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Vie. Nov 22nd, 2024
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Yasemin Astan, su esposo Hasan y sus cinco hijos lograron escapar de su hogar en Antakya, en la provincia de Hatay, en el sur de Turquía, antes de que fuera destruido por el terremoto del 6 de febrero. Ahora, la familia vive en una tienda de campaña. Dos días después de que el desastre natural azotara Turquía y Siria, se instalaron muchas de estas carpas para las personas necesitadas, aunque faltaron algunas cosas. Los Astan y otros cuestionan, por ejemplo, las condiciones antihigiénicas.

“Instalaron un inodoro portátil al otro lado de la calle”, dice Yasemin a DW. “Pero es casi imposible ver algo de noche y es muy difícil caminar. ¿Cómo puedo dejar a mis hijos atrás y caminar toda esta distancia en la oscuridad cuando necesito usar el baño?”, se pregunta.

La familia Astan comparte una tienda de campaña con otras personas. En total, 13 personas viven aquí, incluyendo nueve niños. “Esta carpa no es lo suficientemente grande”, expresa Yasemin.

“Grave peligro”

Además de las críticas a los esfuerzos oficiales y su preparación contra los terremotos, la gente en Turquía califica la respuesta del gobierno como inadecuada. Muchos sobrevivientes han tenido que renunciar a las duchas desde que ocurrió el terremoto del 6 de febrero. Pero ese no es su mayor problema: lo peor de todo es la falta de baños adecuados, dicen los residentes.

Y hay basura por todas partes. Un representante del Ministerio de Familia y Servicios Sociales en el campamento cuenta a DW que llamó a ciudades lejanas como Nevsehir y Konya para pedir ayuda. “Les dije que por lo menos nos enviaran un contenedor de basura para que no se acumulen los desechos donde camina la gente”, apunta. “Y por supuesto, existe el grave peligro de que se propaguen enfermedades infecciosas”.

Aunque todavía se encuentran algunas personas con vida bajo los escombros después de todo este tiempo, las autoridades ahora cambiaron su enfoque, y pasaron de buscar sobrevivientes a limpiar los escombros, mientras las calles están envueltas en polvo y suciedad. La gente debería usar mascarillas, pero casi nadie lo hace.

Un médico afirma que las aguas residuales se dirigían directamente al río Asi, lo que representa un riesgo para la salud pública. “Hay baños, pero no están limpios y por lo tanto son una fuente potencial de infección”, explica. “Poco a poco, veremos lo que todos hemos estado temiendo: infecciones, enfermedades diarreicas y fiebre. El agua en el área necesita ser tratada pronto”, alerta.

El doctor también precisa que más de 100 personas de las al menos 250 que había tratado hasta ahora habían contraído enfermedades infecciosas.

Además, hay pacientes que han muerto debido al mortal frío, cuenta a DW un médico que trabajaba en la sala de emergencias pediátricas del Hospital Universitario Mustafa Kemal el día del terremoto.

“Había dos soldados con las piernas rotas, pero la unidad de ortopedia estaba un poco más lejos y no teníamos camillas para llevarlos al edificio del hospital”, relata. “Arranqué una cortina de una ventana y los cubrí, entré al edificio para recuperar algo y volví corriendo. Para entonces, los dos habían muerto de hipotermia”.

DW


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