La desaceleración económica global, provocada por factores como la guerra en Ucrania o la aún lenta recuperación pospandemia, causará que el empleo mundial crezca solo un 1% en 2023, vaticina un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Ello supondrá un considerable freno tras el crecimiento del 2,3% que se produjo en 2022, y la situación no parece que vaya a mejorar ostensiblemente en 2024, año para el que la OIT prevé un aumento de los puestos de trabajo mundiales de solo el 1,1%.
Por otro lado, el paro global, tras dos años de descensos, crecerá un 1,4% (o tres millones de personas), por lo que el número de desempleados se elevará a 208 millones, según el mismo informe.
Una cifra que sigue estando por encima de la era anterior a la pandemia (192 millones) y cuyo aumento, según el organismo, se deberá en gran medida a la escasa oferta de puestos de trabajo en los países desarrollados.
Por regiones, el informe calcula que el aumento del empleo será algo mayor en África y Oriente Medio que la media mundial (3%) y se aproximará al promedio del 1% en Asia-Pacífico y Latinoamérica, pero será prácticamente nulo en Norteamérica y negativo en Europa, la región más perjudicada por los efectos del conflicto ucraniano.
“Es probable que la actual desaceleración económica mundial obligue a más trabajadores a aceptar empleos de menor calidad, mal pagados y carentes de seguridad laboral y protección social, acentuando las desigualdades exacerbadas por la crisis del Covid-19”, advierte la OIT en esta investigación.
Primera estanflación desde los años 70
La centenaria organización subraya que el mundo vive la primera situación generalizada en medio siglo de estanflación (inflación elevada unida a un bajo crecimiento económico).
En este contexto, “el menor ritmo de aumento del empleo a escala mundial significa que las pérdidas ocasionadas durante la crisis de Covid, probablemente no se compensen antes de 2025”, previó el coordinador del informe Richard Samans, director del Departamento de Investigaciones de la OIT.
Dado que los precios están subiendo a un ritmo más alto que los salarios, en un marco de fuerte inflación de alimentos y materias primas, la OIT teme además que aumente el número de trabajadores por debajo del umbral de la pobreza (1,9 dólares de ingresos diarios), actualmente unos 214 millones (un 6,4% del total).
El informe señala además que junto a los más de 200 millones de desempleados otros 268 millones de personas quieren trabajar pero no pueden, por lo que la brecha laboral mundial según OIT se elevó a 473 millones en 2022, 33 millones más que antes de la pandemia y el equivalente al 12,3% de la población activa (15% en mujeres).
La organización advierte además del mantenimiento de la brecha laboral de género, en un mundo donde por cada hombre sin trabajar en edad activa hay dos mujeres, y del impacto de la policrisis actual en los más jóvenes, ya que un 23,5% de ellos son “ninis” (no estudian, trabajan ni están en programas de formación).
Un 58% de trabajadores son informales
Otras cifras negativas que aporta el informe de la OIT hablan de 2.000 millones de personas empleadas en el sector informal, es decir, sin adecuado acceso a sistemas de protección social, que ni siquiera cubren a la mitad de la población del planeta.
La incidencia del empleo informal se había reducido 5 puntos porcentuales entre 2004 y 2019, pero la pandemia ha reimpulsado este tipo de trabajo más precario.
Por otro lado, la OIT recuerda que 188 millones de personas que trabajan no deberían hacerlo: esto abarca tanto a los 160 millones de víctimas de la explotación infantil, como a los 28 millones sometidos a trabajo forzado.
La organización con sede en Ginebra subraya los desafíos que el empleo global enfrenta, no solo los coyunturales citados previamente, sino otros con alcance futuro quizá mayor como el cambio climático, el envejecimiento de población en los países desarrollados o cambios tecnológicos tales como la inteligencia artificial.
“La superación de todos estos retos requiere que todos colaboremos para facilitar el establecimiento de un nuevo contrato social a escala mundial”, recomienda el director general de la OIT, Gilbert Houngbo.
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