos la autoimagen puesta en lo que es la apariencia física que tiene que ser bonita como Barbie y con una vida maravillosa”.
Cinthia Ortiz, psicoterapeuta y coordinadora del equipo de ansiedad de Fundación Aiglé, definió la atelofobia como el miedo desmedido a la imperfección: “La persona que lo padece experimenta niveles persistentes de ansiedad frente a la sola idea de no cumplir con estándares de excelencia o de perfección. Esto puede estar circunscrito a un área específica de desempeño, como puede ser la laboral o la académica, o a un rol, como madre, como amiga, o estar mucho más extendida en su experiencia personal”.
Por su parte, el doctor Fernando Felice, cirujano plástico, docente de la UBA y director del Congreso Masterhub, explicó que el miedo a la imperfección es claramente un problema actual que él ve con frecuencia en el consultorio. “Estamos acostumbrados a vernos con filtro, en un momento del mundo en el que toda la población es comunicadora a través de las redes sociales. Estamos acostumbrados a ver la perfección a través de estos filtros, que no son reales, pero que generan en la gente una necesidad de verse así en la vida real”.
Además, comentó: “Los pacientes, muchas veces, vienen a buscar ideales que no existen. Si caen frente a cirujanos o médicos que no son serios, pueden terminar con las caras infladas, como las fotos de Madonna que se vieron en los últimos tiempos”.
El médico agregó que la gente puede verse influenciada por imágenes filtradas en redes sociales, creyendo que esas personas que las postean son exitosas y lucen de cierta manera. “Por eso, es importante que los profesionales médicos ayuden a los pacientes a comprender la realidad de su apariencia actual y trabajar en resaltar sus rasgos positivos en lugar de buscar una perfección irreal. Para eso es necesario que haya profesionales serios con capacitación, ética profesional y buen criterio estético”, resaltó Felice.
Consecuencias negativas
Además de las sensaciones de insatisfacción y baja autoestima la licenciada Martínez señaló que “la atelofobia podría llevar a padecer un trastorno por fobia social cuya característica esencial es el temor a ser burlado, rechazado y no ser querido. Todo esto va acompañado de síntomas como ansiedad, nerviosismo, problemas gastrointestinales, temblores, sensación de desmayo y puede llevar hasta un ataque de pánico”.
Además, destacó que la atelofobia va avanzando, “no se queda con un temor al fracaso y nada más, y cuando crece mucho se transforma en un trastorno por ansiedad social o fobia social”.
Ortiz indicó que a esos síntomas orgánicos o fisiológicos se suman “un estado de hiperalerta o hipervigilancia frente a la posibilidad de fallar o de no estar a la altura de los estándares esperados, y dificultades para concentrarse, pensamientos negativos sobre la salud y la salud mental. También se agregan pensamientos catastróficos recurrentes respecto a las consecuencias de no ser perfectos, lo que puede tener como resultado alteraciones en el sueño y en el apetito”.
Otra de las consecuencias que produce la atelofobia es la procrastinación, o sea, postergar la acción o retrasar actividades. Ortiz explicó: “Frente al miedo a no cumplir con los estándares de perfección, la persona pueda recurrir a procrastinar indefinidamente la entrega de un trabajo final, presentarse a un examen, chequear una y otra vez una tarea laboral que ya está terminada en busca de potenciales errores, generando así un sobreesfuerzo y mayor carga de trabajo”.
Otras de las acciones que puede llevar a cabo quien sufre de atelofobia es implementar estrategias de reaseguro, explicó Ortiz, como pueden ser recurrir a usar distintos filtros o herramientas de edición de imagen antes de publicar una foto en las redes sociales, o pedir constantemente la opinión a terceros en cada paso de un proyecto que emprende para garantizarse los resultados favorables.
“Claramente todas estas estrategias lo único que hacen es potenciar la sensación de inseguridad personal y reforzar esa tendencia perfeccionista. La paradoja es que las personas con miedo extremo a la imperfección pueden preferir incluso evitar hacer cualquier cosa con tal de no enfrentarse a la frustración de no alcanzar los estándares deseados, y todo esto repercute en que tengan un estado de ánimo cada vez más negativo y actúa también en detrimento de su autoestima, su autoconcepto”, indicó la licenciada Ortiz.
Un perfeccionismo insano
La atelofobia, el miedo al fracaso, está fuertemente asociada al concepto de perfeccionismo negativo. Según explicó la licenciada Ortiz, “el perfeccionismo en sí mismo puede ser positivo, ya que implica autoexigencia y altos estándares de rendimiento. Sin embargo, existen dos tipos de perfeccionismo: uno saludable que contribuye al desarrollo personal y social, y otro desadaptativo que predispone a la psicopatología”.
Y agregó: “El perfeccionismo desadaptativo se caracteriza por metas poco realistas, expectativas desmedidas de logro y falta de tolerancia al error. Los perfeccionistas desadaptativos consideran cualquier alternativa a la perfección como un fracaso y se critican severamente cuando no alcanzan los estándares de excelencia. También tienen baja tolerancia a la crítica externa. En contraste, los perfeccionistas saludables ven el error como una oportunidad de aprendizaje y utilizan la crítica externa como información para mejorar sus estrategias”.
La psicóloga además afirmó que estas manifestaciones a menudo están interconectadas con múltiples trastornos y situaciones clínicas:
“Por ejemplo, el miedo a la imperfección de la imagen corporal puede estar relacionado con trastornos de la conducta alimentaria, donde se alteran los hábitos alimentarios y la actividad física en busca de perfeccionar esa imagen. Si además existe un miedo a la evaluación negativa por parte de los demás, puede asociarse a un trastorno de ansiedad social. Y si el enfoque está en el orden, la limpieza y la asimetría, puede estar relacionado con manifestaciones del espectro obsesivo-compulsivo”.
El papel de las redes sociales
Los condicionantes sociales y el auge de las redes y aplicaciones como Instagram han hecho que la atelofobia sea cada vez más frecuente. Así, una investigación llevada a cabo por la Universidad Southern Queensland, Australia, llamado “El perfeccionismo como un trastorno mental impulsado por la nueva tecnología” cataloga este problema como un trastorno mental emergente.
La licenciada Ortiz comentó: “Tal como refiere el artículo, las redes sociales tienen un impacto significativo en el desarrollo del perfeccionismo negativo, así como en la aparición de trastornos emocionales y de conducta alimentaria. Esto se debe a que las redes sociales alimentan expectativas poco realistas y desmedidas en relación con los logros y la perfección. Las personas tienden a compartir en las redes sociales solo aquello de lo que están orgullosas y que valoran positivamente de sí mismas, omitiendo los errores y fracasos, lo cual crea una síntesis perfecta de los éxitos”.
Para Martínez “Las personas que padecen atelofobia se comparan con esas situaciones bonitas y de éxito que se postean en las redes (fotos con amigos, académicas, sociales, laborales) y piensan que no van a lograr sus propios éxitos y tienden a sentirse miserables y menos que los demás. Generalmente, todo este tipo de fobias lo sufren personas cuya personalidad contiene una muy baja autoestima y sobre esta base, se construye todo el pilar necesario para la atelofobia”.
Por su parte, el doctor Felice expresó: “Yo creo que todas las personas debemos entender que las redes sociales son situaciones irreales de la vida, vidas con filtro. Lo único real es lo que podemos ver y tocar, el contacto interhumano, cara a cara”.
Cuándo consultar
Martínez dijo que cuando la atelofobia empieza a impedir que la persona se manifieste y pueda realizar su vida cotidiana, necesita una ayuda, como la terapia: “Este tipo de problemáticas no empiezan y quedan cristalizadas, sino que van avanzando sobre diferentes áreas hasta llegar a incapacitar la vida de quien las padece”.
Y sumó: “La terapia cognitivo-conductual, que es una terapia breve en el tiempo, focalizada en el problema, puede ser muy útil, ya que en un corto tiempo de duración, con tareas para hacer dentro y fuera de las sesiones, da buenos resultados”.
De la misma manera, para la licenciada Ortiz, la psicoterapia cognitivo-conductual es un enfoque adecuado para abordar estos problemas, utilizando estrategias cognitivas y comportamentales. “Se trabaja en flexibilizar los estándares de rendimiento, definir prioridades según los propios valores y fraccionar metas a corto y largo plazo. También en aceptar los límites y ser flexible en la evaluación de los resultados”. dijo la experta.
Y cerró: “Muchas veces puede ser más enriquecedor para mi propia experiencia aceptar hacer las cosas bien, muy bien o lo mejor posible, aunque no sean necesariamente perfectas, que no hacer nada. Cuestionar los estándares socioculturales también y lo que se muestra en el contexto de las redes sociales también es muy importante”.
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