Científicos podrían haber encontrado la excusa perfecta para echarse cabezaditas durante el día. Según han demostrado las investigaciones de los expertos de EE. UU., Reino Unido y Uruguay, dormir siestas cortas regularmente puede ayudar a mantener el volumen del cerebro, algo que se relaciona con funciones cognitivas sanas y un menor riesgo de demencia y otras enfermedades.
Para el estudio, publicado en la revista Sleep Health, los científicos tomaron datos de 378.932 personas entre 40 y 69 años y analizaron las secciones del código genético que hacían a estas personas más proclives a dormir la siesta con regularidad. A continuación, compararon la salud cerebral y la cognición de quienes tenían los genes de dormir la siesta y quienes no mediante la aleatorización mendeliana, un método estadístico que ayuda a proporcionar información sobre la relación entre una exposición y un resultado.
La difícil distinción de causa y efecto
En el comunicado publicado junto al estudio, la neurocientífica del University College de London y autora principal del artículo, Valentina Paz, escribe: “Al analizar los genes fijados en el momento del nacimiento, la aleatorización mendeliana evita factores de confusión que se producen a lo largo de la vida y que pueden influir en las asociaciones entre la siesta y los resultados de salud”.
Los resultados fueron sorprendentes: Las personas que dormían la siesta tenían cerebros más grandes, equivalentes a los de personas que serían entre 2,6 y 6,5 años más jóvenes. “Nuestro estudio apunta a una relación causal entre la siesta habitual y un mayor volumen cerebral total”, sigue la autora.
Pero la investigación viene con limitaciones: La técnica mendeliana solo puede demostrar que existe una relación entre la siesta y la salud cerebral, pero no logra distinguir causa y efecto. Además, factores como la duración de la siesta no se tuvieron en cuenta en el estudio.
Resultados contradictorios
No es la primera vez que la siesta y sus consecuencias para la salud es objeto de investigación. Estudios anteriores han llegado a conclusiones contrarias. Un estudio publicado en marzo de 2022
descubrió que el cansancio diurno excesivo puede ser un signo de trastornos neurodegenerativos como la demencia.
Aunque los expertos indicaron que esto no tendría por qué significar que la siesta en sí fuese perjudicial, sino que simplemente puede indicar que las personas duermen mal por la noche, lo que puede ser signo de otras patologías subyacentes o causar otros problemas de salud.
DW
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