Al menos 32 millones de niños y niñas en Brasil viven en la pobreza. Este número representa el 63% de todos los niños y adolescentes del país e incluye la pobreza en varias dimensiones: ingresos, alimentación, educación, trabajo infantil, vivienda, agua, saneamiento e información. Así lo indica la encuesta Las Múltiples Dimensiones de la Pobreza en la Infancia y la Adolescencia en Brasil, publicada esta semana por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
La encuesta presenta datos hasta 2019 (trabajo infantil, vivienda, agua, saneamiento e información), hasta 2021 (ingresos y alimentación) y hasta 2022 (educación). “En este momento en que inician nuevos mandatos el presidente, vicepresidente, ministros, gobernadores, senadores y diputados, el Unicef advierte sobre la urgencia de priorizar políticas públicas con recursos suficientes dirigidas a los niños y adolescentes del país”, señala el documento.
La investigación destaca que la pobreza en esa franja de edad va más allá de los ingresos e incluye aspectos como estar fuera de la escuela, vivir en viviendas precarias, no tener acceso a agua y saneamiento, no tener una alimentación adecuada, someterse al trabajo infantil y no tener acceso a la información, factores que son considerados privaciones y que hacen que tantos niños y niñas estén insertos en este contexto de pobreza multidimensional.
El informe utiliza datos de la Encuesta Nacional Continua por Muestreo de Hogares (PNAD) y los resultados, según la propia entidad, revelan un escenario preocupante. El último año del que se dispone de información para los ocho indicadores es 2019, cuando había 32 millones de niñas y niños de hasta 17 años privados de uno o más de estos derechos. Para los años siguientes, solo hay datos sobre ingresos, nutrición y educación –y los tres han empeorado—.
En 2021, el porcentaje de niños y adolescentes que viven en familias con ingresos inferiores a la línea de pobreza monetaria extrema (menos de 1,9 dólares al día) alcanzó el nivel más alto de los últimos cinco años: el 16,1%, frente al 13,8% de 2017. El contingente de menores privados de los ingresos necesarios para una alimentación adecuada pasó de 9,8 millones en 2020 a 13,7 millones en 2021, un salto de casi el 40%. En educación, por su parte, tras años en descenso, la tasa de analfabetismo se duplicó de 2020 a 2022: del 1,9% al 3,8%.
“La pobreza multidimensional ha impactado más a los que ya vivían en situación de mayor vulnerabilidad – negros, indígenas y residentes de las regiones Norte y Nordeste –, agravando las desigualdades en el país. Entre los niños y adolescentes negros e indígenas, el 72,5% estaban en situación de pobreza multidimensional en 2019, contra el 49,2% de los blancos y amarillos. Entre los estados, seis tenían más del 90% de niños y adolescentes en pobreza multidimensional, todos en el Norte y Nordeste.”
Las directrices de la entidad para Brasil incluyen priorizar las inversiones en políticas sociales; ampliar la oferta de servicios y beneficios a niños y adolescentes más vulnerables; fortalecer el Sistema de Garantía de los Derechos de los Niños y Adolescentes; promover la seguridad alimentaria y nutricional de mujeres embarazadas, niños y adolescentes; implementar políticas de búsqueda activa por parte de la escuela y de reanudación del aprendizaje, especialmente en la alfabetización; y priorizar la agenda de agua y saneamiento.
Agencia Brasil
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