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Jue. Nov 21st, 2024
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Este inusual meteorito contiene isótopos de hidrógeno similares al agua existente en la Tierra y también aminoácidos que son la base para el ADN.

Científicos del Museo Natural de Historia del Reino Unido han concluido que un inusual meteorito que cayó en febrero de 2021 en la ciudad británica de Winchcombe, en Gloucestershire, contiene ingredientes elementales para la vida, entre ellos aminoácidos, carbono, nitrógeno e isótopos de hidrógeno similares a los que existen en los océanos de la Tierra.

“La composición de su agua, basada en los isótopos de hidrógeno, es muy similar a la que se ve en los océanos de la Tierra, mientras que los aminoácidos, que se utilizan para construir el ADN, también se encuentran en su interior”, sostuvo en un comunicado la Dra. Ashley King, experta en meteoritos y coautora del estudio que describe el hallazgo, publicado en la revista Science Advances.

Además, como el meteorito fue obtenido en un estado muy prístino, ya que se recogió a pocas horas de su colisión, los autores del estudio sostienen la teoría de que los meteoritos pudieron traer moléculas importantes a la Tierra y así sentar las condiciones para que se origine la vida.

Los científicos que han analizado este meteorito, del tipo condrita carbonácea, sostienen que la vida en la Tierra pudo haber surgido a partir de elementos traídos desde el espacio. Foto: Natural History Museum
Los científicos que han analizado este meteorito, del tipo condrita carbonácea, sostienen que la vida en la Tierra pudo haber surgido a partir de elementos traídos desde el espacio. Foto: Natural History Museum

El origen del meteorito Winchcombe

El meteorito Winchcombe pertenece a un tipo muy especial conocido como condrita carbonácea. Son los meteoritos más primitivos que existen, ya que todavía contienen todos los materiales que estuvieron durante la formación del sistema solar hace unos 4.600 millones de años.

Se cree que formó parte un asteroide más grande que orbitaba entre Marte y Júpiter (a una distancia superior a los 300 millones de kilómetros del planeta azul), pero que se desintegró cuando otro cuerpo del Cinturón de Asteroides colisionó con él hace 300.000 años.

Desde entonces, el fragmento, que habría sido inicialmente de 30 kilogramos, estuvo viajando en una órbita elíptica alrededor del Sol, por momentos más cerca y otras veces más lejos de la estrella. Dicha trayectoria fue así hasta que coincidió con la órbita terrestre el 28 de febrero de 2021.

Mientras la roca espacial atravesaba la atmósfera, la mayor parte de su masa se desintegró, por lo que solo se pudo recuperar 0,5 kilogramos del meteorito dispersos en distintos fragmentos.

“El hecho de que cayera en una noche muy clara, y en una zona vigilada por cámaras, nos permitió localizarlo rápidamente. También fue una semana seca, lo que aseguró que pudiera empaquetarse rápidamente sin que la atmósfera de la Tierra lo alterara demasiado”, señaló Ashley, quien por entonces calificó el descubrimiento como “un sueño hecho realidad”.

El equipo de científicos del Museo de Historia Natural del Reino Unido recolectó los fragmentos del meteorito, que en total tuvo un peso de 0,5 kilogramos. Foto: Mira Ihasz / Spire Global Universidad de Glasgow
El equipo de científicos del Museo de Historia Natural del Reino Unido recolectó los fragmentos del meteorito, que en total tuvo un peso de 0,5 kilogramos. Foto: Mira Ihasz / Spire Global Universidad de Glasgow

Su misteriosa composición química

En los últimos 18 meses, los científicos han estudiado la composición química del meteorito Winchcombe. Así han descubierto que, si bien no contiene evidencia de vida, sí alberga moléculas orgánicas (lípidos y ácidos grasos), metales (hierro, titanio y aluminio), gases nobles (neón) e hidrocarburos.

Asimismo, posee filosilicatos y minerales ricos en arcilla, materiales que los astrónomos buscan en Marte como candidatos potenciales de albergar materia orgánica.

Saber qué contienen meteoritos como Winchcombe permite a los investigadores investigar el cinturón de asteroides sin necesidad de enviar naves robóticas para tomar muestras directamente, como las misiones OSIRIS-REx de la NASA o Hayabusa2 de la Agencia Japonesa de Exploración Espacial (JAXA).

LA REPUBLICA

 


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