El vicepresidente de Bolivia, David Choquehuanca, y la viceministra de Asuntos Multilaterales de Colombia, Laura Gil, exigieron que la hoja de coca sea sacada de la lista de estupefacientes que se elaboró hace seis décadas y que prohibió su uso.
Los funcionarios unieron fuerzas en los discursos que ofrecieron en el marco del 66 periodo de sesiones que la Comisión de Estupefacientes de Naciones Unidas comenzó el lunes en Viena, Austria, y que culminará el próximo viernes.
Esta es una reunión anual que el organismo lleva a cabo para definir y analizar las políticas de drogas que se implementan a nivel mundial.
En los últimos años se han profundizado las críticas a las políticas que prohíben las sustancias, criminalizan a los consumidores y militarizan el combate, ya que ello no ha logrado mermar en lo más mínimo el negocio del narcotráfico. Por el contrario, la variedad de sustancias y la cantidad de víctimas sigue en aumento.
“Se ha cometido un error histórico”, advirtió el vicepresidente de Bolivia. “Nuestro país está cansado de poner los muertos”, recalcó la funcionaria colombiana, quien recordó que el presidente Gustavo Petro está impulsando un cambio de paradigma porque la guerra contra el narcotráfico fracasó.
Las posiciones de ambos países son fundamentales porque, junto con Perú, encabezan la producción de hoja de coca a nivel mundial.
En el mismo sentido crítico que los representantes de Bolivia y Colombia se pronunció Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
“La guerra contra las drogas se ha convertido en una guerra contra las personas, fallándonos a todos. Las políticas de drogas punitivas destruyen vidas, la salud pública y la seguridad, al llevar a las personas a la clandestinidad y al encarcelamiento discriminatorio. Necesitamos políticas de drogas basadas en derechos que salven vidas, [que] no criminalicen”, escribió el diplomático para sentar su posición en torno a la 66 sesión.
“Cortina de mentiras”
Choquehuanca aseveró que los pueblos tienen el legítimo derecho de usar la hoja de coca con fines tradicionales, nutricionales, terapéuticos, rituales, de industrialización y de comercialización, ya que ello forma parte de su cultura. En esa línea, insistió en que vedarles ese derecho viola su soberanía.
También recordó que la prohibición de la hoja de coca se estableció en la Convención que la Comisión de Estupefacientes realizó en 1961, con base en desconocimiento y prejuicios, lo que dio origen a una medida injusta que sigue vigente.
“Durante seis décadas, los operadores de la geopolítica de dominación del Occidente han intervenido en el cultivo natural de la hoja de coca, su uso ritual y su consumo tradicional, implementando programas de erradicación por los delitos que nunca ha cometido. Se ha cometido un error histórico”, explicó.
Décadas de estigmatización hacia la planta, añadió, han impedido que los pueblos puedan aprovecharla industrial y comercialmente. “¿Cuándo se cae la cortina de mentiras sobre la hoja de coca? Es momento de que la humanidad conozca la verdad sobre la sagrada hoja”, convocó.
El vicepresidente explicó que Bolivia ya puso en marcha su estrategia para lograr que la hoja de coca sea sacada de la lista 1 de estupefacientes, a partir de evidencias científicas que presentará ante la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Comité de Expertos en Farmacopea.
Desde Bolivia, el vicecanciller Freddy Mamani amplió la información al asegurar que en mayo se iniciará formalmente un proceso de revisión que puede demorar por lo menos dos años.
Críticas a EE.UU.
La viceministra de Asuntos Multilaterales de Colombia, Laura Gil, retomó en Viena los novedosos conceptos sobre políticas de drogas que ya había vertido Petro en septiembre pasado en Nueva York, durante su primera participación ante la Asamblea General de Naciones Unidas.
“Nuestro país está cansado de poner los muertos y de perseguir a sus campesinos en esta guerra contra las drogas que fracasó”, señaló la funcionaria.
La intención del actual Gobierno, agregó, es privilegiar el respeto a los derechos humanos de las poblaciones que cultivan hoja de coca. También enfatizó la hipocresía que ha marcado la supuesta guerra contra las drogas, ya que los países consumidores no se hacen cargo de su responsabilidad ni del fracaso de las políticas que han impuesto.
“Exigen sin poner de su parte, no han hecho lo suficiente en la prevención del uso de las sustancias ilícitas”, afirmó en referencia a EE. UU., que siempre ha liderado el consumo de drogas, seguido de los países que forman parte de la Unión Europea.
Como ejemplo de la inutilidad de la estrategia aplicada durante décadas, Gil explicó que en Colombia se fumigaron y erradicaron millones de hectáreas de cultivo de coca, se destruyeron miles de laboratorios de producción de cocaína y se invirtieron miles de millones de dólares en el combate.
A pesar de seguir al pie de la letra el modelo prohibicionista, señaló, la producción de cocaína registra incrementos históricos, lo que prueba que la criminalización no sirvió de nada.
Por eso, sostuvo, ya es hora de que cambiar los enfoques punitivos y de que se repare “el error histórico” que representaron las políticas prohibicionistas que sólo generaron más violencia. “La planta no es el problema, es parte de nuestra historia y nuestras tradiciones”, explicó.
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