Cuando Francisco López cumplió los 65 años de edad, le quitaron la matrícula de pescador artesanal.
A partir de ese momento no volvió a salir a faenas en Barcos Chinchorreros del Puerto de Manta.
Desde entonces decidió construir una canoa de madera para seguir trabajando en la pesca, pero de forma ancestral.
Actualmente tiene 89 años de edad y todas las madrugadas sale a pescar desde la playa de Miramar, ubicada en la parroquia Los Esteros. “Entro al mar a la una de la madrugada y regreso a Tierra a las nueve de la mañana. Desde que me quitaron la licencia sigo pescando a punto de remo y con una vela de plástico” expresó el pescador.
Francisco vive en el barrio La Florita y es dueño de un bongo, una canoa considerada histórica debido a que fue usada por los primeros pescadores del mundo. Esta embarcación es de origen ancestral y en Manta existen cerca de 25 canoas que aún surcan el mar.
La “lanchita” de Francisco es corta, mide tres metros de largo, 80 centímetros de ancho y 50 centímetros de profundidad. Él contó que cuando su bongo se aleja mar adentro, instala la vela de plástico en medio de la embarcación para evitar naufragar y volver a tierra con normalidad.
Este tipo de lanchas no usa motores fuera de borda. Francisco dijo que gana tres dólares diarios pescando con anzuelos, pampanitas, caballitas, morrajas, cucharitas y camotillos.
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