La viceministra de Igualdad Racial de Brasil, Roberta Eugênio, informó que Brasil compartirá con Argentina, Uruguay y Paraguay un programa de «formación antirracista».
BRASILIA.- Brasil se propone impulsar la lucha contra el racismo y promover la igualdad racial, social y económica en el ámbito del Mercosur, bloque que integra con Argentina, Uruguay y Paraguay y cuya presidencia rotativa ejercerá a partir de julio.
«Hablar de políticas de desarrollo económico significa hablar también de políticas de desarrollo social para la población negra y esperamos que ese sea un mensaje fuerte» durante la presidencia semestral del Mercosur, declaró la viceministra de Igualdad Racial de Brasil, Roberta Eugênio.
Aludió así al carácter fundamentalmente económico y comercial que ha primado en el Mercosur en los últimos años, en los que el debate de la agenda social perdió una fuerza que el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva quiere ahora recuperar.
El racismo como freno al desarrollo
Según Eugênio, si bien Brasil, a diferencia de los otros países del Mercosur, tiene una mayoría de población negra, el racismo está presente también en Argentina, Uruguay y Paraguay mediante otros mecanismos.
«Los pueblos originarios de América Latina y la población negra» son «los grupos que se concentran en los bolsones de pobreza» y los que tienen «los peores índices de acceso a derechos, a la cultura, a la salud o a la educación», indicó.
Sostuvo que esa preocupación «tiene sentido para todos los países del bloque, dado que en esos grupos se concentran los índices de vulnerabilidad» y reducirlos significará también mejorar las propias condiciones de desarrollo económico de las propias sociedades.
«La agenda económica solo avanza en períodos de mayor estabilidad democrática» y «no hay democracia con racismo» ni «se puede entender una democracia en la que las prácticas racistas están en el día a día» de la sociedad, enfatizó.
Intercambio de buenas prácticas
Eugênio asistió este mes a una reunión ministerial del Mercosur sobre derechos de afrodescendientes celebrada en Buenos Aires y dijo haber percibido un «gran interés» de los otros socios del bloque en la experiencia brasileña.
Celebró que en esa reunión fue aprobada una propuesta uruguaya, que plantea «la renovación de la década afrodescendiente declarada por la ONU» para el período 2015-2014, porque en el Mercosur «se ha perdido» entre la pandemia de covid-19 y la «desmovilización» de la agenda social del bloque.
También dijo que se acordó un intercambio de buenas prácticas, que en el caso de Brasil comenzará por compartir con Argentina, Uruguay y Paraguay un programa de «formación antirracista» para altas autoridades y funcionarios que lleva adelante el Ministerio de Igualdad Racial.
Además, se promoverá «un proceso de institucionalización de las políticas de promoción de igualdad racial«, que requieren «espacios en la burocracia estatal para que las políticas públicas puedan ser implementadas», «con los recursos y la infraestructura» adecuados, dijo la viceministra.
Apuntó que la intención es que «no se hable solo de enfrentar la la violencia» racista, sino también de la importancia que tiene para las propias economías «mejorar las condiciones de vida de todos» y que «la promoción de la igualdad» sea vista con «la importancia estratégica que tiene para el desarrollo económico» de un país.
El racismo en el deporte
Otro objetivo de la presidencia brasileña será el combate al racismo en el deporte, que en la región se ha expresado sobre todo en la Copa Libertadores de fútbol.
En ese sentido, se mostró esperanzada en que pueda ser replicado en el ámbito del Mercosur un acuerdo sobre combate al racismo, la xenofobia y otras formas de discriminación firmado entre Brasil y España, que dedica una «atención especial» a esas prácticas en las actividades deportivas.
Según Eugênio, «la Copa Libertadores es un evento muy fuerte en América Latina» y, como tal, puede ayudar a «difundir el mensaje de que ya no es posible tolerar el racismo«.
Agregó que también «se debe considerar el papel del deporte en la vida de las personas negras», para las que representa «un espacio de democratización» y «a veces hasta la posibilidad de cambiar de estatus socioeconómico», por lo que no se puede permitir que también sea contaminado por el racismo.
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