Muchos seguidores acérrimos de Abba no lo saben. Pero a pesar de vender millones de discos durante más de cuatro décadas, su gran éxito de 1979 “Chiquitita”, nunca ha reportado un centavo al supergrupo sueco.
“Le dimos los derechos de autor a Unicef”, dijo a la BBC su compositor y miembro fundador de Abba, Bjorn Ulvaeus.
“Esto ha hecho que a lo largo de los años llegue mucho dinero porque ‘Chiquitita’ ha sonado, se ha tocado muchas veces, y se han vendido muchos discos. Así que estoy muy feliz por eso”.
Escrita para el Año del Niño de Unicef, “Chiquitita” también fue la primera canción que Abba grabó en español, convirtiéndose en un gran éxito en América Latina.
Desde el principio, Bjorn Ulvaeus dice que la banda tenía claro para qué querían que se usaran las regalías.
“Creo que lo más urgente que se puede hacer en este mundo es empoderar a las mujeres jóvenes y las niñas. Eso cambiaría nuestro mundo”, dijo.
“Es muy triste que haya culturas y religiones en todo el mundo que simplemente no les dan a las niñas las mismas oportunidades. Entonces, desde el principio le dijimos a Unicef, ahí es donde queremos que vaya nuestro dinero”.
El proyecto
En un salón lleno de eco en el pueblo de La Tinta en Alta Verapaz, la región más pobre de Guatemala, un grupo de niñas indígenas interpretan su propia versión de “Chiquitita”, traducida a su lengua nativa maya, Q’eqchi’.
Las niñas en edad de primaria asisten a talleres de salud y autoestima de la Asociación de Amigos del Desarrollo y la Paz (ADP), una de las ONG más antiguas de Guatemala, financiados con los fondos de la canción de Abba.
En la nación centroamericana, hay una falta crónica de educación en salud sexual, especialmente en las comunidades indígenas empobrecidas.
El año pasado, 346 niñas de 14 años e incluso menores tuvieron bebés en Alta Verapaz.
Muchas otras menores de 16 años también tenían hijos.
Una de ellas era Emma, aunque ese no es su verdadero nombre.
Mientras acuna a su bebé de seis meses, Emma practica ejercicios de respiración con uno de los psicólogos de ADP.
Víctima de abuso doméstico y violación, ha recibido apoyo en prevención de violencia y autonomía corporal del ADP, así como ayuda para la lactancia.
Hablando conmigo en q’eqchi a través de un traductor, Emma me cuenta que la terapia familiar que recibió junto a sus padres y el apoyo emocional la han ayudado a sobrellevar un comienzo violento y forzado de la maternidad.
“He aprendido mucho sobre el control emocional”, explicó.
“Me siento más fuerte y más segura de mí misma. Y estoy aprendiendo a cuidar a mi bebé”, dijo, con el rostro del niño cubierto por el chal de su madre.
La historia de Emma es común en Alta Verapaz.
Tan común, de hecho, que su hermana menor también es madre adolescente por abuso sexual.
“El machismo está entretejido en la cultura maya”, dijo Leslie Pau Soto, una de las psicólogas infantiles de la ADP.
“Aquí se produce cardamomo, café, cacao, maíz y frijol, y se valora mucho la fuerza física de los hombres mientras que las mujeres son minimizadas y restringidas al hogar”.
Sumisión a los hombres
Por lo general, a las mujeres no se les permite estudiar, contó Soto, y aquellas mujeres que lo intentan son estigmatizadas.
Las mujeres están “siempre controladas y obedecen a lo que los hombres quieren”, agregó, hasta que los hombres logran el dominio total sobre ellas.
La administración del presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, ha sido acusada por sus críticos de fallar a las víctimas de violencia doméstica y violación.
La impunidad es generalizada: solo uno o dos casos de cada cien dan como resultado que el perpetrador sea procesado o sentenciado con éxito.
En Alta Verapaz, el estado ha designado un solo psicólogo de atención a víctimas para una población de varios cientos de miles de personas.
En los 43 años transcurridos desde su lanzamiento, las regalías de “Chiquitita” se han utilizado para abordar algunos de los problemas más complejos que afectan a Centroamérica.
Desde la pobreza extrema y una cultura generacional de machismo hasta la violencia doméstica y la violación.
Incluso el abuso del alcohol entre las comunidades indígenas marginadas.
En el camino, también ha beneficiado a innumerables “chiquititas”, como Marta y Emma, con un apoyo significativo en su lengua materna.
Antes de viajar a Guatemala, le pregunté a Bjorn Ulvaeus si esperaba que la canción tuviera un legado tan perdurable cuando la escribió.
“¡Nunca pensamos en la longevidad!”, rió.
“Pensamos ‘Bueno, ¡espero que sea un éxito y se reproduzca mucho!’
“Ni en mis sueños más locos podría haber esperado que el éxito fuera tan duradero y generara tanto dinero”.
“Es el mejor legado que cualquiera podría dejar”.
BBC
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