Tras la decisión de activar la muerte cruzada, quedan dudas sobre la posibilidad del Presidente Guillermo Lasso de superar el juicio político durante la votación. Para el Ministro de Gobierno, Henry Cucalón, el caso está cerrado, pues pese a que no contaban con los votos la “irracionalidad” de la oposición en el parlamento fue el ingrediente clave para decretar la disolución de la Asamblea Nacional.
El Ministro de Gobierno recibió en su despacho a PRENSA MERCOSUR, para hacer un balance sobre la respuesta del país ante la muerte cruzada, el clima de tranquilidad y los próximos pasos del gobierno de cara a los próximos escenarios políticos.
Cucalón celebró la tranquilidad y la madurez del pueblo ecuatoriano que, pese a los llamados a las calles, ha demostrado los problemas de la democracia no deben solucionarse generando caos en las calles. Y destacó que los grandes derrotados han sido quienes esperaban incendiar al país.
Consideró además que uno de los grandes retos para el pueblo ecuatoriano es hacer uso de la lección aprendida para no repetir el mismo escenario.
P.- ¿Cuál es su visión después de esta primera semana después de la disolución de la Asamblea Nacional?
R.- Primero destacar la absoluta tranquilidad ciudadana. Todos los agoreos del desastre, del fenómeno (Pedro) Castillo, de que se iban a incendiar las calles, una vez más se quedaron callados.
P.- ¿A qué le atribuye?
R.- A la madurez democrática de la ciudadanía y al irrestricto apego a la Constitución de la decisión adoptada.
P.- ¿Es madurez o es apatía ya de lo político?
R.- Bueno, a lo mejor los pueblos que tienen apatía son maduros democráticamente. Los gobiernos merecen ser criticados, merecen ser inclusive rechazados, pero eso no significa que deba estar en la calle, no protestando, qué es totalmente válido. Este es un fenómeno interesante, mezcla la apatía, mezcla el cierto rechazo que puede existir, ve las encuestas de popularidad, etcétera, aquí nunca se ha vivido una expresión proclive a un derrocamiento o al odio hacia el mandatario. Si usted se fija algo, a todas luces aquí hubo un plan que comenzó en enero, era un plan para derrocar al presidente, venía con las denuncias, que narcotraficante, que traición a la patria, un informe, el juicio, pero en el interin le falló una pata, que era el calentamiento de calles. Lo que querían era que el presidente se caiga, armar esos escenarios de tumulto y después que el congreso ratificara la salida, la famosa fórmula de la cesación. Ese era el plan original, pero les falló, por algún factor, no hubo convulsión en las calles.
P.- No contaban con los votos para destituirlo. ¿Por qué firmar el decreto de la muerte cruzada?
R.- Escuché a los interpelantes y a los opositores decir lo mismo que dice el supuesto informe de Inteligencia, que no había los votos para el juicio del presidente y que el presidente había tenido una buena intervención en su defensa. El presidente lo ha explicado, esto iba más allá de la votación, la crisis política iba más allá del juicio, el juicio era parte de la crisis política. Violaron el debido proceso, lo estaban enjuiciando con una resolución, no con un informe. Eso solamente le añadía mayores factores de desestabilización al plan original. El presidente lo ha manifestado, y yo lo ratifico, porque trabajé, compartí y apoyé la decisión en su planificación y en su ejecución, como ministro de Gobierno. El clima de ingobernabilidad, de irracionalidad política había subido.
P.- ¿Si no tenían los votos por qué continuar el juicio al presidente?
R.- Nos dimos cuenta y ratificamos lo que ya pensamos, que lo que era una unión de coyunturas pasó a ser una alianza orgánica y formal, donde él, Virgilio Saquicela, era el lacayo. Pocas veces en la historia del Ecuador hay un tipo tan servil como ese señor. Entonces, la agenda estaba marcada. Una de las tantas cosas era censurar al presidente, pese a que ellos sabían que no tenían los votos, era generar un clima de ingobernabilidad, irracionalidad, de tumbar abajo todas las estructuras del Estado para favorecer la impunidad, porque eso era parte del plan de agradecimiento de este lacayo. Estas y otras cosas más, hacían que el día siguiente del juicio iba a ser tremendamente complicado el ejercicio del gobierno y el pueblo ecuatoriano no tenía por qué pagar.
P.- ¿Cuándo se toma la decisión de ir a la muerte cruzada entonces?
R.- El presidente de la República siempre durante estos dos años, siempre dijo que tenía el decreto de disolución listo. ¿Cuál es el sentido de la oportunidad? No faltaron voces que decían que hay que disolver esto antes de que emitan un informe de la Comisión Encuentro. Como anécdota, en la Comisión Encuentro no estuvo el caso Flopec, muy poca gente ha reparado esto. Hubo algo que siempre antes de toda esta crisis lo tuvimos como norte y que el presidente y yo siempre estuvimos de acuerdo. El presidente tenía que ir a la Asamblea. Él tenía que ir pese al proceso viciado, porque tenía una responsabilidad con sus mandantes y también decirles, que no les tenía miedo. Cumplió con este ritual democrático. Y sobre eso la percepción ciudadana en el mundo político, porque el mundo del ciudadano de a pie tiene otras preocupaciones, que nunca fue el juicio, es que el presidente salió bien.
P.- Entonces, en ese momento que usted habla de la oportunidad, ¿no es entonces un jaraquíri político?
R.- Es una muestra del presidente de desprendimiento. Recordemos a dónde llegó esta oposición irracional, porque la oposición siempre es necesaria. Esta es una figura semiparlamentaria, introducida a un régimen republicano presidencial y está hecha para no ser utilizada. ¿A dónde lo habrán llevado estos señores? Más allá de la ingobernabilidad manifiesta e irracionalidad de esta gente, que inclusive él renuncia a buena parte de su mandato para devolverle esa capacidad al pueblo para que por la vía del voto, resuelva esto. Hay un viejo adagio que es repetido, los problemas de la democracia se resuelven con más democracia.
P.- ¿Le repito la pregunta, jaraquíri o estocada la asamblea?
R.- Hay una frase que voy a copiar, los asambleístas se convirtieron en los enemigos públicos número uno de la economía ecuatoriana a partir de enero, tensaron todo, pensaron que se caía después de programas, de denuncias, acusarlo falsamente de narcotraficante, de traidor a la patria, de ir juicio político. El momento de tensión que vivió el país fue absolutamente innecesario. No digo que no hagas oposición, los ministros pueden ser destituidos, las leyes pueden ser negadas, eso es parte de los cánones democráticos. Siempre pensaron que el presidente no lo iba a hacer. Al presidente lo acusan de débil, como toda persona, tiene muchos aciertos e infinidad de errores, pero él débil no es.
P.- Todavía no hay decisión sobre la reelección del presidente ¿Tendría la disposición de buscar una alianza para cambiar la realidad en la Asamblea?
R.- Eso sería lo ideal. Esa concertación básica, esa convergencia mínima, con algunas diferencias. Yo creo que hay que volver al concepto de la segunda vuelta, el de las causas. Las causas agrupan más que el partidismo y el tema ideológico, peor en un sistema donde el populismo juega un papel, donde los populistas acusan de socialdemócratas y extrema derecha a otros, cuando ellos no le pegan a nada. Y ni qué decir de los señores de la Revolución Ciudadana, que son comunistas en la mañana y chupas en la noche. Lo mejor es elegir a las causas democráticas, de estabilidad, de economía, de derechos y sobre eso trabajar, tener mínimas divergencias. Lo lógico sería llegar a ciertas alianzas legislativas desde las candidaturas.
P.- ¿Podrían alcanzarse estos acuerdos?
R.- Eso suena bien, pero nuestro sistema es extremadamente fraccionado en la práctica por un tema de cultura política. Ojalá que si no se pueda hacer por la vía electoral, entendiendo el momento al que vamos, que es para terminar el período para el cual el presidente Lasso fue electo. Algunas personas con mucho criterio le llaman un período de transición, otros como un desperdicio, hay otros que lo ven como una oportunidad. Yo lo veo como un todo. Hay temas del país que son sumamente importantes. Ojalá que la nueva Asamblea se pueda conectar básicamente con el tema de la seguridad, que no haya obstrucción y que lleguemos a ese acuerdo sobre lo fundamental.
P.- ¿Cuáles han sido los errores del gobierno?
R.- En los manejos políticos, en el sentido de oportunidad, también los hay en la comunicación. Pero todo eso se reduce a un problema político. Al final de cuentas, no hay una salida perfecta para una relación con una Asamblea. A lo mejor no se tuvo la habilidad suficiente para mantener el acuerdo inicial, cuando digo el acuerdo inicial me refiero al de Guadalupe Llori. Si a eso le sumamos la calidad de la representación, la situación fue más difícil.
P.- ¿Y se van a corregir?
R.- Se van a mejorar. Ojalá que mantengamos y esa es mi visión y mi misión como articulador, mantener el mismo nivel del motor prendido que hemos tenido en las últimas dos semanas y media. Durante estos más o menos cinco meses y medio.
P.- Y ahora ¿Cuáles han sido los aciertos del Gobierno?
R.- El gobierno tuvo muchos aciertos también, a lo mejor no suficientemente conectados con la ciudadanía y con el imaginario colectivo. En los últimos tiempos sí tuvo un dinamismo que ha hecho que inclusive, teniendo esos números a los cuales se critican bajos, hayan subido y están las encuestas antes de la muerte cruzada. Un poco antes ya se había visto un repunte, siendo todavía cifras relativamente bajas, no nos vamos a engañar. La incorporación del general Paco Moncayo y de general Wagner Bravo, más ciertos éxitos operativos en el combate a la delincuencia, más un nuevo dinamismo que se impregnó, el canje la deuda por conservación, hecho inédito, reconocido por ciertos sectores y creo que todavía no ha sido comprendido por el Gran Ecuador.
P.- ¿La incorporación del General Paco Moncayo al gabinete?
R.- La verdad es que me ha dado mucho gusto trabajar. Lo conocí hace muchos años y me tocó trabajar con él cuando fue alcalde de Quito. Trabajar bajo el liderazgo del General Paco Moncayo como Consejero de Seguridad Nacional ha sido de las mejores cosas que le pudo pasar al gobierno nacional.
P.- ¿En estos seis meses esperan demostrar que la Asamblea les bloqueo?
R.- El bloqueo no era sólo del legislativo, era el clima político que generaban ellos, más los líderes que lo representan, les pongo un ejemplo, el señor (Leónidas) Iza no es diputado, no es asambleísta; sin embargo, él es un factor real de desestabilización, porque él no cree los factores democráticos, él entiende la democracia a su manera, él cree que la democracia solo funciona cuando le conviene a él. Tiene un claro y fervoroso desprecio al régimen, al ordenamiento jurídico, a la Constitución. Como él profesa el comunismo indoamericano y la barbarie, piensa que eso es normal. Entonces, él no es asambleísta, pero él es un insumo para ese tipo de cuestiones. Tenemos que cambiar esa forma de hacer política.
P.- ¿Se desactivó la amenaza a la paz en el país?
R.- La amenaza era el señor Iza que dice que si el presidente presenta un decreto de ley que no le gusta, de nuevo ira a las calles, a la protesta. Siempre me parecerá válido que proteste. Lo que el pueblo del Ecuador y capitalino no quiere son levantamientos, violencia, vandalismo, anarquía. Pues bien, todos los decretos, cuando ya presentamos el segundo, todos están ajustados a la Constitución. Ninguno es regresivo, ninguno es privatizador, todos están circunscritos a materia económica, así que no tiene que preocuparse (Iza).
P.- ¿La derrota de Leónidas Iza es su victoria?
R.- Aquí no hay victoriosos, aquí lo único que interesa es la inteligencia del pueblo ecuatoriano. Lo que sí creo es que triunfó la paz y la tranquilidad por encima de quienes piensan que la anarquía y la barbarie es una solución. No hubo levantamientos, ni violencia. Lo que siempre ha existido y habrá son protestas y reclamos que son válidos en democracia.
P.- ¿Las conversaciones del Gobierno con Feine y Fenocin han aislado la conflictividad de la Conaie?
R.- Nosotros hemos conversado con casi todos los grupos y quedará para constancia histórica que le pedimos a la Universidad Católica (PUCE) que haga de tercero para poder comprobar el nivel de cumplimiento de los acuerdos, porque esa fue la muletilla y el pretexto que utilizó el señor Iza en el mes de febrero para anunciar un levantamiento que no se dio. Dijo falsamente que no habíamos cumplido nada, queda el registro que nosotros acudimos a la Universidad Católica para mostrar el nivel de cumplimiento y fueron casi todas, menos la Conaie. Lo que demuestra el interés de solucionar los problemas y de construir una salida en conjunto. Pero en todo caso, eso es una prueba fehaciente de la voluntad de diálogo y de cumplimiento del gobierno. Y también del interés de las otras organizaciones de seguir trabajando, con los cuales tenemos relaciones, porque el gobierno debe tener relaciones con las organizaciones sociales. Es lo correcto y lo seguiremos haciendo.
P.- ¿La fiscal está bajo ataque, sr. Ministro?
R.- Sí, bajo acecho. Bajo acecho, no solamente de un eventual juicio político; para mí sin fundamento alguno, sino que ahora están dudando inclusive de la tesis, las asignaciones. Esto es un plan orquestado, definitivamente, para de una u otra manera ir poniendo los antecedentes que justifiquen el tema de la revisión del caso que le interesa al correísmo sobre la sentencia del caso Soborno, donde ella jugó un rol principal acusatorio.
P.- ¿Se van a detener los ataques de la oposición?
R.- No, ahora lo van a hacer por otra vía. Ojalá que la nueva asamblea que venga producto de las elecciones, los nuevos dignatarios sea de contrastes de planes y visiones de gobierno y de Estado, no a vendetas. La vendeta no lleva absolutamente a nada. Ojalá que lleguen posiciones diversas de cómo se puede manejar mejor la Asamblea o propuestas de leyes. Pero creemos que todos debemos aprender la lección de lo sucedido, que no hayamos dado este paso democrático, donde hay paz en todos los rincones del país, para que los partidos cometan los mismos errores, enviando a las mismas personas con la misma agenda, con el mismo mensaje. Eso sería no aprender de la lección, y sería terrible para el país.
P.- ¿Qué calificación tiene sobre la actuación del PSC?
R.- Más allá de pena o no, yo simplemente no estoy de acuerdo y desde antes de ser ministro de Estado, no estoy de acuerdo con muchísimas de las decisiones que tomaron en el legislativo. Y esas diferencias y esos no acuerdos, en mi caso, son propios de un régimen democrático. No estoy de acuerdo. Porque el problema no es con quién, no es que la señora (Marcela Aguiñaga) diga que tiene un acuerdo. La gran pregunta es ¿para qué?. No es con quién, es el ¿para qué?. ¿Para qué se juntaron es la pregunta?.
P.- Le gritaron presidente. ¿Qué siente usted cuando le dice eso a la gente?
R.- Bueno, yo por convicción adopté hace 25 años el servicio público. Lo mío no es un accidente. Siento esa vocación. Quiero seguir aportando a mi país. Esta es la razón por la que vine acá, por la que el presidente Lasso me llamó, siendo independiente, es una causa democrática y ojalá que vengan mayores desafíos a futuro.
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