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Mar. Nov 5th, 2024
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Se acerca el final del 2022 y aún estamos atravesando la pandemia del SARS-CoV-2, aunque cabe resaltar que el escenario ahora es totalmente distinto al que nos tocaba vivir en el 2020.

En la actualidad, las vacunas siguen disponibles para toda la población en varias partes del mundo y los científicos continúan reportando todos los cambios o mutaciones que el virus va adquiriendo. Actualmente, circulan subvariantes de Ómicron, y aunque el aumento del número de casos ocurre por periodos, ninguna de las subvariantes ha sido considerada de preocupación.

Mucha gente aún no se ha infectado con el nuevo coronavirus a pesar de las grandes olas y la alta transmisión que tuvimos meses anteriores. Es probable que algunos de ellos lo hicieron y fueron asintomáticos y otros simplemente no se han infectado.

En mi caso, luego de casi dos años de esquivar la infección, finalmente me he infectado, y a continuación relataré cuál fue mi situación, recordando siempre que cada persona es diferente y la infección por el mismo virus puede presentarse de distintas maneras.

Para poner en contexto, entro en la categoría de adulto joven, sin enfermedad de base. He recibido las dos dosis de la vacuna y solo una dosis de refuerzo; esto debido a que, en Inglaterra, la segunda dosis de refuerzo, o también llamada cuarta dosis, no está disponible para toda la población. Las personas de la tercera edad y las que pertenecen al grupo de riesgo, son las que son llamadas a recibir esta dosis.

Una de las características de las subvariantes de Ómicron, es la rapidez con la que avanzan los síntomas. Fue exactamente lo que me tocó vivir a mí. Los síntomas comenzaron a aparecer dos días después de la probable fecha de infección.

Un evento llamativo fue que, en cuestión de horas, los síntomas fueron agravándose, tanto así que tuve que retirarme del trabajo al medio día, siendo que temprano en la mañana no había ninguna sospecha de síntomas.

Tuve todos los síntomas reportados en la variante Ómicron, entre ellos, dolor de cuerpo, dolor de cabeza, incomodidad ante la luz, pérdida del gusto y el olfato, dolor de garganta, tos, diarrea y fiebre. Claro que los síntomas no aparecieron todos al mismo tiempo, fueron apareciendo a lo largo de los 10 días durante los cuales mi test de antígeno dio positivo.

Los tres peores síntomas dentro de las 12 primeras horas fueron el dolor de cuerpo, el dolor de cabeza y la incomodidad ante la luz. Debido a que esos síntomas eran muy fuertes, me comuniqué con un clínico, quien me atendió por teléfono.

El médico señaló que mandaría una ambulancia si el dolor de cabeza se hace muy fuerte y es constante o si me dolían los ojos al mirar directamente a una fuente de luz. Es importante resaltar que esos dos síntomas son síntomas de alarma y que, si una persona los presenta, debe llamar a su médico.

Luego de 12 horas, los dos peores síntomas (el dolor de cuerpo y el dolor de cabeza) comenzaban a aminorar. Ya podía levantarme para comer algo y la fiebre, que tenía horas antes, iba disminuyendo. En ese momento, ya la pérdida del olfato y el gusto estaba instalada.

Los siguientes dos días fueron de mucho cansancio, en los que la tos y el dolor de garganta estuvieron presentes. Finalmente, el día 11 mi test de antígeno dio negativo y pude volver al trabajo.

La recomendación del médico para enfrentar a la COVID-19 fue ingerir mucho líquido, paracetamol y/o ibuprofeno para los dolores y la fiebre, y reposar para darle tiempo al cuerpo para que pelee contra el virus. Fueron solamente dos días en los que los síntomas fueron muy fuertes, los cuales afortunadamente pude combatir desde la casa.

Todavía son varias las personas que no se ha infectado con el nuevo coronavirus; debido a eso, quise compartir mi experiencia con la enfermedad y el proceso de recuperación. Recordando que las formas de manifestarse el virus en las personas varían en gran medida y a consecuencia diversos factores.

Es importante recordar, que no existen ventajas de infectarse con Covid. Ya que la infección ni siquiera provee una inmunidad duradera. Por tanto, siempre que sea posible nos conviene fuertemente evitar la infección; pero, si por alguna situación desafortunada nos infectamos (como ocurrió en mi caso), debemos tener presentes las señales de alarma, y tomar todas las medidas posibles para acelerar nuestra recuperación.

Por Fabiola Román, bióloga / HOY PY


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