Se trata de una reacción de niños y adolescentes a una situación de descontrol. Un dentista advierte del riesgo que supone por la alteración de la mordida
Comerse las uñas no es sólo un mal hábito, es una señal de que esa persona está atravesando por una crisis de angustia o ansiedad muy fuerte. Por ello, requiere ayuda psicológica. Principalmente son los niños y adolescentes quienes la padecen.
“El hábito de comerse las uñas se llama onicofagia y es parte de un trastorno de personalidad obsesivo compulsivo. Se da porque la persona está atravesando una crisis de angustia o ansiedad muy fuerte, y una manera de controlar estas emociones es ir comiéndose las uñas”, señala Ludmila Loayza, directora de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
La reacción surge como respuesta a una situación estresante. El ejercicio de autoridad muy fuerte de los padres es uno de los detonantes principales. Al no poder controlar lo que está pasando alrededor, busca un control sobre su cuerpo, mordiendo sus uñas, deteriorándose e incluso tragándoselas, explica la especialista.
Morderse las uñas solo incide en una cuestión de estética. Sin embargo, el trastorno que impulsa ese mal hábito “puede ir complejizándose y tener otra sintomatología más, si es que no se presta atención a este primer indicador”, advierte Loayza.
¿Y qué hacer frente a este panorama?
Para la psicóloga, el tratamiento se debe adecuar a la edad del paciente. De este modo, en la etapa preescolar o escolar no ayuda mucho una terapia cognitiva conductual, puesto que se trata de un tipo de pensamiento concreto. El menor responde mejor a otra metodología de intervención, como la psicología conductista, que hace referencia a premios y castigos.
En la adolescencia se necesita una terapia cognitivo comportamental para evaluar qué situaciones son estresantes, ante las cuales el joven no puede tener respuestas favorables u óptimas. Indica que en esta etapa comerse las uñas es un acto más de autolesión consciente.
“El consejo que doy a los padres y familiares es que siempre tienen que estar observando conductas que salen de la norma. No todos nos comemos las uñas. Si vemos que un niño está empezando a hacerlo de manera compulsiva o frecuente hay que analizar qué aspectos le están causando estrés”, sugiere la especialista
Mauricio Lavadenz, director de la carrera de Odontología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, advierte que este trastorno psicológico de comerse las uñas podría provocar problemas fisiológicos y trastornos mandibulares.
“Cuando el paciente tiende a morderse las uñas o las cutículas, genera una mal posición en los dientes que, a su vez, provocará una alteración en la funcionalidad del complejo temporomandibular por problemas en la articulación”, detalla.
Y apunta que hay diferentes tipos de tratamiento, pero que lo principal es ir donde un especialista.
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