Columnista de opinión
Ruben David Salas Arias
Twitter: @RDSalasA- Correo: rdsalasopinion@outlook.com
Observando al mundo desde el margen, divisando el orbe de la existencia social como una unidad semejante, la cual devela sus múltiples vínculos que componen las sinfonías constructoras de la historia. En el eje de los hechos se encuentra al poder como el elemento posibilitador de la apertura de oportunidades que le dan cuerda al mundo. Sucede que, en el núcleo de los sucesos está la potencia de formarlos, es decir, para gestar un hecho es imperativo reconocer las licencias necesarias para ejercer una acción desde la aprobación del conjunto de voluntades adyacentes a nuestras existencias -desde la individual, hasta la colectiva-, que permiten proceder en un contexto determinado a partir del uso de los elementos disponibles a la mano para transformar la realidad.
Desde el origen del ejercicio del poder, cimentado en la primera conquista de las voluntades y su continua acumulación, hay una determinación de las posibilidades futuras y la perpetuación de los elementos condicionantes de existencia. Es así como surge en el bienaventurado de la bendición colectiva -el poderoso- un cambio en su vida que buscará conservar a toda costa, incluso intergeneracionalmente, manteniendo en el transcurso de los hechos unas condiciones de anclaje que hacen la historia ir y venir, una y otra vez, encerrándose en situaciones con actores y espectadores similares sin importar el tiempo o el espacio.
La acumulación del poder conlleva a la desigualdad en oportunidades producto del acuerdo habitual de las voluntades que también temen al cambio en el curso de los hechos -seres sujetados por la necesidad, para seres sujetados por el deseo-. Actualmente, al entrar en una monotonicidad en el consumo de bienes, servicios y experiencias que adquirimos, se da la perpetuación del poder en los mismos -empresarios, políticos, famosos, focos de opinión, medios de comunicación, etc-. Sin embargo, no hay que olvidar quiénes son los dueños de la autoridad, quiénes componen las colectividades de voluntades que se unen en un deseo. Hay que caer en cuenta de ello como sociedad para liderar el curso de los hechos. De lo contrario, la coerción voluntaria es mera complicidad.
En el ejercicio de construir un mundo con un poder para el aprovechamiento del potencial colectivo, hay que dar oportunidades a lo distinto y emergente que busca abrirse paso en estanques enormes llenas de peces grandes. Es necesaria la conciencia de ser para quitarle autoridad a lo conocido y aparentemente perpetuo, porque dar una oportunidad a lo nuevo es redistribuir el poder. Pero, esa tarea debe ser continúa e impidiendo el aletargamiento de las pasiones. Hay que abrirse a escuchar nuevas voces y comprender ideas por fuera de lo habitual, debatirlas y tomar lo mejor de cada experiencia. El poder también se distribuye desde la apertura de las posibilidades en los múltiples aspectos deseantes de nuestras vidas -domar la libertad-.
Rompamos las cadenas de los mismos con las mismas, de los apellidos redundantes, de los poderosos y sus afortunados herederos, y de las trampas del progreso. Evidenciamos que el poder no es para pocos, es para todos. El poder está en las oportunidades.
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