El calentamiento global podría llegar a los 2,6 °C hacia fines de siglo, si no se revierte la situación actual. Qué otros temas se tratarán en la nueva cumbre del clima que este año se realiza en Egipto.
Hoy comenzará, oficialmente, una nueva cumbre de cambio climático. La reunión de las partes, o COP27, se realizará en Egipto, en medio de una crisis energética que tiene a mal traer a varios países europeos y de escenarios científicos que muestran que el mundo ya no puede apostar a detener el calentamiento promedio global en 1.5ºC.
Revivir ese objetivo impuesto en el Acuerdo de París, en 2015 y poder avanzar en términos de financiamiento para los países más pobres golpeados por los efectos adversos de la crisis climática es el objetivo de la reunión.
No será fácil. Los fondos en disputa, que nadie aún pone sobre la mesa, tienen varios destinos: los planes de mitigación (estas son acciones para bajar las emisiones de gases de efecto invernadero), adaptación (acciones para adaptarse a la crisis climática) y pérdidas y daños (generadas por catástrofes climáticas). Y países afectados hay muchos: los africanos, entre los más pobres; las islas, que podrían desaparecer y América latina: la región más desigual.
La dinámica de estos encuentros prevé que las primeras jornadas sean de discursos oficiales y pedidos de los jefes de Estado. Luego cada día se destina a algún tópico específico. Los temas son: Finanzas, Ciencia, Juventud y generaciones futuras, Descarbonización, Adaptación y agricultura, Género, Agua, Sociedad civil, Energía, Biodiversidad y Soluciones.
Los líderes subirán al podio mañana y pasado mañana. Kenia, Pakistán y Colombia son los más destacados de la primera jornada: se espera que pidan más fondos para una transición limpia y para pérdidas y daños. También hablará un representante de Arabia Saudita (anfitrión de la próxima cumbre), de Alemania y la nueva primera ministra italiana de extrema derecha, Giorgia Meloni. Pasado mañana los cuatro líderes más importantes serán los de Francia, Sudáfrica, Barbados y Pakistán, país afectado por las inundaciones y olas de calor extremo al principio de este año. Un agregado de última hora (que no figura en el orden del día) incluirá también un acto de los líderes sobre la Declaración Forestal Mundial.
Invitado por Egipto, el presidente entrante de Brasil, Lula Da Silva asistirá a la COP27 con quien fuera su ministra de Medio Ambiente, Marina Silva. Se espera que pida una asociación/apoyo financiero para controlar la deforestación en países con selvas tropicales como Brasil, República del Congo e Indonesia, que actualice el retorno del Fondo Amazónico con Alemania y Noruega, y que apoye a los países africanos para que presionen a los países más ricos para que cumplan sus compromisos financieros.
Según el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la financiación internacional que se destina actualmente a los países en desarrollo es entre cinco y 10 veces inferior a la necesaria. En 2020, el dinero destinado a ayudar a los países más pobres a adaptarse al cambio climático era de sólo 29.000 millones de dólares, muy por debajo de los 340.000 millones de dólares anuales que podrían necesitarse para 2030.
Para América latina este tema es muy importante ya que seis de sus países son los más biodiversos del mundo. Se espera que en Egipto, además, se discuta cómo medir qué tan avanzados están los países en esta materia. A diferencia de la reducción de emisiones, no hay ningún consenso sobre los indicadores o criterios para medirla.
“No tener métricas no tiene que paralizarnos. Es fundamental hablar de la adaptación y los recursos necesarios en esta cumbre para poder seguir delineando los planes en el futuro”, indicó a Infobae Isabel Cavelier Adarve, experta climática colombiana.
“Ha llegado el momento de hacer una revisión global de la adaptación al clima”, dijo el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, en una declaración a la prensa, señalando que había pedido a los fondos verdes para el clima que trabajaran con los financiadores públicos y privados para poner a prueba un nuevo acelerador para la inversión en adaptación.
Los fondos de adaptación suelen destinarse a programas como la mejora de la seguridad alimentaria mediante la plantación de cultivos resistentes al calor y a la sequía, o a infraestructuras, diques u obras hidráulicas para ayudar a mantener a raya la subida de las aguas. Esta última semana, por caso, Colombia ha declarado la emergencia ambiental luego de las intensas lluvias dejaron un saldo de más de 200 muertos
En la cumbre del clima de la ONU celebrada en Glasgow el año pasado (COP26), los países desarrollados acordaron duplicar el apoyo a la financiación de la adaptación hasta alcanzar los 40.000 millones de dólares anuales para 2025. Sin embargo, eso aún no se concretó.
Durante la década pasada, los cálculos del financiamiento climático provisto y movilizado de países desarrollados a países en desarrollo a nivel regional muestra que América Latina y el Caribe ha recibido la menor proporción de financiamiento multilateral (20%) del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF), del Fondo Verde del Clima (GCF) y del Fondo de Adaptación, en comparación con Asia (40%) y África (26%), a pesar que todas las regiones del mundo en desarrollo cuentan con una combinación de países de renta alta, renta media alta, renta media baja y renta baja, con circunstancias económicas y vulnerabilidades diferentes al cambio climático.
Pérdidas y daños
Por la intensificación y recurrencia de los “desastres naturales” que causa el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente de los países ricos industrializados, los países en desarrollo, a menudo los más afectados, argumentan que deberían recibir una compensación.
Dinamarca fue noticia durante la última semana de alto nivel de la Asamblea General de la ONU después de ser el primer país en anunciar que donará 13.000 millones de dólares a los países en desarrollo que han sufrido daños debido al cambio climático. El tema de estos pagos, conocido como “pérdidas y daños”, será probablemente, como se mencionó, uno de los temas en debate en esta cumbre.
El grupo conocido como el G77 más China (que incluye a todos los países en desarrollo) solicitó agregarlo a la agenda de la conferencia, lo que requerirá el consenso de todos los países el primer día de las conversaciones.
Hasta la fecha, ha habido discusiones sobre el establecimiento de un fondo de Pérdidas y Daños, pero nada concreto. Expertos como el relator especial de la ONU sobre derechos humanos y clima, Ian Fry, esperan generar un mayor impulso y ponerlo en marcha.
“Hay grandes países desarrollados que están bastante preocupados por eso y miran este tema desde la perspectiva de que quien contamina, paga. Ahora, los países más afectados por el cambio climático y que sufren los costos tienen que lidiar con esos costos ellos mismos. Es hora de que los grandes países, los principales emisores, se pongan de pie y digan: “Tenemos que hacer algo, tenemos que hacer una contribución a estos países vulnerables”, dijo Ian Fry, relator especial de la ONU en una reciente entrevista con ONU Noticias.
Un cálculo realizado por la organización Climate Action Tracker da cuenta de que los daños económicos derivados del cambio climático para los países del Sur global alcanzarán casi 428 000 millones de dólares anuales en 2030 y hasta US$1,67 billones (millones de millones) anuales para el año 2050 en un escenario de 3°C de calentamiento global promedio.
Específicamente, América Latina y el Caribe concentraron 53 % de las pérdidas económicas mundiales debido a “desastres climáticos” entre 1998 y 2017, promediando pérdidas anuales superiores de 1,5 % del PIB, según el más reciente informe en esta materia publicado por la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR, en inglés).
Uno de cada cuatro desastres en el mundo durante la última década ocurrió en esta región, donde más de la mitad de las ciudades son altamente vulnerables a desastres. Hacia 2030, el cambio climático en la región podría aumentar las olas de calor entre 5 y 10 veces, además de duplicar la superficie de suelo urbano expuesto a inundaciones y sequías, agrega ese mismo informe.
La mitigación, que es el freno especialmente de la quema de combustibles fósiles, no ha avanzado. Aunque varios países, todos los de América latina, han presentado y aumentado los compromisos para reducir sus huellas de carbono, la guerra en Ucrania ha puesto en stand by muchos de estos planes. “Debido a la guerra en Ucrania, muchas cosas que muchos países acordaron no las pueden hacer ahora. Como resultado de la guerra, el panorama ha cambiado”, indicó Ilana Seed, embajadora de Palau ante las Naciones Unidas y negociadora en la Conferencia en un reporte divulgado por las Naciones Unidas.
La invasión rusa a Ucrania ha provocado una crisis mundial de inflación, energía, alimentos y cadena de suministro. Países como Alemania han tenido que reducir sus objetivos climáticos a corto plazo, mientras que el histórico Grupo de Trabajo Climático China-Estados Unidos anunciado en Glasgow ahora ha sido suspendido.
Sin embargo, Fry considera que la guerra también podría ser una “llamada de atención” para que las naciones se vuelvan autosuficientes en energía.
El reloj empezó a correr en esta cumbre. Los avances reales podrán observarse después del 18, día en que está previsto que finalice la reunión en Sharm El Sheik.
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