El influyente director estadounidense ha creado una verdadera escuela en sus sets, especialmente para jóvenes actores. “Disfruta descubriendo el talento”, dice uno de los protagonistas de “Gran Hotel Budapest”.
Cuando Tony Revolori, entonces un joven de 17 años con poca experiencia en Hollywood, empezaba a rodar El gran hotel Budapest, de Wes Anderson, Jason Schwartzman lo llevó aparte para darle algunos consejos.
Nadie mejor que Schwartzman sabía lo que le esperaba a Revolori, protagonista junto a Ralph Fiennes. Él era por entonces un miembro habitual de la compañía de Anderson, pero también tenía 17 años cuando irrumpió por primera vez como Max Fischer en Rushmore, de Anderson. “Me miró y me dijo: ‘Nada de esto va a tener sentido hasta que hayas pasado por ello’”, recuerda Revolori. “Tu vida va a cambiar en todos los sentidos. Pero mientras conserves a la gente que te rodea, estarás bien’”.
Mucho se ha hablado de los habituales de Anderson, como Bill Murray, Adrien Brody y Owen Wilson. Pero para muchos actores jóvenes, los sets de Anderson han sido su primer contacto real con el cine o, al menos, con el elegante estilo del director.
Desde que Rushmore dio a conocer a Schwartzman, las películas de Anderson han sido entornos enriquecedores, aunque surrealistas, para jóvenes intérpretes y un singular rito de iniciación. Las producciones del realizador son atípicamente comunitarias, con fiestas nocturnas entre el reparto y el equipo, y un espíritu que puede recordar a un campamento de verano. Para los jóvenes actores, puede ser una educación apasionante.
“Ésta es una de las experiencias de aprendizaje más poderosas que he tenido nunca”, relató Grace Edwards, una de las novatas de la última obra de Anderson, Asteroid City.
Parte de la alegría de esta nueva película es ver a las sucesivas generaciones de actores, incluidos Schwartzman, Revolori y una nueva hornada de caras jóvenes, reunidos como jugadores locales en un equipo de estrellas. A Schwartzman le trae recuerdos de su audición para Rushmore, su primer vistazo a la forma en que Anderson trata a los actores jóvenes. A la salida, el mismo director le pidió su opinión sobre una prenda del vestuario.
“Mientras respondía, pensaba: ‘¿Por qué esto me parece tan extraño?’”, comentó Schwartzman. “Me di cuenta porque ningún adulto, aparte de mi familia, me había hecho, a esa edad, una pregunta y había escuchado realmente la respuesta. Se estaba relacionando conmigo una persona que tenía 27 años. Era un adulto, pero no”.
En los años transcurridos desde entonces, los jóvenes actores que han pasado por las películas de Anderson -a menudo en papeles destacados- han tenido encuentros similares. Jake Ryan tenía solo siete años cuando interpretó a un hermano pequeño en Moonrise Kingdom, de 2012. “No recuerdo mucho, pero recuerdo sentirme como en casa”, dice Ryan, que ahora tiene 19 años. “Se sentía muy acogedor”.
Asteroid City, que se estrena en la Argentina el próximo 10 de agosto, puede ser la película más multigeneracional de Anderson hasta la fecha. La historia presenta fotogramas dentro de fotogramas, pero el núcleo de la película se centra en un pueblo ficticio del suroeste en 1955 al que llega un fotógrafo de guerra viudo llamado Augie Steenbeck (Schwartzman) con su brillante hijo Woodrow (Ryan, en su tercera película con Anderson) y tres hijas pequeñas.
Les espera una visita a su abuelo (Tom Hanks), pero antes hay una convención de observadores de estrellas para conmemorar el impacto de un meteorito. La reunión también ha atraído a una renombrada estrella de cine (Scarlett Johansson) y a su inteligente hija (Grace Edwards). Las penas, los remordimientos y las melancolías de los personajes adultos se mezclan con las experiencias más frescas, pero no menos complejas, de los adolescentes que prueban por primera vez el sabor del amor, la muerte y el compañerismo.
En las películas de Anderson, los personajes más jóvenes suelen ser tan adultos o más que los adultos. Un claro ejemplo es Gene Hackman en Los excéntricos Tenenbaums o George Clooney en El Fantástico Sr. Zorro, ellos distan mucho de ser dechados de madurez. Moonrise Kingdom está protagonizada por Kara Hayward y Jared Gilman como un par de románticos fugitivos de 12 años que se balancean al son de “Les Temps de l’Amour” de Françoise Hardy. El “chico del vestíbulo” de Revolori, Zero, hizo de compinche del conserje interpretado por Fiennes, M. Gustave, en El Gran Hotel Budapest.
En Rushmore, el Max de Schwartzman y el Herman Blume de Bill Murray se llevan décadas de diferencia, pero son rivales iguales en el amor y la venganza. Al principio del rodaje, Schwartzman le preguntó a Anderson por qué su personaje admiraba al de Murray. “Y él dice: ‘Bueno, no creo que lo admire. Creo que está de acuerdo con él’”, recuerda. “Eso es lo curioso de estas películas. No son para niños, pero lo son, de una forma extraña. Es como si fueran para niños cuando crecen”.
Cuando Edwards, de 18 años, estaba haciendo la audición para Asteroid City, Anderson le hizo leer por primera vez Moonrise Kingdom, tanto el papel de Suzy, de 12 años, como el de su madre, interpretada por Frances McDormand. Una vez que consiguió el papel, Anderson le dio libros sobre el Hollywood de los años 50 para que leyera y películas para que viera. “Vi algunas películas de Jodie Foster porque pensó que el personaje era muy sensible y con una personalidad muy parecida a la de ella”, comentó. “Quería que me hiciera una idea clara de cómo era ella en la pantalla”.
Tony Revolori describe a Anderson casi como “un pseudo padre”. Tras el estreno de El gran hotel Budapest, siguieron enviándose correos electrónicos con regularidad. Revolori dependía de los consejos de Anderson para navegar por su carrera. “Creo que disfruta trabajando con jóvenes intérpretes y descubriendo a alguien en quien ve talento y dándole una oportunidad. Estoy muy, muy agradecido por ello. Evidentemente, me ayudó a hacer carrera”, dice el joven actor riendo entre dientes.
“Alguien como Tony -y exactamente lo mismo con Jake y Grace- están tremendamente preparados”, dice el propio Anderson. “Pero también tienen mentes jóvenes. El tejido cerebral es más joven. Pueden recordarlo todo. Así que su conocimiento del guión está muy preparado y potenciado. Suelen ser interesantes como animales. Nunca los habíamos visto antes. Son nuevos, jóvenes y aún se están formando”.
Los jóvenes actores de Wes Anderson no siempre saben lo que él ha visto en ellos. Pero sus jóvenes protagonistas son invariablemente niños listos y precoces que, en cierto modo, son los dobles del director, que creció siendo un sesudo hijo de divorciados. Y con una cámara Super 8 en la mano.
“Una cosa que me llamó mucho la atención fue que dijo que Woodrow -y los demás observadores de estrellas- son muy inteligentes”, dice Ryan. “Pero es esa inteligencia la que les convierte en una especie de marginados de sus compañeros. Los cinco tienen una sensación de soledad. Y después de conocerse, tienen la sensación de: ‘Vaya, todos son como yo. Así es como tiene que ser’”.
La mayoría de las veces, los actores a los que Anderson contrata están igualmente llenos de pasiones y curiosidades, y son capaces de recitar diálogos a buen ritmo. Grace Edwards se imagina actuando en películas como las europeas que ella y Anderson comentaban. “Volver a casa después fue extraño”, declaró la joven actriz, que vive en Bismarck, Dakota del Norte. “No tengo derecho a compararlo con un soldado que vuelve a casa del frente, pero hay un aspecto similar”.
Revolori, que ahora tiene 27 años, se ha mostrado reacio a convertirse en mentor, aunque ha permanecido en la compañía, regresando en La crónica francesa y Asteroid City. “Siento que tengo que seguir demostrando mi valía en sus películas. Siempre son los mejores momentos, así que nunca quiero que no me vuelvan a llamar”, afirmó. “Cada vez que me vuelven a llamar, me digo: ‘Más te vale estar a full’. Y me pregunto si alguien más se siente así. Pero siento que formo parte de su familia”.
Para Anderson y Schwartzman, Asteroid City demuestra lo lejos que han llegado desde que se conocieron. En la película, los modales, el acento y los movimientos de Schwartzman no se parecen a nada que haya hecho antes: un padre, y muy lejos de Max Fischer.
“Cuando hicimos Rushmore, se apoyaba mucho en mí”, remarcó Anderson. “Ahora, en cierto modo, no depende de mí en absoluto. Iba al set todos los días, tanto si trabajaba como si no, disfrazado, algo que yo no le pedía que hiciera. Tenía un ritual para prepararse cada día del que yo ni siquiera era consciente. No había nada parecido cuando nos conocimos. Está en un nivel totalmente diferente”.
Jason Schwartzman, de 42 años, ni siquiera estaba seguro de poder hacer el papel. Trabajó mucho con un entrenador dialectal e incluso utilizó una arcilla hidratante para moldear su rostro y darle una expresión más rígida. “Cuando conoces a alguien desde hace tanto tiempo, no hay forma de esconderse”, dice Schwartzman sobre Anderson. “Leyendo el guión, fue definitivamente como: ‘No sé cómo hacer esto’. Sentí que lo que me estaba diciendo al dármelo era: ‘Creo que tienes esto dentro de ti’”.
Fuente: AP
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