Comprender las vivencias de las enfermeras en su paso de estudiante a profesional al comenzar a trabajar en instituciones sanitarias de Ecuador.
Introducción.- En el paso de estudiante a profesional las enfermeras presentan el llamado reality shock al encontrar contrastes entre la realidad laboral y las ideas de la profesión. Esta vivencia implica repercusiones emocionales.
Kramer (1974), describe el período de transición como un reto tanto para la enfermera recién egresada como para las instituciones que le acogen y lo describe como un fenómeno cultural: hay un choque entre las ideas que tiene la enfermera novel, las cuales ha aprendido y asimilado dentro del entorno del mundo académico, y la realidad laboral, la cual es nueva para la principiante.
El proceso de transición de estudiante a profesional se ha estudiado en países como Estados Unidos, Canadá o Australia y en algunos países europeos y está considerado como el mayor paso que da una enfermera al comienzo de su carrera profesional. Las vivencias que se dan durante esta etapa son similares en diferentes países o culturas, estilos de formación u otras circunstancias (Andersson et al, 2005).
Para Kramer (1974), el “reality shock” es un concepto que se usa para describir el fenómeno y las reacciones propias de los nuevos trabajadores cuando se encuentran en una situación laboral para la que se han preparado durante años y en la cual piensan que están preparados, y entonces, de repente, sienten que no lo están. Un fenómeno de choque con la realidad que tiene varias visiones aunque la autora se centra en el shock cultural.
El shock cultural, según Kramer (1974) y Oberg ([1960] 2006) viene dado por la sorpresa y reacciones cuando una persona descubre que su propia cultura no es necesariamente la única o la mejor en cuanto interactúa con una nueva vida social y con las personas que llevan esa nueva vida social. Este tipo de shock se da muy a menudo en grupos de personas que se encuentran en un entorno o ambiente que controlan, y pasan súbitamente a otro entorno con variaciones en los patrones culturales.
El concepto de shock, como indica Kramer (1974), es el fenómeno de shock social que está relacionado con el reality shock. Por definición, el shock cultural es un estado de ansiedad causado por la pérdida de los signos y símbolos de las relaciones sociales familiares de una persona, cuando de pronto entra en contexto con un sistema cultural muy diferente al de su propia cultura de origen.
Si la universidad y el entorno laboral se han visto como subculturas distintas con sus propios sistemas de valores, signos y símbolos de relaciones sociales opuestas, se puede entonces hacer un paralelismo con una persona que emigra de un país a otro, con el de la enfermera novel que se incorpora a trabajar por primera vez. El shock se manifiesta en una variedad de formas que generalmente, según Kramer, se desarrolla en las siguiente fases: “honeymoon”, luna de miel, “shock and interjection”, conmoción y rechazo, “regression”, regresión- y “recovery”, recuperación-.
El concepto de shock explica “la reacción individual de quien ha recibido una formación en su campo y justo comienza a trabajar” (Caliskan y Ergun, 2012). El shock afecta a la propia seguridad de la enfermera, y a su autoestima (Cowin y Hengstberger-Sims, 2006). Se puede definir como “un salto repentino al fondo de la piscina” (Duchsher, 2009). La decepción a que no es lo esperado, es el sentimiento que más predomina entre las nuevas enfermeras (Tastan et al 2013).
En el trabajo realizado por Ellerton y Gregor (2003) se observa que las nuevas graduadas no se definen como preparadas, pero no se sienten como incompetentes. Para muchos autores el camino de estudiante a profesional se experimenta como un proceso caótico, insoportable y doloroso que puede incluso volverse más traumático si los nuevos graduados toman verdadera conciencia de la diferencia de ideas que tienen como estudiantes, a la realidad laboral (Boychuk Duchscher y Cowin, 2004). El proceso de transición es un período de cambios con hechos que son incontrolables, ambiguos y arrolladores (Higgins et al, 2010). El primer año de trabajo provoca estrés e incertidumbre en la enfermera (McKenna y Green, 2004).
Leducq et al (2012), ponen de manifiesto que el primer puesto de trabajo como profesional, así como la transición de estudiante a profesional, es un período complejo y dinámico. Es un período en que además la preparación y el apoyo son cruciales. Se necesitan más innovaciones para mejorar el apoyo en el período de transición, clarificar las expectativas y el apoyo entre compañeros. Es poco realista esperar que una enfermera novel pueda ser lo suficientemente competente, por lo que los programas de formación son importantes y beneficiosos durante los primeros períodos de trabajo (Clark y Holmes, 2007; Newton y Mckenna, 2007).
Morrow (2009), en una revisión bibliográfica, pone de manifiesto el problema histórico de la enfermera novel. El período de transición al mundo laboral tiene implicaciones a nivel individual y social, no pudiéndose pasar por alto la necesidad de contratar, retener y estabilizar a las enfermeras noveles.
La fase del proceso de transición incluye una socialización profesional, aborda el shock y la pericia profesional, las relaciones interpersonales, -incluyendo los propios problemas interpersonales y con la organización institucional-, y el ambiente de trabajo (Cowin y Hengstberger-Sims, 2006).
Pennbrant et al (2013), proponen un modelo del desarrollo de la enfermera novel como profesional y todos los factores que envuelven dicho proceso. Este modelo que presentan los autores tiene un concepto central denominado “dominio de la función profesional”. Este concepto principal o central está influenciado constantemente por la evaluación que hace la propia enfermera acerca de la formación que ha tenido, por el desarrollo de las competencias clínicas y el desarrollo profesional con seguridad y eficacia.
La enfermera principiante siente temor a ser ya independiente con los pacientes a su cargo o a enfrentarse a nuevas situaciones desconocidas (Valdez, 2008; Delaney, 2003; Casey et al, 2004).
Al principio existe una gran euforia e ilusión por comenzar una nueva etapa profesional, sin embargo estas sensaciones son reemplazadas por la incertidumbre y la preocupación. Salir del entorno seguro de la universidad y pasar a la realidad laboral es un proceso duro (Delaney 2003; Jewell, 2013) que además implica un proceso de ajuste en cuanto a desarrollo intelectual, sociocultural y físico provocado por el cambio de roles, responsabilidades y relaciones (Duchsher, 2009).
Según Hoffart et al (2011), a día de hoy este shock continúa afectando a las enfermeras noveles que entran en un lugar de trabajo y en consecuencia a la seguridad del paciente, a la calidad de los cuidados y a la estabilidad profesional de las enfermeras.
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