El bigote es un símbolo sociocultural que se nutre del momento y la sociedad donde se le ubique. Sin embargo, los distintos estilos son parte de una expresión íntima que se exterioriza ante los demás. El análisis de un barbero y un sociólogo.
La Real Academia Española (RAE) define al bigote como el “conjunto de pelos que nacen sobre el labio superior”. Esta síntesis analizada a simple vista puede estar en la misma línea de cualquier rasgo humano. Sin embargo, el vello facial que crece por encima de la boca no está dentro de las características que pasan desapercibidas.
Por el contrario, más que un simple rasgo físico, el bigote masculino ha llegado a representar una serie de atributos y valores, siendo a menudo considerado un símbolo de madurez, autoridad y poder. En ciertos contextos, además, su presencia o ausencia puede transmitir mensajes sutiles acerca de la personalidad y las actitudes de una persona.
En todas sus variaciones y estilos, el vello facial continúa siendo un poderoso medio de expresión de la identidad y un elemento que incide en la forma en que los demás perciben a un individuo.
Así lo introdujo en diálogo con Infobae el sociólogo y psicólogo Martín Wainstein, profesor consulto e investigador de psicología social de la Universidad de Buenos Aires (UBA): “El bigote es un emblema cultural. Si bien hace a la presentación de la persona en la vida cotidiana, también tiene características fuertemente culturales. Esto responde a modelos que los varones toman. El bigote se define por lo cultural y, en parte, hace a la identidad y a cómo uno se percibe como persona”, dijo Wainstein.
“En rigor, uno obtiene la autopercepción de identidad, fundamentalmente, a través de un modelo que nos identifica. El bigote y la barba están muy vinculado, ahora, con los jugadores de fútbol. Si ese modelo que nos identifica tiene bigote, es muy probable que uno asuma usar bigote. Y ese modelo es cultural y está dentro de la cultura aceptada. Lo que sucede es que si no está dentro de esa categoría aceptada, la persona será un poco excéntrica a esa cultura”. sumó Wainstein.
“Hay culturas en las que se ha cultivado muchísimo el uso del bigote -siguió Wainstein-, mientras que en otras se ha difundido el ser lampiño e, inclusive, hay sectas que eliminan la totalidad del vello y el pelo, sobre todo en Oriente, en donde se dejan apenas una pequeña colita en la nuca o, a veces, nada de pelo. Que el bigote se relacione a la masculinidad es una cuestión cultural. Estamos hablando de la cultura de género”.
Justamente en lo relacionado a masculinidad, un trabajo científico realizado en 2023 por expertos de italianos y polacos planteó que los hombres “con vello facial distintivo son percibidos como más agresivos, dominantes, mayores y más formidables, principalmente por otros hombres”. Estas conclusiones estuvieron a cargo de investigadores de la Universidad de Silesia y la Universidad Cardinal Stefan Wyszyński, ambas en Polonia, y de la Universidad de Padua, en Italia.
“Investigamos las preferencias de 509 hombres -de una edad promedio de 29,35 años- hacia el vello facial, y si sus juicios sobre la idoneidad del vello facial en situaciones sociales dependían de su barba real y el tipo de interacción social”, detallaron los autores. Y afirmaron que, en su análisis, “los hombres prefirieron tener más vello facial, sobre todo cuando se trataba de una bigote o barba espesos o una abundantes”
Bajo estos preceptos, Wainstein reflexionó: “La pregunta es si el otro sexo, el femenino, visualiza o define a lo masculino por los atributos del bigote. Eso es dudoso y hay que pensar que una gran cantidad de chicos jóvenes que están en el inicio de la vida sexual usan poca barba y bigote, en el rango de los 15 y 20 años”.
Según el psicólogo y sociólogo, “muchas mujeres, actualmente, admiten perfectamente que un hombre no tenga bigote, y no van a considerar bajo ningún concepto que eso disminuya su masculinidad. Puede ocurrir, en algunos casos, que un joven que tiene que afrontar trabajos o situaciones se deje el bigote o la barba para parecer más grande, así como una psicóloga se peina y viste de una manera para atender. Tiene que ver con atributos de lo femenino y lo masculino y no con una definición taxativa”.
En ese tono, Wainstein repasó: “El bigote y la barba fueron algo muy presente en la época de los 70, cuando aparecieron los barbudos de Sierra Maestra, los primeros guerrilleros cubanos que en ese entonces eran bien recibidos en el mundo por ser liberadores de las dictaduras. Eso estaba relacionado, más que con la masculinidad, con una condición de vivir en la selva y no poder afeitarse”.
Desde el ámbito de las barberías, y con la experiencia que le da observar y diseñar diariamente distintos estilos de bigote, Adrián Centi, socio de la barbería The Barber Job, aportó: “En muchas culturas, el bigote es un símbolo de atracción. Esto viene por un lado cultural y milenario. Hoy en día, al hombre le gusta cuidarse en todos los sentidos, especialmente el estético, y ahí aparece el vello facial. Un bigote cuidado, limpio y bien tratado puede generar atracción o, al menos, llamar la atención para contemplarlo”.
Para Centi, “el bigote revela muchas cosas sobre la identidad de una persona. Uno puede saber el tipo de persona que es: si es estética y si se cuida, el bigote se perfila hacia arriba. Un bigote muy definido hace que alguien diga mucho de sí mismo en cuanto a cuidado y prolijidad, e incluso se podría saber si es culto o no. Hoy en día, el bigote habla por la persona: un vello facial descuidado y sucio da muchos mensajes. La barba y el bigote marcan rasgos tanto para quien los lleva como para quien observa. La persona con bigote trata de decir algo y mostrarlo ante el mundo”.
“Antiguamente -agregó Centi- el vello facial, el bigote, era símbolo de masculinidad, poder y fuerza, sobre todo en países nórdicos. Este movimiento se trasladó en el tiempo y generó ese reconocimiento de masculinidad y de poder. En muchos lugares, no todo el mundo podía usar vello facial y era un tema de exclusividad. Esta visión cambió mucho en la actualidad por la igualdad de género, y está más minimizada”.
Anteriormente, una investigación realizada por especialistas de Australia y Finlandia postuló que el vello facial masculino “puede desempeñar un papel significativo en la percepción del atractivo y la dominación social de un hombre. Se ha observado que el vello facial es más atractivo para las relaciones a largo plazo”. Los autores de este trabajo pertenecen a la Universidad de Queensland, la Universidad Charles Sturt y Universidad de Nueva Gales del Sur -estas últimas tres en Australia; y a la Universidad de Turku, en Finlandia.
“En este estudio, se manipuló digitalmente el vello facial en las caras masculinas, variando desde afeitado, barba ligera, barba espesa hasta barba completa, para que parecieran más o menos masculinos. Los participantes calificaron estos rostros modificados para su atractivo físico general, para relaciones a corto y largo plazo. Los resultados mostraron que los rostros con vello facial eran más atractivos a largo plazo, pero no a corto plazo. Se sugiere que la barba puede ser atractiva en el contexto de las relaciones a largo plazo como indicativo de capacidad de ofrecer beneficios directos”, detallaron en el trabajo.
A su turno, el barbero Darío Pelizzari, fundador de una barbería porteña que lleva su apellido, le dijo a Infobae: “El bigote genera más atracción porque da sensación de madurez. El hecho de que, mayormente, un adolescente promedio no tenga barba, da la sensación de inmadurez, entonces, que una persona tenga bigote la coloca en una posición de adultez. Más madurez implica más experiencia. Creo que son solo sensaciones, de todos modos: hay adolescentes muy maduros para su edad y adultos inmaduros”.
Según Pelizzari, “hay un estilo de bigote para cada persona. Los más detallistas eligen el bigote tipo mostacho, por ejemplo. Si la persona que tiene bigote no se lo lava o higieniza adecuadamente, puede dar la sensación de dejadez, como por ejemplo la gente que fuma, su bigote tiende a ponerse de un color amarillento y da fea sensación. Por el contrario, si se tiene un bigote limpio, ordenado y con aromas agradables, esto dará una mejor impresión”.
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