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MÉXICO – La sal es sagrada para el pueblo Tohono O’odham. Hace cientos de años, sus ancestros hacían largos peregrinajes por el desierto del noroeste de México para obtener este elemento esencial para su cultura. Ya sea para asegurar la conservación de la carne que cazaban o para poder celebrar sus rituales, caminaban por semanas rumbo a las salinas que se encuentran cercanas a la orilla del mar, en la zona que hoy conocemos como el Alto Golfo de California.

Este 2023, en esas salinas se instalarán las líneas de transmisión que forman parte del ambicioso proyecto de generación de energía solar del gobierno mexicano: la central fotovoltaica que busca ser la más grande de Latinoamérica.

La planta se extiende en una superficie de 2000 hectáreas —ubicadas en un predio a 27 kilómetros del municipio de Puerto Peñasco, en Sonora, al noroeste de México—, que gradualmente serán cubiertas por 278 000 paneles solares y tendrán la capacidad de generar 1000 MW de energía eléctrica para el 2027, según informó la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

“En las salinas hay poder, hay energía que existe todavía. Esas líneas de transmisión que van a poner, van a atravesarlas y no queremos”, dice Matías Valenzuela, vocero y traductor del Consejo Supremo de Ancianos del pueblo indígena Tohono O’odham.

“Es como si yo construyera un muro en medio de una iglesia católica o cristiana. Pero, por el hecho de que somos indígenas, por las creencias que tenemos, nos miran como salvajes y creen que valemos menos que ellos”, añade.

Izquierda: Las salinas sagradas para los Tohono O’odham se encuentran en el Alto Golfo de California, en México. Imagen: Matías Valenzuela | Derecha: Matías Valenzuela, vocero y traductor del Consejo Supremo de Ancianos del pueblo indígena Tohono O’odham. Imagen: Griselda Rentería

El megaproyecto de energía solar —que es parte del Plan Sonora, una iniciativa de fortalecimiento energético del gobierno de México— incluye, además, cuatro subestaciones eléctricas, 192 megavatios de baterías de respaldo y grandes torres de acero para soportar los 290 kilómetros de líneas aéreas de transmisión de electricidad que se instalarán en el desierto sonorense.

Estas líneas han generado críticas. Ambientalistas, especialistas e integrantes del pueblo indígena Tohono O’odham se oponen a su paso por las zonas de amortiguamiento de dos Reservas de la Biosfera: El Pinacate y Gran Desierto de Altar —que además es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 2013—, y la del Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado.

Estas reservas albergan una enorme biodiversidad y comparten costas con las salinas sagradas para los Tohono O’odham y nacimientos de agua dulce que, desde la antigüedad, son esenciales para la vida y cultura del pueblo indígena.

“Nosotros no estábamos en contra ni a favor del proyecto, solamente queríamos que nos respetaran como Consejo y que todos los permisos se hicieran bien: de suelo, de humedales y que no dañara en nada a nuestra comunidad, ni a nuestro paso por los sitios ancestrales. Pero no lo llevaron a cabo así”, afirma Gerardo Pasos, uno de los gobernadores tradicionales Tohono O’odham y representante del Consejo Supremo de Ancianos en Puerto Peñasco.

Mapa: Diálogo Chino

El líder indígena explica que, antes de que el proyecto arrancara en 2022, se realizaron tres reuniones entre su pueblo, la Secretaría de Energía (Sener) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

La primera de ellas, con el objetivo de presentarles el proyecto de la central fotovoltaica y la línea de transmisión, ocurrió en el municipio de Sonoyta. La segunda fue en Caborca, para decirles “lo mismo” que en la anterior.

Y, luego de la tercera, que sucedió nuevamente en Caborca y que fue cuando la etnia reiteró su inconformidad, “fue la gota que derramó el vaso de agua, —dice Pasos—. Cuando nosotros estábamos en esas pláticas, ellos se fueron con una persona de Estados Unidos, quien se autonombra gobernador tradicional”.

Pasos se refiere a un integrante de los Tohono O’odham del otro lado de la frontera, en Arizona, Estados Unidos —pues este pueblo indígena es binacional—, quien aprobó el proyecto en nombre de todo el pueblo.

“Los ancianos no lo reconocen como autoridad y la Secretaría de Energía no tomó en cuenta lo que con nosotros venía trabajando. Se fue con él y les dio el aval. Nosotros no reconocemos esa decisión que tomaron. Nosotros nos sentimos humillados por eso que le hizo al Consejo”, explica.

Mongabay Latam y Diálogo Chino solicitaron entrevista a la Secretaría(ministerio)  de Energía (Sener), la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y a la dirección de la Reserva de la Biosfera El Pinacate, pero ninguna de ellas respondió.

Los beneficios vs. el impacto ambiental

No existe un documento público que explique a detalle qué es el Plan Sonora de Energía Sostenible. Los gobiernos de Sonora y México lo han anunciado, desde principios de 2022, como la estrategia principal del presidente Andrés Manuel López Obrador para fortalecer la política de energía del país. Con él se busca posicionar al estado de Sonora como un referente mundial en generación de energías sostenibles.

El Plan Sonora, además de la Central Fotovoltaica de Puerto Peñasco, también promueve la explotación de litio —elemento esencial para la fabricación de baterías de los automóviles eléctricos y del que se presume que Sonora cuenta con uno de los yacimientos más grandes del mundo—, y la licuefacción de gas natural, entre otras acciones.

El megaparque solar en Puerto Peñasco tendrá una inversión total estimada en 1600 millones de dólares y sus beneficios están previstos para alcanzar a una población de ,.6 millones de consumidores, equivalentes a 536 000 hogares. El proyecto es propiedad de la CFE y se concluirá en cuatro etapas de construcción. La primera de ellas se prevé que arranque operaciones durante el primer semestre de 2023.

Con este proyecto, el gobierno de México argumenta que atenderá la demanda histórica de energía eléctrica en Baja California y que su sistema eléctrico se integrará al Sistema Interconectado Nacional (SIN), bajo la premisa de que se trata de un asunto de seguridad nacional.

La meta, además, es el crecimiento económico de los sectores industrial, comercial, residencial y de servicios de Puerto Peñasco, Caborca y San Luis Río Colorado, en Sonora; así como en Ensenada, Tecate, Tijuana y Mexicali, en Baja California. Esto con el objetivo de disminuir la dependencia energética con Estados Unidos y contribuir a los compromisos internacionales que adquirió México para mitigar el cambio climático.

Los paneles solares en el paisaje desértico de Sonora, en México. Imagen: Sergio Müller

Entre sus beneficios, las plantas de energía solar ofrecen la reducción de las emisiones de dióxido de carbono, por lo que estas tecnologías han resultado esenciales en la búsqueda de una transición energética que reemplace a los combustibles fósiles. Sin embargo, hace falta revisar los efectos de un proyecto de tal magnitud.

Carlos Tornel, investigador y doctorante en Geografía Humana en la Universidad de Durham en Reino Unido —experto en el proceso de transición, justicia y soberanía energética en México—, afirma que, aunque el nombre lo proponga, es fundamental entender que este tipo de energías no son renovables, pues al menos la solar y la eólica requieren, en primera instancia, de la minería y de los combustibles fósiles para articular toda una cadena de producción a escala global.

“Es decir, varios de los minerales que se encuentran en los paneles solares se tienen que minar en África o China; después, se utilizan patentes de registros de tecnología en Europa o en un lugar donde se ensamblan, para que luego se transporten y se instalen en Sonora, con camiones que usan combustibles fósiles para sacar todo lo que está ‘estorbando’ en el área”, explica Tornel.

Después de medir estos efectos —dice el experto—, el siguiente paso sería medir el impacto socioecológico, un aspecto que no siempre está cubierto.

La central fotovoltaica contará con más de 278 000 paneles solares en 2027. Foto: Sergio Müller
Luca Ferrari, geólogo e investigador titular en el Centro de Geociencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), coincide con Tornel respecto al origen de los materiales para fabricar los paneles solares y agrega que su procedencia china abona a la dependencia tecnológica del país. “O sea, estamos comprando una tecnología que no fabricamos en México”, afirma.

Además, recuerda que la central fotovoltaica de Puerto Peñasco sería la primera de cinco que el gobierno de México prevé construir en Sonora, y que sus beneficios directos para ese estado y para Baja California aún son cuestionables.

“Será el séptimo parque solar más grande del mundo cuando se haya terminado. De acuerdo con la CFE, se producirá 1 terawatt al año de electricidad en 2024 y 2.5 terawatts una vez terminada. Para tener una comparación, la región noroccidente del país —que incluye a Sonora y Sinaloa—, en 2020 consumió 26.1 terawatts de energía eléctrica.

La central de Puerto Peñasco representaría menos del 10 % del consumo. Es decir, es una gota en el mar”, afirma Ferrari, coordinador del Programa Nacional Estratégico de Energía y Cambio Climático de CONACYT (Pronaces).

Infografía: Diálogo Chino

Las líneas de transmisión y la ruptura del paisaje

“La línea de transmisión se verá como una cicatriz”, dice Federico Godínez Leal, director de la Reserva de la Biosfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar del 2004 al 2017, y describe el cambio que se avecina en el paisaje desértico: “En donde ahora volteas hacia el norte y ves las dunas, se verán las torres. Son gigantescas. No son como las torres que vemos usualmente en las ciudades o en las carreteras. Son más altas y más robustas”.

Godínez conoce bien la zona porque, además de haber sido autoridad, la ha estudiado por más de dos décadas como ingeniero agrónomo zootecnista. Actualmente dirige la Fundación Magool, organización enfocada en la salud social y en el cuidado del medio ambiente que fundó con su familia en 2013.

La planta solar afectará, en especial, la parte sur de las zonas de amortiguamiento de El Pinacate y la reserva vecina del Alto Golfo. El impacto más grave que traerán las líneas de transmisión del megaproyecto de energía solar, afirma Godínez, lo recibirá el paisaje.

El exdirector de la reserva no es el único que lo sostiene. Los Tohono O’odham también lo alertan. Incluso, la propia CFE confirma el rompimiento visual del paisaje en la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), donde señala que se producirá una segmentación y fragmentación del territorio, conllevando a una disminución en la valorización escénica de estos lugares”.

Vista del Cerro Colorado y un campo de sahuaros jóvenes en la Reserva de la Biosfera El Pinacate, en México. Imagen: Sergio Müller

Godinez menciona que “aunque la línea de transmisión se construirá en una franja de un derecho de vía de 30 o 40 metros [en la carretera costera que bordea a las reservas], el gran impacto que se va a causar ahí, es la afectación a la belleza paisajística”.

Este aspecto, agrega, es precisamente uno de los criterios fundamentales que tomó en cuenta la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) para declarar la reserva como Patrimonio de la Humanidad hace apenas diez años.

Dada la posibilidad de que ocurra una fragmentación del paisaje, la Semarnat instó a la CFE a notificar sus intenciones a la Unesco.

En octubre del 2022, la institución envió un resumen del proyecto y la MIA a la Unidad América Latina y Caribe del Centro del Patrimonio Mundial del organismo internacional que, finalmente, dejó en manos del Estado mexicano el cumplimiento de medidas de mitigación de impactos a la reserva.

Desmonte en el desierto para el montaje de los paneles solares. Imagen: Sergio Müller

De acuerdo con un documento al que Mongabay Latam y Diálogo Chino tuvieron acceso, expertos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) determinaron que habrá claros impactos negativos a la reserva como resultado del proyecto a lo largo de la ruta costera. Sin embargo, afirmaron que estos impactos pueden ser evitados a través de medidas de mitigación.

Según declaró la Unesco a Mongabay Latam y Diálogo Chino, los expertos de la UICN —que funge como organización consultiva—, elaboraron un análisis técnico con recomendaciones para las autoridades mexicanas. Además, informó que un diálogo técnico está en curso con el Estado Parte (México), para implementar estas recomendaciones y así minimizar el impacto del proyecto en este sitio del Patrimonio Mundial.

“La presencia de territorios Tohono O’odham y Cucapah en el área del proyecto se ha tomado en cuenta en nuestro análisis y recomendaciones, así como la necesidad de proceder a una consulta previa, libre e informada para estos pueblos con respecto al proyecto. Este es un tema prioritario que estamos siguiendo con mucha vigilancia”, informó el organismo a través de sus respuestas enviadas por correo electrónico.

La primera fase del proyecto de energía solar fue inaugurada por el presidente Andrés Manuel López Obrador el 17 de febrero de 2023 en México. Imagen: Sergio Müller

Respecto a la posibilidad de que la reserva pierda su categoría de Patrimonio Mundial, el organismo afirmó que la construcción de infraestructura en estos sitios o cerca de ellos, es un tema frecuente, especialmente proyectos fotovoltaicos o eólicos.

“El papel del Centro del Patrimonio Mundial es trabajar con el Estado Parte para hacer que estos proyectos sean compatibles con la protección del sitio”, sostuvo, y agregó que, en la actualidad, existen 1157 bienes inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial.

“En toda la historia de la Convención del Patrimonio mundial, solamente tres sitios perdieron su inscripción, cuando fue claro, tras muchos años de esfuerzos, que los atributos que definían su valor universal excepcional habían desaparecido”, dijo.

Asimismo, sostuvo que el Comité del Patrimonio Mundial examinará el estado de conservación de la Reserva de la Biosfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar en su próxima reunión, que ocurrirá del 10 al 25 de septiembre de 2023.

La Reserva de la Biosfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar fue declarada el 10 de junio de 1993. Está ubicada en el extremo noroeste del estado de Sonora, ocupando buena parte del territorio de tres municipios: Plutarco Elías Calles, Puerto Peñasco y San Luis Rio Colorado.

Esta reserva cuenta con formaciones volcánicas imponentes que son, sin duda, lo que dan identidad y caracterizan la belleza de la zona. Dentro del área, se puede caminar entre ceniza volcánica y bordes de cráteres.

La Reserva de la Biosfera Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado cuenta con zonas terrestres y marinas, donde destacan los humedales de Bahía Adair, Sitio Ramsar que reúne una combinación de hábitats, como marismas, canales, pozos artesianos, planicies hipersalinas y planicies lodosas.

La MIA de la CFE menciona que “el proyecto incide apenas en su parte norte”. En toda esta zona es donde se ubican las rutas ancestrales de los Tohono O’odham.

El proyecto de la red de transmisión, asociada a la Central Fotovoltaica de Puerto Peñasco, consiste en la construcción de dos líneas de transmisión y una subestación eléctrica en Sonora.

La primera línea tiene influencia en 76,99 kilómetros en las zonas de amortiguamiento de las dos reservas de la biosfera —en las áreas protegidas por las normas mexicanas—, mientras que otros 67,68 kilómetros pasan por las zonas de amortiguamiento de los sitios considerados Patrimonio Mundial de la Unesco, ubicados al este y oeste del polígono de la Reserva de El Pinacate.

Saguaros (Carnegiea gigantea) y cardones (Pachycereus pringlei) también tienen una presencia importante entre las cactáceas de la Reserva, en México. Imagen: Sergio Müller

La suma de las líneas —144 67 kilómetros— corre paralela a la carretera costera Puerto Peñasco–Golfo de Santa Clara y por una fracción de la vía del ferrocarril Sonora-Baja California, que se encuentra en la zona. En la MIA, la CFE argumenta que las líneas de transmisión no serán visibles, por ejemplo, desde el sitio de visitantes de la reserva de El Pinacate, “debido a que se cruza en la visual un conjunto de elevaciones”, cita el documento.

“Dentro del cuerpo de la Manifestación de Impacto Ambiental hicieron algunas mediciones y utilizaron una metodología con la que no estamos de acuerdo, porque lo hicieron a manera de justificarse”, argumenta Federico Godinez.

La fragmentación del hábitat

A finales de marzo, el ambientalista Sergio Müller visitó el exterior de la central fotovoltaica para volar su dron, dar seguimiento y dimensionar lo que allí ocurre. “Uno se pregunta qué pasó con tanta biodiversidad que había en el lugar y cuál fue el plan de rescate: qué rescataron y dónde”, dice el fundador de Caminantes del Desierto, asociación civil que, desde 2017, promueve la conservación y restauración del desierto sonorense.

Lo que vio fue una extensa planicie polvorienta, sin rastros de vegetación. Lo mismo cuando recorrió a pie el exterior del lugar para fotografiarlo. “Se ve que hay cactáceas trasplantadas y que están en pésimas condiciones”, afirma. “Si eso pasa con las cactáceas, ¿qué pasó con el resto de los árboles que había?”.

Cactáceas trasplantadas en el perímetro de la central fotovoltaica. Imagen: Sergio Müller

Era un día ventoso y la cantidad de polvo que emanaba del sitio de desmontes era increíble, dice Müller, y se pregunta por las consecuencias para la gente de Peñasco, que vive a escasos kilómetros de distancia. “¿Cómo es que esto fue contemplado en la Manifestación de Impacto Ambiental, si es que fue contemplado y cómo se mitiga?”, pregunta el ambientalista.

Según el resolutivo que emitió la Semarnat en respuesta a la MIA que la CFE presentó sobre el proyecto de la central fotovoltaica, el organismo está obligado a ejecutar un programa de reforestación con especies nativas en 301,28 hectáreas. Originalmente, la CFE había propuesto únicamente cubrir 81.56 hectáreas, pero fue rechazada por la autoridad ambiental.

“Con la aplicación del Programa de Reforestación, se ayudará a que no se pierdan los hábitats de la fauna presente en la región y que las especies de fauna mantengan de manera natural sus hábitos, entre ellos, los mamíferos y reptiles, evitando su migración”, cita el documento.

La CFE reconoció en la MIA que el proyecto fotovoltaico no solo provocará la fragmentación del hábitat sino también una modificación a la distribución de especies que se encuentran bajo alguna categoría de amenaza en la Norma Oficial Mexicana.

Un caso especial es el del berrendo sonorense (Antilocapra americana sonoriensis), para el que se prevé la pérdida o disminución de sus áreas de alimentación, refugio y reproducción. Así mismo, la Semarnat le hizo saber que, si bien el proyecto no se encuentra dentro de un Área Natural Protegida, dos de sus sectores sí se localizan dentro del corredor biológico de esta especie que puede encontrarse únicamente en el desierto sonorense.

“En el caso de la planta fotovoltaica hay que entender que es un proyecto fraccionado en dos etapas: una es la construcción de la planta fotovoltaica en sí y otra son las líneas de transmisión.

En el caso de la planta, el impacto más grande y más importante es sobre el hábitat del berrendo”, dice Carlos Castillo Sánchez, biólogo y codirector del programa Noroeste de México en la organización Wildlands Network, quien fue director de la Reserva de la Biosfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar de 1996 a 2004. Como especialista ha investigado al berrendo sonorense desde 1987.

“Es una región de alta densidad de población, es decir, donde se concentra la mayor cantidad de ejemplares de la especie. Esta región está ubicada entre las planicies arenosas del noroeste de Puerto Peñasco y hasta la frontera con el municipio de Caborca”.

Berrendo sonorense (Antilocapra americana sonorensis), especie en peligro de extinción. Dentro del área del proyecto de la red de transmisión, se identificaron 75 especies de vegetación y 76 especies de fauna, por lo que se propusieron acciones y compromisos para mitigar los efectos en sus hábitats. Imagen: Federico Godínez

Este espacio, dice el experto, ha sido transformado de manera drástica a lo largo de los años, primero, por un proyecto minero que existió sobre la zona de médanos o de dunas estabilizadas donde viven los berrendos y que redujo su hábitat. “Y ahora con la construcción de la planta, con sus 2000 hectáreas menos de superficie en la zona de distribución de alta densidad de la especie, que será impactada”, afirma.

Castillo coincide en que, en términos de vegetación esencial para el hábitat y alimentación del berrendo, los ejemplares que se logran traslocar, no siempre sobreviven. “Por ejemplo, los bosques de choyas o choyales, que es donde viven y se alimentan los berrendos en épocas difíciles, durante el verano, son prácticamente imposibles de recuperar, no al menos en el corto plazo”, explica.

De hecho, el resolutivo que la Semarnat emitió respecto al proyecto de las líneas de transmisión, señala que la mayoría de especies en los ecosistemas áridos son de lento crecimiento, por ejemplo, una gobernadora (Larrea tridentata) a pesar de su baja altura —no supera los 1.3 metros— tendría entre 30 y 90 años al ser removida del ecosistema.

La MIA de las líneas de transmisión afirma que no removerá especies de flora, ya que se construirán las torres en el derecho de vía de la carretera costera. Imagen: Sergio Müller

Una cultura en riesgo

El Pinacate tiene un enlace con la historia de la creación del mundo y no sólo de los Tohono O’odham, sino de todos los habitantes del planeta. “Los o’odham somos de muchas partes, dice Matías Valenzuela.

El territorio ancestral es de Hermosillo a Phoenix, Arizona; y del Mar de Cortés [Golfo de California], hasta la sierra de Chihuahua”, describe el líder indígena. “El territorio es bastante grande y, para los o’odham que viven al lado del Pinacate, en Peñasco y Sonoyta, el Pinacate tiene ese significado: es donde se creó el mundo, donde inició el universo”.

Las historias de los abuelos cuentan que todo lo que existe en la reserva es sagrado. Una de ellas, incluso, asegura que el sitio todavía está habitado por “gente sagrada que no se deja ver”, dice Valenzuela.

En El Pinacate, los Tohono O’odham hacen la caminata de la sal. Salen en grupos de varias comunidades sonorenses e incluso desde Arizona. “Para llegar a las salinas se tiene que pasar por el Pinacate. Es un recorrido para entrar a las salinas, es muy necesario, porque es una ruta muy antigua que usaban los ancestros. Hay comida ancestral que todavía se conoce del sitio, que ahora está protegida, parte de la gastronomía ancestral de los o’odham”, explica Valenzuela.

Alicia Chuhuhua, gobernadora vitalicia de la comunidad Pozo Prieto, del Consejo Supremo Tohono O’odham, en México. Imagen: Griselda Rentería

Estas rutas —asegura el representante de los ancianos—, están en riesgo además porque la salud de los mayores que conocen el camino se ha deteriorado con los años. Esta situación, aunada a otros factores como el proceso de violencia que ocurre en los municipios aledaños a causa del crimen organizado, y la propia construcción de las líneas de transmisión, dice Valenzuela, están poniendo en riesgo a la cultura o’odham.

Los conocimientos de su pueblo sobre el sitio y lo que vive en él, así como la petición de no hacerles daño, no fueron tomados en cuenta, dice Valenzuela.

Desde la percepción del Consejo Supremo de los Tohono O’odham, prácticamente, ocurrirá un saqueo de sus sitios ancestrales: “En los sitios sagrados, van a estar sacando tumbas… Van a estar destruyendo no solamente el ecosistema de esta parte del mundo, sino también destruyendo la cultura o’odham y las creencias que tenemos”.

Y Valenzuela reitera: los sitios sagrados tienen un poder incalculable. “Hay que protegerlos, porque son muy pocos los que quedan aquí en México. Se están destruyendo los sitios sagrados, nada más por unas moneditas que se van a acabar mañana”.

Este artículo se publicó originalmente en Mongabay América Latina.

RV: EG / IPS NOTICIAS


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