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Latinoamérica consolidó una ‘nueva ola’ de presidentes de izquierda tras los comicios y/o posesiones de 2022 en Chile, Colombia y Brasil que se sumaron a otros triunfos electorales de esa tendencia en los últimos años; mientras al otro lado del Atlántico la ultraderecha abarcó más terreno en los Parlamentos y coaliciones gubernamentales

Combinación de imágenes, en el margen superior de izquierda a derecha: el presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, el mandatario de Chile Gabriel Boric y su homólogo de Colombia, Gustavo Petro. En el margen inferior, de izquierd a derecha: la primera ministra de Italia Giorgia Meloni, el líder del partido ultraderechista Demócratas de Suecia, Jimmie Akesson, y la líder del partido de extrema derecha Agrupación Nacional, la francesa Marine Le Pen.
Combinación de imágenes, en el margen superior de izquierda a derecha: el presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, el mandatario de Chile Gabriel Boric y su homólogo de Colombia, Gustavo Petro. En el margen inferior, de izquierd a derecha: la primera ministra de Italia Giorgia Meloni, el líder del partido ultraderechista Demócratas de Suecia, Jimmie Akesson, y la líder del partido de extrema derecha Agrupación Nacional, la francesa Marine Le Pen. © AFP

Latinoamérica consolidó una ‘nueva ola’ de presidentes de izquierda tras los comicios y/o posesiones de 2022 en Chile, Colombia y Brasil que se sumaron a otros triunfos electorales de esa tendencia en los últimos años; mientras al otro lado del Atlántico la ultraderecha abarcó más terreno en los Parlamentos y coaliciones gubernamentales. Dos espectros políticos distintos, pero que encuentran en común el descontento social. Pobreza, desigualdad, presión migratoria, inflación y efectos derivados de la pandemia, entre otros, han movido las balanzas y reflejan nuevos desafíos.

América Latina se alinea a la izquierda y en Europa se expande la derecha.

En un contexto de descontento social y condiciones económicas adversas, sus electorados han girado a la oposición del ala política que los gobernaba independientemente de su bandera ideológica, coinciden los expertos consultados por France 24 sobre los virajes políticos en ambas regiones.

En el caso latinoamericano, justamente las nuevas dificultades pueden golpear la implementación de las robustas agendas y promesas sociales, sumado a Legislativos, cuyos escaños, contrario a los Ejecutivos elegidos, no se tiñen por completo del mismo color que ondean los mandatarios de turno.

El actual bloque presidencial de izquierda latinoamericana no encara las mismas condiciones que el que surgió a principios de los 2000 y su tendencia no es homogénea. No todo es blanco ni negro, existe una amplia gama de grises en su visión y accionar.

Y de la ejecución de sus promesas de cambio que los llevaron al poder dependerá en gran parte la prolongación de la tendencia o un eventual nuevo giro a un bando contrario.

El hartazgo social, un grito que se tradujo en votos

Si bien no es la primera vez que surge un bloque de presidentes de izquierda en América Latina, sí es la primera vez en la historia que las cinco principales economías de la región: México, Argentina, Chile, Colombia y Brasil estarán simultáneamente gobernadas por mandatarios de ese espectro político. Y no es coincidencia que estas naciones cambiaran de rumbo político.

Latinoamérica llega a este panorama tras años de descontento social. “Hay condiciones estructurales que favorecen los proyectos de izquierda en la región: la tremenda desigualdad social que existe en América Latina y la prevalencia de la pobreza. En condiciones como estas, un discurso de izquierda encuentra terreno fértil para germinar”, asegura a France 24 Brenda Estefan, analista internacional y ex representante de la Secretaría de Gobernación en la Embajada de México en Estados Unidos.

Archivo-Un manifestante participa en una protesta contra el Gobierno del presidente Sebastián Piñera, en Santiago, Chile, el 13 de diciembre de 2019. La crisis de Chile estalló a mediados de octubre por los aumentos en las tarifas del metro, pero rápidamente se convirtió en el estallido de disturbios sociales más severo desde el final de la dictadura de Augusto Pinochet hace tres décadas.
Archivo-Un manifestante participa en una protesta contra el Gobierno del presidente Sebastián Piñera, en Santiago, Chile, el 13 de diciembre de 2019. La crisis de Chile estalló a mediados de octubre por los aumentos en las tarifas del metro, pero rápidamente se convirtió en el estallido de disturbios sociales más severo desde el final de la dictadura de Augusto Pinochet hace tres décadas. © Martín Bernetti / AFP

Chile y Colombia reflejaron un notorio cambio en sus Ejecutivos luego de ser sacudidas por un aluvión de protestas en las calles, cuyo denominador común fue el hartazgo de los ciudadanos frente a asuntos como la inequidad social, el alto costo de vida, la necesidad de democratizar la salud y la educación, así como la exigencia de atender el cambio climático y las minorías indígenas, entre otras carencias. Un rechazo generalizado a la clase política gobernante, que reclamó cambios.

Gabriel Boric, un exlíder del llamado estallido social que surgió en Chile en 2019, ascendió a la Presidencia -el pasado marzo tras las elecciones de 202-, no solo como la persona más joven jamás antes vista en ese cargo en su país, sino como la respuesta en las urnas del electorado tras el Gobierno de centro-derecha de Sebastián Piñera y de años acumulados de inconformismo en la que fue considerada la economía más estable de América Latina.

Colombia vivió un hito similar el pasado junio cuando eligió por primera vez en toda su historia a un mandatario de izquierda, Gustavo Petro. Lo hizo tras una reñida contienda frente a Rodolfo Hernández, un magnate de la construcción y exalcalde de la ciudad de Bucaramanga, al noreste del país. Dos opciones que clasificaron a la segunda vuelta, dejando por fuera a la derecha tradicional y reflejando el grito por un cambio.

Petro supo resonar con el malestar social para llegar a la Casa de Nariño, tras ofrecer una alternativa centrada en los problemas que sacuden a la población de uno de los países más desiguales del mundo.

“La coyuntura que se vivió particularmente durante la pandemia generó la necesidad de hacer un cambio en la forma de manejar los países, ahí hay una respuesta generalizada de por qué los gobiernos de izquierda llegan a las economías más importantes de la región”, afirma el experto en Gobierno y Relaciones Internacionales Rafael Piñeros.

En esta foto de archivo tomada el 28 de abril de 2021, manifestantes chocan con la policía antidisturbios durante una protesta contra un proyecto de ley de reforma tributaria lanzado por el presidente colombiano Iván Duque, en Bogotá. Colombia marca el 28 de mayo de 2021 un mes completo de protestas contra el gobierno. Los observadores internacionales temen que el final no esté a la vista.
En esta foto de archivo tomada el 28 de abril de 2021, manifestantes chocan con la policía antidisturbios durante una protesta contra un proyecto de ley de reforma tributaria lanzado por el presidente colombiano Iván Duque, en Bogotá. Colombia marca el 28 de mayo de 2021 un mes completo de protestas contra el gobierno. Los observadores internacionales temen que el final no esté a la vista. © Juan Barreto / AFP

Otro elemento, añade, es que derivado de la crisis sanitaria, “la protesta de la crítica social y el aumento de la desigualdad en casi todos los países de la región latinoamericana fue una constante y eso generó la necesidad de políticas más redistributivas que centraran su discurso y su mensaje en disminuir la brecha entre ricos y pobres, reducir el número de personas que se encuentran en la pobreza en América Latina que es significativamente alto”.

En el caso mexicano, Andrés Manuel López Obrador se convirtió en 2018 en el primer presidente de izquierda elegido democráticamente, en medio de llamados urgentes a solventar una inseguridad agobiante, la corrupción enquistada y la violencia derivada del narcotráfico, además de fuertes demandas sociales.

Argentina regresó a la izquierda en 2019. Después de un periodo del derechista y empresario Mauricio Macri, su popular antecesora, Cristina Fernández de Kirshner, retornó al Ejecutivo, esta vez como vicepresidenta y de la mano de Alberto Fernández. Un viraje que esperó mucho menos tiempo que otras naciones de la región y en el contexto de una fuerte inflación y crisis económica que, sin embargo, sus adversarios atribuyen a décadas de Gobierno de Cristina Fernández y su fallecido esposo Nestor Kirchner.

Por otra parte, y aunque no es una de las principales economías del hemisferio, Honduras también se inclinó a la izquierda con Xiomara Castro, en enero de 2022, luego de dos periodos de Juan Orlando Hernández, un político de derecha, hoy detenido en Estados Unidos, acusado de narcotráfico.

En este panorama se destaca el viraje de Ecuador, un país que se encontraba dirigido por el izquierdista Lenin Moreno y giró a la derecha en 2021 con Guillermo Lasso. Escenario que confirma un voto de inconformismo frente a años, y en algunos casos décadas, de Gobiernos que no dieron una respuesta satisfactoria a las sociedades, más allá de la consolidación de una ideología.

Una ‘ola roja’ no tan roja

Los analistas coinciden en la enorme distinción entre los tipos de izquierdas que actualmente conviven en la región. “Solemos ponerlos en una sola canasta y decir que América Latina se pintó de rojo, pero entre estos proyectos de Gobierno y líderes hay enormes diferencias”, apunta Estefan.

En el marco de esos contrastes, Latinoamérica abarca naciones con Gobiernos que van desde una izquierda social-demócrata, similar a la de países de Europa, con una agenda que incorpora libertades sociales y en la que la defensa del medio ambiente es fuerte como es el caso de Boric en Chile y Petro en Colombia, pero no en la agenda del presidente mexicano López Obrador ni en la de Luis Arce en Bolivia, explica la experta.

Mapa que señala el espectro político en América Latina donde aumentan los Ejecutivos de izquierda, frente a los derecha/centro derecha y centro.
Mapa que señala el espectro político en América Latina donde aumentan los Ejecutivos de izquierda, frente a los derecha/centro derecha y centro. © France 24

La región atraviesa también por el proyecto de izquierda democrática que busca consensos en una amplia coalición de Gobierno como ocurre con el recién elegido Luiz Inácio ‘Lula’ Da Silva que volverá al Palacio do Planalto en enero de 2023, tras gobernar Brasil en la primera década de los 2000.

“De hecho, para llegar al poder (‘Lula’) creó una coalición de nueve partidos políticos, la coalición más amplia que se haya visto en la historia política de Brasil que incluye partidos de centro-derecha”, destaca la también ex representante de la Secretaría de Gobernación en la Embajada de México en Estados Unidos.

En el otro extremo se encuentran las Administraciones de una izquierda más radical que según indica Brenda Estefan “han derivado en dictaduras”. “Las dictaduras pueden ser tanto de izquierda como de derecha. En el caso latinoamericano claramente son Nicaragua, Venezuela y Cuba (…) Es una izquierda más populista, que tiende al extremo, que busca poner al que piensa diferente como el enemigo”, agrega.

Parte de esas posturas también están reflejadas en las políticas progresistas que defienden los representantes del nuevo bloque de izquierdas e influyeron en los resultados de las elecciones: feminismo, ecología, derechos de la comunidad LGBTIQ+ y de los colectivos indígenas, entre otros, concuerdan los especialistas.

No obstante, son asuntos que no todos los líderes de izquierda actualmente en los Ejecutivos latinoamericanos defienden. “No necesariamente todos están comprometidos con la causa LGBTIQ+ o la defensa de los derechos de las mujeres. En el caso mexicano, el Gobierno ve a los grupos feministas como una amenaza hacia su Gobierno y no como un aliado”, contrasta Estefan.

Gustavo Petro, Gabriel Boric, Xiomara Castro y Andrés Manuel López Obrador representan diferentes modelos de los nuevos gobiernos de izquierda que surgen en América Latina.
Gustavo Petro, Gabriel Boric, Xiomara Castro y Andrés Manuel López Obrador representan diferentes modelos de los nuevos gobiernos de izquierda que surgen en América Latina. © Reuters / AFP

Piñeros destaca que entre los elegidos para dirigir las cinco principales economías de la región no hay reformas radicales que atenten contra el orden institucional y democrático, si no que buscan generar acuerdos a nivel interno.

“Sí hay un cambio de discurso en cuanto a los grupos poblacionales que quieren favorecer. Más ambientalista, que favorezca más a las comunidades indígenas, a las minorías, y construir una base social más equitativa (…) Pero no veo todavía una reforma como para llamar a esto una ola roja. Es más bien rosada, con muchos matices, es más bien una serie de reformas de centro, incluso de centro izquierda, pero no hay transformaciones significativas sobre lo que son los Estados hoy en día”, enfatiza el también investigador del Observatorio de Análisis del Sistema Internacional (OASIS), de la Universidad Externado de Colombia.

Gobiernos de izquierda y Congresos con un peso importante en la derecha

La conquista de la izquierda en las Presidencias de Argentina, México, Colombia, Brasil y Chile contrasta con un dominio de los partidos de derecha que las poblaciones eligieron para los Congresos de esos países. ¿Equilibrio de poder o una fórmula contradictoria?

Para Estefan, tras los antecedentes de líderes autócratas y las dictaduras que vivieron algunas naciones en el siglo XX, el electorado impulsa la distribución de la capacidad de poder.

“Buscan muchas veces un contrapeso, creen en el Ejecutivo en alguien más inclinado hacia los vulnerables, pero en el Congreso le ponen un contrapeso para que esto no se convierta en un Gobierno autócrata”, asegura.

Es una dinámica que también intenta ejercer balance entre las regiones y el Gobierno central en la que “el político local ha sabido aprovechar muy bien ese elemento para posicionarse de una forma distinta a como se posiciona a nivel nacional el líder gubernamental”, subraya Piñeros.

Al mismo tiempo, “esa división depende mucho de la manera en que los partidos tienen la capacidad de representar los intereses de la población”, agrega.

Archivo-El presidente de Chile, Gabriel Boric se dirige al país en su primer mensaje anual del Estado de la Nación, en el Congreso, en Valparaíso, Chile, el 1 de junio de 2022.
Archivo-El presidente de Chile, Gabriel Boric se dirige al país en su primer mensaje anual del Estado de la Nación, en el Congreso, en Valparaíso, Chile, el 1 de junio de 2022. © Martín Bernetti/AFP

Tras las elecciones de 2021, los chilenos dejan un Congreso en el que la izquierda bajó su influencia en la Cámara de Diputados y la derecha logró un inédito empate en el Senado. Sin duda representó un difícil margen de maniobra que el actual mandatario ha intentado capotear.

Boric, que llegó al poder apoyado en la coalición de izquierda y centro-izquierda, Apruebo Dignidad, con el tiempo ha ido girando cada vez más al centro e, incluso, tras la derrota en el plebiscito constitucional incluyó parte de la agenda de la derecha.

‘Lula’ también llegará con una amplia coalición para gobernar que acoge a partidos del lado contrario de su ala política.

En Colombia, Petro llegó a la Presidencia con destacadas ganancias de su movimiento El Pacto Histórico, aunque no logró superar en conjunto los escaños de la derecha. Panorama que luego consiguió menguar cuando el pasado septiembre anunció una sólida coalición a la que se sumaron los tradicionales partidos Conservador, Liberal y de la U. El Centro Democrático se mantiene en la oposición, mientras otros se declararon independientes. En síntesis, una señal positiva para aprobar su abanico de reformas e iniciativas.

En Argentina se abrió paso a la extrema derecha, por primera vez desde el regreso a la democracia en 1983, con el partido Libertad Avanza.

En México, el partido oficialista Morena perdió la mayoría absoluta en los comicios de 2021 y la alianza opositora recuperó un notable terreno. “El problema no es la fragmentación, el problema es que hace que el Gobierno sea más difícil de llevar a cabo”, indica Piñeros.

El presidente Pedro Castillo habla ante el congreso para presentar nuevos proyectos de ley y defenderse de las acusaciones de corrupción por las que deberá enfrentar un juicio político, en Lima, Perú, el 15 de marzo de 2022.
El presidente Pedro Castillo habla ante el congreso para presentar nuevos proyectos de ley y defenderse de las acusaciones de corrupción por las que deberá enfrentar un juicio político, en Lima, Perú, el 15 de marzo de 2022. © Reuters/Ernesto Arias

Un escenario mucho más desafiante y particular enmarcó el destituido mandatario de Perú, el izquierdista Pedro Castillo, que ganó las presidenciales en 2021 sin un partido político que lo respaldara en el Congreso, de mayoría de derecha y que finalmente lo removió en la tercera moción de vacancia, con menos de dos años en el cargo.

La Constitución peruana “genera una inestabilidad muy fuerte del Ejecutivo”, indica el experto. “La intención de crear una división de poderes que fuera equitativa e importante generó en el Parlamento un poder muy fácil para sacar al jefe de Gobierno y esa relación entre el Legislativo y el Ejecutivo está causando una inestabilidad muy fuerte. Eventualmente se necesita una reforma constitucional que atienda esa situación. El problema es cómo producirla en un entorno de profunda división entre el Ejecutivo y el Legislativo”, evalúa Piñeros.

¿Cuáles son los principales desafíos?

En Chile, el rechazo al referendo sobre un nuevo texto de la Constitución, una de las principales demandas del estallido social de 2019, afecta fuertemente a la Administración de Boric. Un asunto prioritario en torno al cual deberá generar consensos.

Este reto se suma a la baja en sus índices de favorabilidad, que descendió al 29 % el pasado noviembre, su nivel más bajo en los nueve meses de su Gobierno, después de haber llegado al Palacio de la Moneda con una popularidad del 50%.

En Colombia, la Administración de Gustavo Petro logró aprobar su reforma tributaria con la que espera financiar parte de su ambiciosa agenda social y goza de una popularidad del 50%.

No obstante, funcionarios de carrera diplomática resaltan que el mandatario ha tenido salidas en falso con nombramientos que no reflejan la propuesta que se votó en torno al cambio frente a las prácticas de clientelismo para cargos en embajadas y dentro del Gobierno. Uno de los que causó mayor polémica fue la designación de la ministra de Trabajo, Gloria Ramírez, investigada y posteriormente absuelta en el caso conocido como ‘Farcpolítica’.

Archivo-El presidente de Argentina, Alberto Fernández, participa en una rueda de prensa matutina con su homólogo de México, Andrés Manuel López Obrador, en el Palacio Nacional de Ciudad de México, México, el 23 de febrero de 2021.
Archivo-El presidente de Argentina, Alberto Fernández, participa en una rueda de prensa matutina con su homólogo de México, Andrés Manuel López Obrador, en el Palacio Nacional de Ciudad de México, México, el 23 de febrero de 2021. © EFE/ José Méndez

“Hay tensión y preocupación sobre el tipo de reformas políticas que (el Gobierno de Petro) quiere implementar, especialmente las que tienen una mayor flexibilidad para que congresistas y representantes puedan generar lo que en Colombia se llama la silla giratoria, es decir que puedan transitar más fácilmente del sector privado al sector público y viceversa”, asegura Rafael Piñeros.

Petro también enfrenta una histórica devaluación del peso colombiano frente al dólar, atribuida tanto al aumento en las tasas de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos como a la respuesta de los mercados por el temor a la reducción en las exploraciones y exportaciones de petróleo para cumplir con su programa ambiental, pero paralelamente el principal recurso de exportación del país cafetero.

En México, López Obrador ha ejecutado reformas consideradas por sus críticos como autoritarias por trastocar la independencia de algunas instituciones, entre ellas el Consejo Electoral. Aunque el pasado septiembre, en su cuarto informe de Gobierno, el mandatario declaró que cumplió 94 de 100 compromisos, AMLO afronta críticas por inacción o cumplimiento parcial de muchas de ellas. Entre estas, bajar los salarios a los funcionarios en altos cargos públicos y subirlos a sindicalizados que ganan menos de 1.000 dólares. Todo en medio de altas tasas de violencia generalizada, feminicidios y los efectos del narcotráfico.

En Argentina, la Administración de Alberto Fernández se ve sacudida por la condena de seis años de cárcel e inhabilitación para ejercer cargos públicos, emitida contra su vicepresidenta por cargos de corrupción el pasado 6 de diciembre.

La nación también sigue estremecida por la inflación galopante que aumenta a la par con la pobreza y la desigualdad.

El presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, durante una ceremonia para recibir la confirmación de su victoria en las recientes elecciones presidenciales, en Brasilia, Brasil, el 12 de diciembre de 2022.
El presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, durante una ceremonia para recibir la confirmación de su victoria en las recientes elecciones presidenciales, en Brasilia, Brasil, el 12 de diciembre de 2022. © Reuters

En Brasil, ‘Lula’ se posesionará el próximo enero, pero sus recientes nombramientos para los Ministerios de Hacienda y Exteriores generan confianza, mientras se alista para encarar una vez más el complejo desafío de reducir la pobreza. Una tarea que ejerció de forma fructífera en su anterior Administración y que ahora deberá asumir en un escenario distinto.

Pese a los contextos particulares de cada país, los expertos coinciden en que los actuales jefes de Estado de izquierda enfrentan mayores desventajas que los de inicios del siglo XXI, cuando el ciclo económico era sólido, derivado de los precios favorables de las materias primas. El contexto financiero hará más difícil echar a andar programas sociales, subraya Estefan.

“Lo veremos, por ejemplo, en el caso de ‘Lula’. Él tiene el programa de Gobierno, Bolsa Familia que quiere revivir, pero habrá que ver con qué poder lo puede hacer y con qué fuerza dado el contexto actual”, puntualiza la experta.

Piñeros resalta que si bien las finanzas golpean el cumplimiento de programas sociales clave, existen otras variantes de gran peso en la región a la hora de evaluar los gobiernos y direccionar el voto futuro de la población, entre ellos la lucha contra la corrupción.

Con la mayoría de estas Administraciones aún en la primera parte de mandato, todavía es incierto si lograrán extender la favorabilidad por esta tendencia política o si el péndulo volverá a moverse al lado contrario.

Europa: así se expande la extrema derecha por la UE

Al otro lado del Atlántico, la balanza se inclina hacia el sentido contrario de la mayoría de Ejecutivos de América Latina. La mayor preocupación es el auge de la extrema derecha en los Parlamentos y en algunos casos en las coaliciones de Gobierno.

Polonia, Hungría e Italia son ahora mismo las tres naciones de la Unión Europea (UE) gobernadas por la ultraderecha tras el triunfo, el pasado septiembre, de la alianza política de Giorgia Meloni, que marcó el retorno del radicalismo de esa ala política desde la época del dictador Benito Mussolini.

Combinación de imágenes, de izquierda a derecha: la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, el primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, y el primer ministro de Hungría, Viktor Orban.
Combinación de imágenes, de izquierda a derecha: la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, el primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, y el primer ministro de Hungría, Viktor Orban. © AFP

En Polonia, gobiernan los dos partidos ultraconservadores Ley y Justicia, presididos por el primer ministro Mateusz Morawiecki, desde 2017.

Hungría, desde hace 12 años, permanece bajo la Administración del ultraderechista Viktor Orban, señalado por la Unión Europea por su agenda autoritaria.

Pero con cada elección el apoyo para la derecha radical aumenta y sus postulados se cuelan en los Parlamentos, independientemente de si sus Gobiernos están liderados o no por políticos y partidos de centro o de izquierda.

Aparte de las tres naciones donde gobierna, actualmente la ultraderecha está presente, ya sea como socio de coalición o como una fuerza representativa, en los Legislativos de Francia, Suecia, Alemania, Dinamarca, España, Portugal, Estonia, Letonia, Eslovaquia, Bélgica, Austria, Suiza, Finlandia, Eslovenia, Croacia, Rumania y Países Bajos.

Mapa que señala la expansión de los partidos políticos de ultraderecha en los Legislativos de casi todos los países de la Unión Europea y las tres naciones en las que gobiernan: Italia, Polonia y Hungría.
Mapa que señala la expansión de los partidos políticos de ultraderecha en los Legislativos de casi todos los países de la Unión Europea y las tres naciones en las que gobiernan: Italia, Polonia y Hungría. © France24

Con menor representación, pero en todo caso presente, el ala radical derechista se ubica en los Parlamentos de Grecia, Bulgaria, Chipre, Luxemburgo y República Checa, este último administrado por la centro-derecha.

Sin ningún diputado de esta línea política están Lituania, Malta e Irlanda. Son por el momento las excepciones a este ascenso cada vez más fuerte en el bloque de 27 países.

Con estos movimientos el ‘cordón sanitario’ en Europa -metáfora que surgió en Francia en los 80’s y se refiere al acuerdo entre partidos de izquierda, centro y centro-derecha para no pactar con la ultraderecha- se va difuminando cada vez más.

Antimigración, nacionalismos y economía, entre el discurso de la ultraderecha en la UE

Muchos de los avances de la extrema derecha en el Viejo Continente se catapultaron en los comicios parlamentarios que tuvieron lugar este 2022. En algunas naciones alcanzaron cuotas parlamentarias que hace una década parecían imposibles de lograr.

El partido Demócratas de Suecia (DS) se convirtió el pasado septiembre en la segunda fuerza política más votada de la nación nórdica, con 73 escaños. En Francia, Agrupación Nacional, de la líder francesa Marine Le Pen, logró un resultado histórico al formar grupo propio en la Asamblea Nacional con 89 diputados. En Portugal, el partido ultraconservador Chega escaló a tercera bancada política en el Legislativo, luego de los comicios del pasado enero.

Los analistas recuerdan que con un discurso antiinmigración y abiertamente opuesto a la presencia de musulmanes en el territorio europeo, el populista partido de ultraderecha sueco desplazó a la oposición conservadora tradicional, al obtener más del 20% de los votos.

Aunque tras las negociaciones la agrupación antieuropeista de Jimmie Akesson no entró en el Ejecutivo de coalición, sí apoyó el pacto de Gobierno y su ascenso en el Legislativo marcó el fin de una era para un país considerado bastión de una sociedad igualitaria y defensor de los derechos de las minorías.

Archivo-La líder del partido francés de extrema derecha Agrupación Nacional y excandidata a la Presidencia, Marine Le Pen, saluda a sus seguidores después de pronunciar un discurso en su sede parlamentaria en Henin-Beaumont, norte de Francia, el 11 de septiembre de 2022.
Archivo-La líder del partido francés de extrema derecha Agrupación Nacional y excandidata a la Presidencia, Marine Le Pen, saluda a sus seguidores después de pronunciar un discurso en su sede parlamentaria en Henin-Beaumont, norte de Francia, el 11 de septiembre de 2022. © Sameer Al-Doumy/AFP

Pese a que la situación es distinta en cada país, la retórica antimigratoria que atribuye a los extranjeros los cambios sociales y económicos negativos está en la columna vertebral del discurso de los distintos partidos de la derecha radical.

Se puede observar en DS de Suecia, en Agrupación Nacional de Le Pen, el extremista Alternativa para Alemania (AfD), quinta fuerza en el Legislativo tras los comicios de 2021, o en Vox, que irrumpió como la tercera fuerza en el Congreso de los Diputados en España tras las elecciones de 2019.

“La migración en las grandes ciudades europeas ha sido bien asimilada y tiene un elemento multicultural que se ha adaptado, pero en las poblaciones rurales o más alejadas de las grandes ciudades hay una reticencia a lo diferente, a la multiculturalidad, a que venga alguien de otra religión, cultura, raza y en ese sentido el discurso antiinmigrante encuentra tierra fértil ante el temor que tienen muchas veces por desconocimiento”, señala la analista internacional Brenda Estefan.

La experta resalta que, aunque aparentemente distintos, los radicalismos de derecha o izquierda comparten elementos en común “los extremos se tocan”, asegura. “Si analizamos un discurso de Marine Le Pen y uno de un líder populista de América Latina tienen en común el discurso contra el otro, el somos diferentes, antisistema. Tienen frases cortas que conectan con la mayoría ciudadana con un lenguaje sencillo que busca mover emociones y apelar a aquello que le duele a la población”.

Y es que en un contexto de embate económico, los nacionalismos logran calar en parte del electorado cuando perciben que sus necesidades no están siendo atendidas y los extremismos logran aprovecharlo para sus propios fines. Si bien actualmente el continente atraviesa por complejidades en medio de la guerra rusa en Ucrania y sus respectivos efectos en los altos costos de los carburantes y la inflación, Europa ya ha vivido otras crisis y sus efectos en el voto por descontento social.

“No es nuevo, después de la crisis del euro del 2010 también sucedió. Entonces uno puede ver cómo estas situaciones de crisis profunda generan una situación en la que se buscan salidas para solventar los problemas generados de crisis políticas, económicas o socio culturales”, remarca Piñeros.

Archivo-El líder del partido Demócratas de Suecia, Jimmie Akesson, da un discurso durante la vigilancia electoral del partido, en el Elite Hotel Marina Tower, en Nacka, cerca a Estocolmo, Suecia, el domingo 11 de septiembre de 2022.
Archivo-El líder del partido Demócratas de Suecia, Jimmie Akesson, da un discurso durante la vigilancia electoral del partido, en el Elite Hotel Marina Tower, en Nacka, cerca a Estocolmo, Suecia, el domingo 11 de septiembre de 2022. © Stefan Jerrevång/TT News Agency/Vía AP

En los últimos años, la región también ha atravesado por otros embates que generaron rechazo hacia fuerzas políticas predominantes, lo que benefició el impulso de las alas opuestas. “Los problemas derivados de la pandemia, que especialmente en el caso europeo trajo afectaciones serias al inicio en términos logísticos para atender a la población, recordemos que Italia fue uno de los primeros focos gravísimos del Covid-19. Eso generó un rechazo muy profundo sobre las élites generales y la Unión Europea en general”, afirma el experto.

En este sentido, el investigador enfatiza que aunque el fenómeno ya había comenzado hace años su ascenso, ahora es innegable y “lo explican las necesidades alrededor de compaginar los intereses de la Unión Europea con los Gobiernos nacionales y entender las particularidades más locales”.

Tradicionalmente, en países como Francia y Alemania, entre otros, hay consensos para aplicar dos estrategias que frenen el alcance del ala más extrema de la derecha: la instauración del ‘cordón sanitario’ para que no entre en las coaliciones de Gobierno, justamente lo que ayudó a frenar la inclusión de los DS de Suecia este año en el Ejecutivo, o incluir a sus formaciones para controlarlas, pero en los últimos años los radicales han sabido abrirse paso.

¿Amenaza la ultraderecha a las políticas de la Unión Europea?

Estefan responde que si bien esa ala extrema “tiene mayor influencia en la toma de decisiones públicas”, aún no es dominante en todos los Gobiernos de la región. No estarían entonces en riesgo las iniciativas de la UE “en tanto no tengan el control”, indica.

Destaca que incluso en casos como Italia, uno de los tres países de la Unión Europea donde la ultraderecha es la mayoría absoluta del Gobierno, su primera ministra Giorgia Meloni ha matizado el discurso radical frente a asuntos que ocupan la primera línea de la agenda del bloque.

“A pesar de venir de extrema derecha en temas como Ucrania ha sido clara en que continuará el apoyo de Roma y más que europeísta apoya a Bruselas y no va a cambiar”, afirma.

Piñeros concuerda con que “de momento sigue habiendo un apoyo importante hacia la institucionalidad europea en la mayoría de países de la región”.

La nueva Primera Ministra de Italia, Giorgia Meloni, se dirige al Parlamento, antes de una votación de confianza en el palacio de Montecitirio, en Roma, el 25 de octubre de 2022. La nueva Primera Ministra italiana, Giorgia Meloni, expone su programa de gobierno el 25 de octubre de 2022.
La nueva Primera Ministra de Italia, Giorgia Meloni, se dirige al Parlamento, antes de una votación de confianza en el palacio de Montecitirio, en Roma, el 25 de octubre de 2022. La nueva Primera Ministra italiana, Giorgia Meloni, expone su programa de gobierno el 25 de octubre de 2022. © Filippo Monteforte/AFP

Conocedora de la repercusión de sus palabras más allá de las fronteras italianas, luego de recibir el encargo de formar la Administración, Meloni mostró un giro al señalar que abandonaría el euroescepticismo para dar pasos progresivos hacia la senda del europeísmo y defendió “el derecho de asilo de quienes huyen de guerras y persecuciones”.

Lo ratificó el pasado octubre cuando expuso su programa gubernamental ante la Cámara de Diputados y el Senado. Algunos de sus críticos señalaron la aparente conveniencia del momento de sus declaraciones, a solo dos meses de la aprobación del presupuesto nacional, que también debe ser avalado por Bruselas como ocurre con los de todos los miembros de la UE.

Pero el analista enfatiza que más allá de las finanzas tanto en Italia como en otras naciones de la UE, también se ha tejido “una construcción social e identitaria” sobre un frente unido. Incluido “el hecho de que la gente se pueda mover libremente por el territorio, que pueda estudiar, trabajar, lo que hace que haya otras ventajas importantes, no solo económicas, sino más de construcción social. Una construcción colectiva, en la cual ha habido una intención de mantenerse unidos y eso es significativamente importante”, declara.

En este sentido, el experto en Gobierno y Relaciones Internacionales considera que la UE ha sabido encarar “de manera positiva desafíos como la salida del Reino Unido, eso no implicó que ningún país quisiera formalmente salirse pese a algunos discursos que han sido rechazados por el pueblo”.

El primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, pronuncia un discurso durante un debate sobre el desafío de su país a la supremacía de las leyes de la Unión Europea (UE). En el Parlamento Europeo, en Estrasburgo, Francia, el 19 de octubre de 2021.
El primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, pronuncia un discurso durante un debate sobre el desafío de su país a la supremacía de las leyes de la Unión Europea (UE). En el Parlamento Europeo, en Estrasburgo, Francia, el 19 de octubre de 2021. © Reuters/Ronald Wittek

En todo caso, los analistas coinciden en que se prevé un crecimiento de la ultraderecha en la política europea, pero este también dependerá del manejo de las actuales administraciones frente a temas sensibles como migración y desempleo.

“La derecha, como le pasa a la izquierda, se fortalece o debilita en la medida en que responda o no responda a las necesidades de la población”, remarca Piñeros.

Mientras Europa y América Latina atraviesan por una situación de crisis a varios niveles, los nuevos llegados al poder sientan las bases para lo que serán sus mandatos en los próximos años. De la capacidad que tengan de responder a sus votantes dependerá su futura trayectoria.

France 24

Sergio David Pérez Montañez
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