Palabras del Presidente Gustavo Petro en la ceremonia de clausura con motivo de la visita del buque hospital de los Estados Unidos USNS Comfort
imagen Presidencia de Colombia
A nombre del pueblo colombiano y como su Presidente, le agradezco al Gobierno de los Estados Unidos, el haber logrado con éxito traer esta misión humanitaria de salud para la gente más excluida de la sociedad colombiana en esta región.
Indudablemente este gigante, aquí delante de nosotros, hospital durante los días que permaneció aquí pudo agrandar nuestra capacidad de salud pública.
Es prácticamente un hospital más, quizás de las más mayores dimensiones de los que hoy existen en Colombia: mil camas no se encuentran fácilmente en un hospital colombiano, y esa atención tenemos que agradecerla en nombre del pueblo.
Ahora que ustedes zarpen por los mares del Caribe, nosotros también nos vamos hacia otra región cercana aquí, completamente inundada.
Colombia está sufriendo las consecuencias agudas de la crisis climática, ya con casi 300 muertos, con 700 mil personas damnificadas, miles de viviendas destruidas, miles de escuelas y colegios destruidos. No más recuperar esas escuelas rurales y colegios nos cuesta $3 billones, algo así como USD 600 millones, solo recuperando la infraestructura educativa que hemos perdido.
Esas dos circunstancias, las que ustedes zarpen para atender más protección, para atender a más población, para brindar protección de atención de salud que no encuentran suficientemente en sus países —que deberían tenerla— y, el que nosotros tengamos que partir, también, para tratar de llevar una ayuda de urgencia: comida, frazadas, algo de calor, nutrición a los niños y niñas que están afectadas por la crisis climática debe ponernos en un estado de reflexión; en un momento de reflexión.
Algo está pasando en las Américas; algo está pasando en el mundo que ya no permite la estabilidad, que prácticamente nos ha llevado a gobernar en medio de las crisis; una gobernanza en medio de la crisis, que es una gobernanza de la inestabilidad, del riesgo permanente.
El mundo está afrontando una crisis climática y ese es su principal problema porque, ni más ni menos, puede acabar con la vida en el planeta. Y que no es producto de un cambio geológico planetario, no se produce por un cambio de las órbitas de los planetas, ni de la luz de las estrellas, ni de la cercanía de la luna, ni por algún asteroide que por ahí pase.
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Se debe es a nuestra propia acción, a nuestra propia actuación. Es el ser humano el que está provocando, unos muchísimos más que otros, el peor problema que hoy afronta el planeta: la crisis climática, que nos lleva a una ruptura, que nos lleva a una situación de la salud en la vida en la humanidad.
Hoy son millones las personas, centenares de millones las personas, que padecen más que nunca el hambre.
Hoy tenemos como consecuencia de la crisis climática el crecimiento inusitado, sustancial, en el conjunto de la humanidad de la falta de nutrientes de los niños y niñas, que irreversiblemente serán perjudicados en estos días y en estos años; simplemente porque la alimentación ya no alcanza o simplemente porque la alimentación es tan cara, que ya los ingresos no alcanzan.
Es necesario, entonces, dialogar en el mundo. Son necesarios los cambios en el mundo; no podemos seguir como vamos; no es posible que cuando la humanidad sucumbe en el sur por el hambre, nos dediquemos a las guerras.
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Por eso en Colombia tenemos que afrontar tres grandes retos y está invitado el Gobierno de los Estados Unidos a colaborar con nosotros en esos objetivos:
El gran reto de la Paz Total, que aquí en esta potencia de la vida, la segunda potencia mundial de la biodiversidad, en uno de los países más hermosos de la tierra, no nos matemos entre nosotros, no nos autodestruyamos como si fuese una embriaguez de la vida misma que nos conduce a levantar las armas, los unos contra los otros.
La Paz Total se ha vuelto un reto de la sociedad colombiana porque para afrontar el segundo reto, que es construir una economía sin carbón, una economía descarbonizada, con energías limpias y basada en el conocimiento, necesitamos todo el tiempo del mundo, incluido ese tiempo que usamos desgastando la juventud, excluida en la violencia.
El segundo reto nos lleva a un tercer reto en la sociedad colombiana, y es que tenemos que aportarle al mundo.
Ustedes nos traen este gigante y nos aportan en salud; pero resulta que Colombia tiene que aportarle al mundo también, y en condiciones enormes, dado que aquí está la segunda biodiversidad más grande del planeta Tierra.
Es en el terreno de la vida en donde se puede construir el aporte de la sociedad colombiana a la humanidad; por eso tanto en la COP, como en Naciones Unidas y en las reuniones diferentes que hemos tenido con su gobierno, el de los Estados Unidos, hemos planteado como un eje central, el tema de las selvas de Colombia, de los bosques, de la aportación que tenemos que hacer en el momento de la crisis.
Que no consiste en realmente ver cómo nuestra industria deja de emitir gases efecto invernadero, esa es la responsabilidad mayor de ustedes, la sociedad norteamericana, con la sociedad china y europea.
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Nosotros lo que podemos hacer es absorber la mayor cantidad del CO2 arrojado para que la vida pueda ser en planeta Tierra. Y esa posibilidad de ser una de las mayores esponjas que equilibren la atmósfera y que puedan entonces sustentar las posibilidades de la vida está en nuestros bosques, está en nuestras selvas, está en que dejemos de quemarlos, está en que volvamos a la frontera natural revitalizada de la selva amazónica, de la selva del Chocó biogeográfico, que podamos de nuevo reforestar esta región, la región Caribe, la más deforestada de Colombia.
Que podamos reunir los presidentes que tienen soberanía territorial sobre la selva, incluido el gobierno francés, que tiene la Guayana Francesa; y el nuevo gobierno del Brasil, y el de Venezuela, y el de Ecuador, y el de Bolivia, y el del Perú, y el de Colombia, para hacer una hermandad que le permita ofrecer a la humanidad, la esponja en tierra firme más grande de los gases efecto invernadero para absorberlos y ayudar en la posibilidad de que nuestros niños y niñas y nietos y nietas, tanto de los ciudadanos y ciudadanas de los Estados Unidos, como los de Colombia, como los de América Latina, como los de Asia, como los de África y Europa, puedan vivir mejor que lo que nosotros hemos vivido en esta existencia.
Ese diálogo, señora Victoria Nuland, se impone, cambia la agenda con los Estados Unidos; no queremos una agenda de armas y de guerras, queremos una agenda de paz, una agenda de reconstrucción de la vida, una agenda de los derechos plenos de la humanidad, una agenda de la libertad y de la democracia; solo en la paz es posible la libertad, solo en la paz es posible la democracia.
Las armas solo se pueden utilizar en el último instante, en el último momento, en la última instancia, si la libertad es agredida, si la democracia es derrocada. Es la paz la que se impone y, por tanto, este nuevo diálogo que tiene que tener la América Latina, que no es Latina, es afro, es indígena, es árabe, es, como dijera (José) Vasconcelos, ‘un lugar de la reunión cósmica de todas las sangres del planeta’, con ustedes, que también se han vuelto cósmicos, porque allá están los afros, allá están los indígenas, allá están todos los pueblos del mundo en su propio territorio.
Así que este nuevo dialogo, ojalá se inaugure con este monstruo, que es al mismo tiempo uno de los mayores aportes de la salud. Nosotros, comandante de la Armada (Vicealmirante Francisco Hernando Cubides), que ya más o menos lo hemos hecho, tenemos que imitar —no digo el tamaño del barco, pero sí la posibilidad— que barcos puedan ir por los ríos del Amazonas, de la altillanura, del Chocó biogeográfico, por el mar, incluso, por estas tierras del Caribe, para llevar salud a los lugares más recónditos y a la población más excluida de nuestra patria.
Gracias por habernos escuchado, muy amables.
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