Juan Guaidó era el rostro más visible de la oposición venezolana hasta hace apenas semanas, pero pasó súbitamente de ser reconocido como presidente encargado de su país a un líder removido de su cargo por sus propios aliados.
¿Le será posible reinventar su rol en la política, quizás en las primarias presidenciales o en otra posición de liderazgo? Ese reto, estiman los analistas, se le presenta “complejo” a quien fue el vocero principal más prominente del antichavismo durante los últimos cuatro años.
El expresidente del Parlamento elegido en 2015 y exintegrante de uno de los cuatro partidos con más escaños en las elecciones de ocho años atrás, Voluntad Popular, dice seguir activo en su lucha contra el oficialismo para lograr una transición política.
“La tarea es derrotar a Maduro con una mayoría organizada, no es enfrentarnos entre nosotros (…) Avancemos. Nuestro compromiso continúa. El reto es enorme y tenemos que empezar ya”, comentó en sus redes sociales tras finalizar su gobierno interino.
Diputados de los partidos Acción Democrática, Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo votaron a finales de diciembre a favor de poner fin a la estrategia del interinato liderado por Guaidó, reiterando que el Parlamento de 2015 es la única institución legítima en el país.
El divorcio entre el exlíder de la Asamblea Nacional y esos movimientos políticos se hizo evidente no solo en esa votación, sino además en su mensaje del 6 de enero en las redes sociales.
“En la cresta de la ola, compartíamos aciertos, pero ahora ninguno quiere asumir su responsabilidad”, dijo, llamando a “trascender a esa unidad” entre dirigentes políticos.
La popularidad de Guaidó superó los 60 puntos en encuestas privadas después de enero de 2019, cuando juró como presidente encargado, respaldado por medio centenar de países y con un mantra que desconocía la legitimidad de Maduro y prometía una transición.
El paso de los años, sin mayores cambios en el statu quo de la política venezolana, aún con Maduro en el poder, trajo consigo lo que analistas han calificado como un “agotamiento” de la agenda de cambio prometida entonces por los partidos mayoritarios de la oposición.
Mientras, la valoración positiva de Guaidó se redujo en los últimos tiempos a menos del 20 %, según encuestadoras como Datanálisis.
Incluso un alto cargo de la Casa Blanca, el asesor presidencial de seguridad nacional, Juan González, dijo que tomaba nota de ese bajón en la popularidad de los principales actores políticos venezolanos: Maduro y Guaidó.
Guaidó nunca aclaró durante su interinato si aspiraría a formalizar su candidatura para las elecciones primarias en las que la oposición prevé escoger, probablemente en junio, a su abanderado para las presidenciales de 2024. A pesar de su silencio en ese tema, los analistas daban por cierto que se lanzaría a ese ruedo con el apoyo del partido Voluntad Popular.
Ya despojado de su presidencia encargada, el líder antichavista tiene enfrente “una situación compleja”, pues es el rostro visible de los logros y fallos de ese interinato de cuatro años, advierte el politólogo y especialista en asuntos electorales Jesús Castellanos.
“El futuro político de Guaidó va más allá de su posibilidad en las primarias presidenciales. Juega también su posición dentro del liderazgo opositor, sin contar que sobre él pende una espada”, dice, sobre la posibilidad de que la Fiscalía, encabezada por un exgobernador del chavismo, ejecute una de las múltiples órdenes de aprehensión en su contra.
Guaidó encara además el desafío de que su imagen tiene una percepción popular divergente, valora Castellanos: “Es visto por una parte de la oposición como el principal responsable de lo ocurrido con el Gobierno interino, mientras que otra lo visualiza como una víctima del resto de los partidos del G4”.
Legitimar el liderazgo
Guaidó aseguró la semana pasada en conversación con la Voz de América que se encuentra enfocado en dos propósitos tras lo ocurrido a finales de diciembre: la “recomposición” de la unidad opositora y la concreción de las votaciones primarias.
“Luego de la ilegal disolución del gobierno interino corresponde recomponer una alternativa democrática que es mayoría, que se enfrenta a una dictadura que robó una elección en 2018, y eso pasa hoy por una herramienta concreta que es la movilización y organización de los venezolanos en una primaria ya convocada”, escribió el dirigente.
Indicó además que interpreta a las primarias no solamente como un ejercicio electoral, sino como una herramienta de “movilización, unificación y legitimación de un nuevo liderazgo que pueda dar la cara a los venezolanos dentro y fuera de Venezuela”.
“Nuestro gran rol en el corto plazo es poder restablecer y reunificar a los venezolanos mucho más allá de los intereses políticos partidistas y que ponga por encima el interés de los venezolanos. Legitimar ese liderazgo en una primaria en las diferentes instancias es nuestro gran rol en este momento”, concluyó en sus comentarios a la VOA.
Los militantes de Voluntad Popular de Carabobo, una de las regiones con más votantes, aprobaron en agosto que Guaidó sea el candidato de su partido en las primarias. En Zulia, la región más poblada de Venezuela, soplan los mismos vientos en la organización.
Rafael Veloz, parlamentario de esa organización política, adelantó hace una semana al medio digital Efecto Cocuyo que la candidatura de Guaidó es un hecho que se consumará en una convención nacional del partido, que se celebrará en los próximos días.
En entrevista con CNN, el propio Guaidó confirmó que evaluaría su candidatura en cuanto se abra el plazo de postulaciones. La comisión que lleva adelante las primarias, sin embargo, no ha anunciado oficialmente el cronograma de esas votaciones.
Sin referentes
La misión de Guaidó de reinventarse como líder político no es sencilla dada la inminencia de unas primarias donde las encuestas privadas no marcan algún favorito o a precandidatos que despunten en la competencia, según especialistas como el politólogo Ricardo Ríos.
“No hay un referente político que sea representante de los sectores del país. Los partidos se representan a ellos mismos y, por eso, se han ido aislando”, dijo a la VOA.
Ríos considera que el principal peso sobre los hombros de Guaidó es “haber sido ineficaz” en su planteamiento de desalojar a Maduro del poder y, asimismo, el tener la valoración negativa de haberse convertido en un líder que fue destituido por sus propios aliados.
“Guaidó significó una ventana táctica de posible cambio político durante 2019, en un período específico, no lo logró y, ya a mediados de 2019, empieza su decadencia”, expone.
Otro punto que colabora con su valoración negativa es la administración de los activos de Venezuela en el extranjero por parte de funcionarios que respondían a su gobierno interino, estima Castellanos. El también politólogo y docente universitario Jesús Castillo Molleda subraya que Guaidó resultó “derrotado” por sus socios políticos.
“El cese de la usurpación fue primero para él, tiene alto rechazo. Cuenta con mínimo apoyo de partidos”, observa el socio fundador de la firma consultora Polianalítica.
Castillo Molleda no descarta que, en caso de lanzarse y no alcanzar la victoria en las primarias de este año, Guaidó pueda aspirar a ser de nuevo diputado nacional en 2025.
Ríos, por su parte, cree que la variable de más peso de Guaidó es el haber fallado en su promesa original de destronar a Maduro, lograr una transición y unas elecciones libres.
“Guaidó no solamente ya no es un liderazgo prominente, sino que deja de ser una referencia política”, concluye, si bien el joven político dice que su rol a favor de una agenda de unidad y las primarias opositoras está más que en pie dentro de Venezuela.
VOA
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