En su nuevo libro, “Vaticangate”, el especialista Vicens Lozano denuncia una conspiración internacional que busca remover al Sumo Pontífice argentino, abortar sus reformas y evitar que su sucesor continúe en la misma línea.
”El mundo antiguo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”, escribió el filósofo y político italiano Antonio Gramsci sobre el surgimiento del fascismo en las primeras décadas del siglo XX. La frase fue elegida por el periodista, historiador y especialista en el Vaticano Vicens Lozano para abrir su nuevo libro, Vaticangate, en el que denuncia el “complot conservador contra el papa Francisco y la manipulación del próximo cónclave”.
Lozano, que trabaja hace 35 años como corresponsal en la Santa Sede, explica que hay una “conspiración conjunta” entre el influyente sector conservador de la Iglesia Católica y la ultraderecha que cuenta con el apoyo del poder financiero internacional y cuyo objetivo es “abortar las reformas, propiciar la renuncia y evitar que en el próximo cónclave sea elegido un pontífice en la línea reformista del actual”.
“¿Quién se esconde detrás de las campañas que definen a Bergoglio como un enfermo, usurpador, comunista, hereje y encubridor de los abusos sexuales? ¿Quiénes son los cabecillas del complot dentro y fuera de la Iglesia? ¿Qué personajes frecuentan y comparten con Steve Bannon -el gurú de la ultraderecha internacional- objetivos de transformación social muy preocupantes?, ¿Cómo contrarresta Francisco los ataques?”, se pregunta Lozano después del éxito del primer libro, Intrigas y poder en el Vaticano.
Su profunda investigación parte de una extensa serie de entrevistas, muchas de las cuales cita en el libro y otras que, por ser off the record, tuvo que mantener anónimas para cuidar a sus fuentes que, según aclara, ya han sido víctimas de persecuciones y amenazas: “En determinados casos han visto truncadas sus carreras. Han pagado muy caro el precio de hablar con libertad”.
Así empieza “Vaticangate”
«Este papa no es el Vaticano», me dijo a finales de 2022 un amigo periodista que conoce a fondo los entresijos de la Santa Sede, la correlación de fuerzas de la Iglesia y las dificultades de todo tipo a las que se enfrenta el papa Francisco para reformar una institución que, en general, vive con aversión cualquier cambio, por pequeño que sea. Si a todo esto le sumamos la situación convulsa que vive nuestro mundo, donde los sectores más inmovilistas y reaccionarios han tomado las riendas del poder político y económico en muchas sociedades occidentales, entenderemos lo crucial que es hacer un diagnóstico de lo que nos espera en un futuro inmediato.
Que el pontífice argentino no es el Vaticano, o que, mejor dicho, él no participa del ambiente y la tradición seculares que conforman la vida cortesana en los palacios de la Santa Sede, resulta bastante evidente desde que fue elegido el 13 de marzo de 2013. El papa argentino no se resigna a doblegarse a esa manera de actuar. Lucha cada día, y en los últimos tiempos con más vigor aún, para transformar, con aciertos, pero también con errores, la institución de la Iglesia. Su objetivo es convertirla en una nave sólida y estable que pueda navegar por las aguas cambiantes del siglo XXI. Eso lo ha convertido a ojos de muchos en un rebelde…, en un enemigo.
El libro que ahora he querido escribir, como continuación del primero, Intrigas y poder en el Vaticano, debe responder a diversos interrogantes sobre aspectos poco conocidos de la Iglesia actual, aportando datos de vivencias personales y hechos que han trascendido muy poco o que continúan ocultos. He intentado profundizar en algunos enigmas que ya apuntaba en el primer volumen, y al mismo tiempo actualizar, ordenar y sintetizar lo que se sabe, de manera que el lector pueda seguir el hilo de los acontecimientos. Eso nos permitirá conocer dónde nos encontramos y hacia dónde vamos. Me he querido centrar, por encima de todo, en intentar averiguar cómo se han forjado las alianzas cívico-religiosas de tipo involucionista comprometidas en la construcción de un «nuevo orden mundial», basado en la supresión gradual de nuestras libertades. Un mundo menos libre, injusto, insolidario y, a fin de cuentas, menos democrático.
A pesar del privilegio de estar presente y vivir muchas veces los hechos en el mismo escenario donde se producían, no ha sido tarea fácil. Conocer a personajes de todas las tendencias, enfrentados en una guerra que tiene el Vaticano y la Iglesia católica como campo de batalla, ha supuesto un gran reto. Poder explicar quiénes son y cómo actúan diversos grupos y protagonistas de la involución, y también del cambio, representa un estímulo. Huir de la rumorología y de las teorías de la conspiración manipuladas e interesadas, que hoy en día se ventilan sobre todo a través de las redes sociales, es un desafío que forma parte de lo que creo que ha de ser el periodismo.
Haber trabajado más de treinta y cinco años en el Vaticano tendría que poder aportar el bagaje necesario para no dejarse engañar con facilidad. Hay que procurar ser tenaz para mantener los ojos bien abiertos, ser prudente, humilde y noble. De todos modos, no descarto nada, pero he procurado aplicar los filtros necesarios para desarrollar la tarea propuesta con todo el rigor y la honradez de los que he sido capaz. La experiencia permite al periodista conocer a personajes que quieren ayudarte y a otros que intentan manipularte o silenciarte. Resulta fundamental distinguir quién es quién.
Hay que saber actuar con prudencia, con criterio, sin prisas absurdas, con paciencia infinita y con una estrategia muy calculada. No es fácil constatar si a aquel a quien estás ofreciendo una confianza total es fiable, y si, a fin de cuentas, resulta una buena fuente informativa. Hay que distinguir a quien habla libremente del que lo hace bajo amenazas, coacciones o intereses particulares. Solo los que actúan con libertad y honradez ofrecen las máximas garantías de no inducirte a caer en el error. En cualquier caso, es obligación del periodista contrastar los datos y las aportaciones informativas para intentar acercarse a la objetividad requerida, verificar y volver a verificar todas las veces que haga falta. Un ejercicio difícil y necesario, tan meticuloso y farragoso como imprescindible.
A lo largo de dos años de investigaciones periodísticas para poder configurar este Vaticangate, que quiero presentar como una crónica periodística ágil y nada académica, he visto todo tipo de cosas. Ha habido recelos, distanciamientos y amenazas más o menos explícitas. También algunos movimientos para intentar silenciar lo que digo en determinados medios. Se me han cerrado puertas por haber explicado en el primer volumen, publicado en 2021, muchas cosas que para algunos sectores «era necesario» que siguiesen siendo desconocidas. Hay muchos datos, testimonios y vivencias que forman parte de los misterios, intrigas y ejercicios abusivos del poder, sobre los cuales he intentado arrojar, en el primer volumen y también en este, un poco de luz.
He sufrido mucho con algunos contactos de toda la vida, a los que consideraba buenos amigos y que ahora responden con el silencio o con evasivas a mis llamadas o a mis mensajes de correo. He tenido que dejar atrás a mucha gente miedosa o contaminada. Ha sido necesario abrir nuevos frentes, y debo agradecer haber podido contar en este pedregoso camino con gente muy acreditada, entregada, valiosa e imprescindible. Buenos amigos en el Vaticano, en Roma, en Barcelona, Lleida, Madrid, Washington, Nueva York, Buenos Aires, Santiago de Chile, Lima, Berlín o París.
Afortunadamente, trabajando mucho para no caer en el desánimo, han ido surgiendo nuevos confidentes y testimonios de gran valor, hasta hace poco impensables. Todos ellos y ellas me han ayudado a configurar este relato. Muchas de esas personas, de todas las tendencias, que han creído en mí, como ha pasado siempre, desean ser anónimas y continuar ocultas. Unas cuantas, ahora y antes, han puesto en riesgo sus carreras.
Las fuentes personales son imprescindibles en el Vaticano como en ninguna otra institución. El off the record, para captar matices y opiniones diversas de muchos personajes que exigen que su nombre no figure por ninguna parte, resulta esencial para el vaticanista. El problema llega cuando son descubiertos, aunque el periodista extreme todas las precauciones para ocultarlos. Quiero insistir, porque me ha dolido profundamente, en que algunos contactos que me ofrecieron su testimonio o su opinión, incluso en el anonimato, en el primer libro han pagado muy caro el precio de hablar con libertad. En determinados casos han visto truncadas sus carreras. Me horroriza pensarlo. Accedieron a ayudarme y por ese motivo han salido perjudicados, hasta el punto de vetarlos para acceder a determinados puestos de responsabilidad.
¿Quién ha investigado e identificado a estos personajes? ¿Cómo lo han hecho? ¿Quién ha ordenado que fueran proscritos? Tengo sospechas y algunas pruebas, pero ninguna certeza que pueda contestar a tales interrogantes.
Quién es Vicens Lozano
♦ Es escritor, periodista e historiador, especialista en Italia y el Vaticano.
♦ Ha sido redactor de la sección de Internacional de TV3 de 1984 a 2019.
♦ Ha cubierto acontecimientos de gran alcance comunicativo e histórico, como los macrojuicios a la mafia de 1986, la independencia de las repúblicas Bálticas de 1991, la guerra de los Balcanes y el tsunami asiático de 2004.
♦ Escribió libros como Vaticangate e Intrigas y poder en el Vaticano.
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