Es importante recordar que la Reforma a la Salud tiene como objetivo mejorar el acceso y la calidad de los servicios promoviendo la equidad en un marco de sostenibilidad.
Carolina Corcho, nacida en Medellín, tiene 39 años, sabe que tiene un reto mayúsculo por delante y es consciente de que antes de empezar ya tiene detractores. Reconoce que no le ha sorprendido el rechazo que ha generado en algunos sectores su designación porque oponerse, como lo ha hecho, al sistema de salud actual le ha costado enemigos. “Reformar el sistema no es acabar el sistema, ese es el eufemismo que quieren generar”, y trata de calmar los nervios de quienes temen que una reforma a la salud ponga el riesgo a todo el sistema: “Las EPS no van a desaparecer en un mes”, dice sobre uno de los temas que más críticas le ha costado.
Tanto ella como Petro han manifestado su intención de transformar el sistema de salud y eliminar las Entidades Promotoras de Salud (EPS), empresas privadas de tipo administrativo y comercial que hacen de mediadoras entre los pacientes y las clínicas y hospitales. La idea, explica la ministra electa, es lograr que “los recursos públicos lleguen directamente a quienes prestan los servicios y a quienes asumen la atención de los ciudadanos”.
En entrevista con el diario EL PAÍS de España y con replica en Prensa Mercosur.
Pregunta. ¿Le fue fácil aceptar la propuesta del presidente electo?
Respuesta. Yo he venido trabajando por el derecho fundamental a la salud desde diversas instancias. Soy médica psiquiatra en ejercicio, pero he dedicado muchos días, muchas horas de mi vida a trabajar en el Legislativo, en la Corte Constitucional. Cuando el presidente me hizo la propuesta, me sentí realmente honrada de poder tener otro lugar desde el cual seguir con los planteamientos que siempre he defendido. [Corcho fue vicepresidenta de la Federación Médica Colombiana, presidencia de la Asociación Nacional de Internos y Residentes -ANIR, y de la Corporación Latinoamericana Sur].
P. ¿Qué es lo primero que hará como ministra?
R. Incluso desde antes de llegar al Ministerio quisiera escuchar la versión que tiene la Colombia profunda sobre el sistema de salud. El principal actor del sistema de salud para mí es la ciudadanía, pero sobre todo la ciudadanía excluida. Estoy hablando de Chocó, de La Guajira. Es muy fácil hablar de un sistema funcional en el norte de Bogotá o en las zonas urbanas de las grandes ciudades. Pero ¿qué ha pasado en estos 30 años del modelo vigente de salud en esa Colombia profunda?
P. Su diagnóstico del sistema de salud actual es mortal.
R. Nuestro sistema de salud discrimina por raza y por ingresos económicos. Nuestros principales problemas están en las zonas rurales dispersas, donde habitan más de 20 millones de colombianos. Uno de los indicadores de que las cosas no están bien son las tutelas. Son innumerables y son la prueba de que tener un carné no garantiza que efectivamente se acceda al servicio de salud.
Imagen Cortesía
P. ¿Qué grado de ambición tiene con la reestructuración del sistema?
R. Hay un déficit fiscal, hay una quiebra del sistema de salud y ni siquiera podemos cuantificar de cuánto es, porque en 30 años no fuimos capaces de construir un sistema de información que nos permitiera saber de cuánto son las deudas. Se requiere de una reforma total y ya.
P. ¿Cómo piensa hacerlo?
R. El Gobierno tendrá que presentar una propuesta que será debatida en el Congreso. No será fácil, pero nosotros estamos para dar los argumentos de por qué es necesaria una reforma para proteger a todos los colombianos, pero sobre todo a los más vulnerables, a los que el sistema no les está respondiendo.
P. ¿El cambio pasa por eliminar las EPS?
R. Lo primero que habría que decir es que las EPS están en déficit y muchas están quebradas. En este momento, según las cifras oficiales, por lo menos 14 de estas empresas están en incumplimiento financiero. Cuando una EPS entra en proceso de liquidación, los pacientes tienen que ser trasladados a otra y llegan al límite y empiezan a funcionar mal. Además de las deudas impagables con clínicas y hospitales. No hay un control del Estado sobre esos recursos y eso requiere una reforma. Muchas EPS podrían convertirse en un holding de prestación de servicios porque tienen las capacidades para prestar servicios y no solo mediar, el país puede aprovecharlas.
P. ¿Ha escuchado la posición de quienes se oponen a una megarreforma al sistema?
R. No es un asunto tan catastrófico como lo han planteado, pero sí es muy interesante que se haya abierto el debate, porque lo teníamos aplazado desde hace muchos años. Acá hay intereses instalados y yo entiendo que las perspectivas de cambio generen resistencias a quienes han tenido algunos privilegios dentro del sistema. Nosotros vamos a garantizar que a ningún ciudadano se le quiten derechos, el que está siendo bien atendido, seguirá recibiendo la misma atención. Lo que queremos es recuperar recursos para responderles a todos, para que una niña de La Guajira o de Chocó también sea bien atendida.
P. ¿La idea es acabar con la intermediación en pro de un sistema 100% público?
R. La propuesta que estamos planteando no implica que salga el sector privado del sistema de salud. Las clínicas en Colombia son mayoritariamente privadas. Esas clínicas tienen que seguir funcionando. Lo que decimos es que de alguna manera también hay que fortalecer a los hospitales públicos, porque estos son los únicos que llegan a Guainía y un ciudadano de allí o de cualquier otra región debe ser atendido dignamente, eso es lo que el Estado tiene que garantizar. Sabemos las dificultades de lo público, pero si no creyéramos en lo público, no estaríamos dispuestos a asumir un Gobierno.
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P. ¿Cómo es el sistema que imagina para Colombia?
R. Un sistema público, lo cual no quiere decir estatizado. Con un gran sistema de información transparente para el flujo de recursos de la salud, donde la prestación de servicios siga siendo pública y privada, con los trabajadores formalizados y con un gran programa de atención primaria.
P. Usted ha sido una de las mayores críticas de la gestión del ministro de salud actual, Fernando Ruiz. ¿Hay algo que le reconozca?
R. Mis críticas al Ministerio no son por su capacidad técnica y su institucionalidad, sino por su perspectiva política de salud pública. El Ministerio tiene una capacidad técnica altísima, un acumulado de experiencia, hay cosas muy interesantes, como el Fondo ADRES, que administra las diferentes fuentes de financiación del sistema. También destaco la capacidad que tuvo el Instituto Nacional de Salud con el desarrollo de las pruebas PCR, y la rápida reacción del sistema para abrir camas UCI durante la pandemia: pasó de 5.000 a más de 11.000. También se mejoró mucho en los sistemas de información, pudimos tener datos y poder debatir durante la pandemia.
P. Varios de esos debates le costaron detractores, se le ha señalado de lanzar mensajes imprecisos, ¿se arrepiente de alguno?
R. A mí no me molestan los contradictores, menos cuando voy a ser parte de un Gobierno. Todo lo que escribí durante la pandemia estaba debidamente sustentado. Me cuestionan por decir que era una vergüenza para la humanidad que por negocios no pudiéramos tener cobertura de vacunas, y lo sostengo: efectivamente, un conjunto minoritario oligopólico capturó la producción de vacunas. En Colombia, por ejemplo, el Ministerio de Salud dice que tenemos el 70 % de los ciudadanos en vacunación completa, pero eso no ocurre en todos los municipios del país. Hay lugares a donde no han llegado aún, a pesar de los esfuerzos, porque sé que se han hecho esfuerzos.
P. Usted es psiquiatra, ¿cuál será el lugar de la salud mental en su agenda?
R. Colombia tiene muchos aspectos sociales que son determinantes en la salud mental. La pobreza, por ejemplo. En el país, casi la mitad de la población vive en condiciones de pobreza, o sea, en condiciones de hambre. Resolver la atención a la salud mental pasa por mejorar la calidad de vida de los colombianos. Desde el ministerio, la salud mental será llevada a los territorios.
P. ¿Qué le dejó la universidad pública?
R. Me marcó muchísimo. Tuve dos referentes muy importantes de ambas universidades [la de Antioquia y la Nacional]. Héctor Abad Gómez, a quien no conocí personalmente, y José Félix Patiño Restrepo, mi profesor y maestro, que también fue ministro de Salud. El médico Patiño Restrepo en los últimos años de su vida fue radical opositor al sistema de salud, tal vez por eso su alumna es tan crítica.
P. ¿Radical?
R. Yo soy una médica que se opone a un modelo de salud que privilegia los negocios sobre la vida. En eso sí soy radical.
P. Sus papás también estuvieron en la política. Su papá fue diputado y su mamá, alcaldesa.
R. Mi madre fue la primera mujer alcaldesa de Zaragoza, un pueblito en Antioquia. Tenía apenas 34 años. Pero el Concejo le hizo oposición y fue perseguida hasta ser detenida. Estuvo en una cárcel por 20 días, acusada de corrupción, pero fue absuelta con un fallo que señaló que había sido víctima de una persecución. Después de eso, no quiso saber nada más de la política.
P. ¿Y qué dice ahora que su hija va a ser ministra?
R. Está muy contenta, pero también muy preocupada porque sufre cuando me insultan.
P. ¿Y usted cómo se toma las críticas de las redes sociales
R. La verdad, estoy acostumbrada. A mí me parece que de alguna manera en Colombia se ha envilecido el debate público porque se apela a denigrar al otro, al insulto. Twitter es un escenario que no permite desarrollar las ideas y se hacen interpretaciones muy tendenciosas y hay un tipo de prensa que le hace juego eso.
P. ¿Cómo?
R. Cuando publican sin contexto, o cuando para verificar alguna cosa que dije, consultan a alguien que tiene una visión de salud pública distinta a la mía. Eso es peligrosísimo para el debate público porque puede ser un mecanismo de censura.
P. ¿Cómo va a garantizar que las mujeres puedan acceder a abortos seguros?
R. Es un fallo de la Corte Constitucional que nos corresponde acoger. Ahí no hay discusión. Trabajaremos con las mujeres que han librado esta lucha, unas mujeres supremamente inteligentes, preparadas, que conocen el sistema de salud y la reglamentación para que no haya barreras de acceso.
P. ¿De qué cree que está enferma Colombia y cuál es la cura?
R. Hay una parte de Colombia que quedó atrapada en las lógicas de la violencia y el odio. Hay que superar eso y hay que hacerlo a través del diálogo. Yo estoy dispuesta a escuchar. Hay que despolarizar el país, y las reformas se tienen que acordar pensando en todos los colombianos.
EL PAÍS
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