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Una selección de especímenes de aguas profundas de la colección del museo. – Fideicomisarios del Museo de Historia Natural de Londres. Imagen cedida por el Patronato del Museo de Historia Natural de Londres.

En una zona, que abarca seis millones de kilómetros cuadrados desde Hawai hasta México, se pueden encontrar especies únicas y hasta desconocidas para la ciencia.

A medida que los países intentan neutralizar las emisiones de carbono, crece la demanda mundial de minerales, una revolución verde que está acelerando la explotación minera de los océanos.

Una de estas zonas es la Clarion-Clipperton Zone (CCZ), una enorme región en el océano Pacífico, aproximadamente dos veces más grande que la India, que ya ha sido dividida y asignada a empresas para la exploración minera comercial.

La zona, que abarca seis millones de kilómetros cuadrados desde Hawai hasta México, es una de las regiones más vírgenes del océano mundial.

Actualmente, diecisiete empresas se benefician de la explotación minera y extraen minerales en un área de 1,2 millones de kilómetros cuadrados dentro de la CCZ, pero ¿qué tipo de biodiversidad albergan estas profundidades marinas?.

Para averiguarlo, un equipo internacional de biólogos ha elaborado el primer «inventario» de la CCZ, que aúna todos los registros de especies realizados en anteriores expediciones de investigación en la región.

Según sus estimaciones, publicadas este 25 de mayo de 2023 en un artículo en la revista Current Biology, la CCZ alberga 5.578 especies diferentes y se calcula que entre el 88% y el 92% son totalmente nuevas para la ciencia.

«Compartimos este planeta con toda esta asombrosa biodiversidad, y tenemos la responsabilidad de comprenderla y protegerla«, avisa Muriel Rabone, ecóloga de los fondos marinos del Museo de Historia Natural de Londres (Reino Unido).

«Tenemos que saber qué vive en estas regiones antes de poder empezar a entender cómo proteger tales ecosistemas«, añade Adrian Glover, investigador del Museo de Historia Natural y coautor del estudio.

Biodiversidad desconocida y única

Para empezar a comprender qué vida contiene la CCZ, los investigadores analizaron más de 100.000 registros de criaturas halladas en los últimos años en expediciones marinas.

Según el inventario, la biodiversidad de la zona se clasifica en 27 filos, 49 clases, 163 órdenes, 501 familias y 1.119 géneros en total.

Además, de las más de 5.000 especies encontradas, solo seis (entre ellas un pepino de mar, un gusano y una esponja carnívora) se han visto en otros lugares, lo que significa que probablemente las demás son únicas en el mundo.

La mayoría de las especies son artrópodos, como gambas o cangrejos, y muchas de ellas son gusanos, equinodermos (invertebrados espinosos como los erizos de mar) y esponjas marinas.

«Muchas de estas especies son extraordinarias. Algunas esponjas parecen las clásicas esponjas de baño y otras jarrones. Son preciosas. Una de mis favoritas es la esponja de cristal. Tienen esas pequeñas espinas y, al microscopio, parecen diminutas lámparas de araña o pequeñas esculturas«, detalla Rabone.

Gran parte de estos datos biológicos han sido encontrados por las propias empresas de explotación minera que, antes de lograr un contrato, deben analizar la vida de la zona y enviar esa información a la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), que publica estos datos en la plataforma DeepData.

Rabone, que es gestora y analista de datos en el grupo de científicos del DeepData, reconoce que es una de las herramientas que más ha aumentado el conocimiento de la CCZ, pero «creemos -dice- que todavía hay entre 6.000 y 8.000 especies animales desconocidas, lo que supone que cerca del 90% de las especies que viven en la CCZ no son conocidas por la ciencia».

Por eso, de cara al futuro, Rabone y su equipo subrayan la importancia de seguir estudiando esta zona de manera «colaborativa y multidisciplinar» para conocer mejor la biodiversidad de la región y su relación con el entorno porque esa información es clave para conservar la vida de las profundidades marinas.

«Estamos a punto de que se aprueben algunas de las mayores explotaciones mineras de aguas profundas, por eso, es imperativo trabajar con las empresas que van a explotar estos recursos para garantizar que esta actividad tenga un impacto limitado sobre el mundo natural«, concluye Glover.


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